La OCDE pide a Europa flexibilizar los mercados para combatir la inflación
El análisis efectuado por la OCDE destaca la paradoja de cómo buena parte de las principales economías de la zona euro mantienen tasas de inflación por encima del 3,5%, mientras su crecimiento económico se sitúa en el entorno del 2%.
Los expertos de la organización internacional concluyen que la mejor estrategia sería proseguir de manera determinada reformas estructurales para mejorar la productividad. 'Gracias a ganancias de productividad más rápidas no sería necesario reducir los salarios en caso de debilidad de la actividad', asegura.
Además, el informe repasa el comportamiento que han tenido los principales componentes de la cesta de precios desde 1999. Durante bastantes meses, los principales responsables de la espiral inflacionista fueron los elevados costes del petróleo y los alimentos frescos, sin duda los componentes más volátiles del índice general.
Sin embargo, el sector servicios sorprende también al ser reiteradamente uno de los que cada mes arroja un mayor incremento de sus precios.
Otra de las conclusiones a las que llega el informe es que las grandes diferencias que existen entre los 12 miembros de la unión monetaria en lo relativo a su índice de inflación son consecuencia de los diferentes sistemas productivos y de cómo un exceso de demanda o de oferta provoca en ocasiones efectos diversos.
No obstante, las diferencias de inflación entre los países del área son positivas, según la mencionada organización, porque permiten a las economías adaptarse a los diferentes niveles de actividad.
Dilema para el BCE
El Banco Central Europeo (BCE) se encuentra así ante una difícil coyuntura, porque 'las consecuencias que provocará un futuro descenso de los tipos de interés no serán las mismas en todos los Estados miembros de la unión económica y monetaria (UEM)', sostiene el documento de la OCDE.
El estudio considera que la falta de flexibilidad en numerosos mercados es la principal responsable de que la inflación no se reduzca en la zona euro.
Como ejemplo de esa falta de flexibilidad cita 'la fuerte resistencia que todavía muestran los trabajadores de la zona euro a admitir reducciones en sus salarios'. El informe hace también mención a que 'los trabajadores de la zona euro, a diferencia de los de Estados Unidos, no están dispuestos a abandonar una región donde la actividad económica sea débil para instalarse en otra región donde sea más sostenida'.
El documento critica también la política de precios aplicada por muchas compañías europeas. Según la OCDE, 'las empresas suelen repercutir más rápido sobre los consumidores los aumentos que los descensos de sus costes'. Y persisten en Europa algunos mercados que siguen funcionando como si se tratase de monopolios.
En estas condiciones, a juicio de la OCDE, la ampliación de las diferencias de inflación entre los países de la zona incluso 'puede resultar positiva', en la medida en que permite a las economías adaptarse a sus diversos niveles de actividad.
Sobre la batería de soluciones que propone este organismo para combatir de manera más eficaz el incremento de los costes no se vislumbra ninguna novedad sobresaliente.
Una posible solución sería elevar el objetivo de inflación para el conjunto de la zona euro, y en vez de situarlo en el 2%, tal y como ha hecho el BCE, elevarlo hasta una horquilla que oscile del 3% al 4%, que son las cifras que se manejan en Estados Unidos, 'lo que podría ayudar a las economías a hacer frente a las rigideces' ya mencionadas.
Sin embargo, la OCDE admite que este método tendría inconvenientes, especialmente en lo que respecta a la credibilidad del Banco Central Europeo.