Bolsas e inversores individuales
Atodo se acostumbra uno. Y es que de la misma forma que a finales de los noventa no se veía el techo para las Bolsas, ahora cuesta encontrar el momento para su recuperación. 2002 ha sido el tercer año consecutivo de descenso de las Bolsas mundiales, una situación sólo repetida en otras dos ocasiones en el siglo XX. Cerrar este nuevo año en negativo nos haría compararnos con el crash de 1929, algo inimaginable unos años atrás.
En mayor o menor medida todos hemos sido afectados por el derrumbe Y es que los noventa supusieron una importante popularización de la inversión en Bolsa. En muchos casos, iniciándose posiciones a precios que ahora se consideran desmesurados. Pero en aquel momento, bajo la dinámica de la nueva economía, cualquier nivel era bajo.
Podemos distinguir hasta tres argumentos detrás de las fuertes compras de Bolsa por inversores individuales, en especial en la zona EMU: las numerosas privatizaciones llevadas a cabo por los Gobiernos; la convergencia europea, con inflación controlada y tipos de interés bajos, y la burbuja tecnológica. De esta forma, los inversores individuales fueron en buena parte los motores de la subida de los mercados. ¿Lo han sido también de los descensos?
Tres años de descensos, perdiendo en conjunto más del 40% de su valor. Sin duda cuando el mercado cae, alguien vende. Pero no ha sido el inversor al por menor. No al menos de forma colectiva. El mejor ejemplo lo tenemos en el comportamiento de los fondos de inversión a nivel internacional. Tomando sólo de renta variable, durante 2002 en la zona EMU se han mantenido las entradas netas (algo más de 6.000 millones de euros hasta octubre). Es cierto que nada que ver con los 150.000 millones del año 2000 o incluso por debajo de los 11.000 millones estimados para 2001. Y no ha sido un caso excepcional a nivel global.
Tanto en los fondos de inversión de EE UU como en los japoneses, en el año se han producido entradas netas de dinero, en general muy por debajo de las observadas los últimos años. Lo que sí se ha reducido es el peso de este tipo de fondos sobre el total gestionado. Para la zona EMU, bajando hasta el 32% desde el 40% a finales de 1999. Esta diferencia ha sido mayor para EE UU (43% desde el 59%), pero positiva en el caso de Japón (los fondos de renta variable suponen ahora el 25% del patrimonio total, por encima del 20,3% cuatro años atrás).
Hay un dicho en los mercados que recomienda no vender en situaciones de pánico. Lamentablemente, hemos aprendido que no es buena recomendación cuando lo que produce este pánico es el estallido de una burbuja (TMT). Y más aún cuando tiene su continuidad en factores negativos, difícilmente anticipables (irregularidades contables, atentados, riesgos geopolíticos). En el fondo, los dos últimos años hemos buscado el momento para que las Bolsas se recuperaran. Y dos años más de descensos cuando han surgido nuevos argumentos que han amortiguado esta incipiente recuperación.
Las nuevas medidas de estímulo fiscal propuestas por el Gobierno de EE UU, con tipos en mínimos históricos, inflación controlada y progresiva recuperación de la demanda (y beneficios empresariales), deberían favorecer a la Bolsa. Incluso, con dudas (que nosotros no compartimos) sobre su valoración. Sin embargo, volvemos a ver amenazada esta recuperación por la incertidumbre derivada de una cada vez más probable guerra entre el Gobierno de Irak y una coalición internacional.
¿Cómo reaccionarán los inversores individuales en esta situación? Hasta el momento ha sido clara su disposición a buscar activos alternativos para invertir. El sector inmobiliario ha sido clave, aunque en estos momentos surgen demasiadas preguntas sobre las fuertes subidas de precios de los últimos meses. Algo similar ocurre en los mercados de deuda, alcanzando las rentabilidades a medio y largo plazo niveles cerca de mínimos históricos (lo que parece poco razonable en un escenario de progresiva recuperación económica).
Sólo queda el refugio de la liquidez, de los activos a muy corto plazo, aunque con escasa rentabilidad. En estos momentos los fondos de dinero suponen en la zona EMU y EE UU el 20,3% y 34,8% del patrimonio total gestionado (11,4% y 23,5% respectivamente en 1999). Sólo se puede pensar en la liquidez como refugio temporal a la espera de una alternativa mejor. Y en estos momentos sólo se nos ocurre que esta alternativa sean las Bolsas.
Pero los inversores individuales probablemente no serán los impulsores de la recuperación de los mercados de valores. La crisis de confianza es demasiado aguda como para esperar algo más a que mantengan las posiciones ya tomadas en el pasado. Un ejemplo lo pudimos observar en la subida entre octubre y noviembre. Fueron inversores institucionales los que iniciaron el movimiento, que muchos individuales aprovecharon para deshacer posiciones. Septiembre y octubre fueron dos meses consecutivos de salidas de dinero de los fondos de inversión en renta variable a nivel internacional. Tampoco ha sido éste el comportamiento clásico: las compras las inician otro tipo de inversores, consolidándose a medida que los inversores al por menor finales retornan al mercado. Sin duda, es un perfil de comportamiento que puede repetirse en esta ocasión.