La apertura de las 'telecos' en España creó 23.000 empleos y la crisis destruye 47.400
El saldo neto de la apertura del mercado de la telefonía en España arroja un balance negativo en la creación de empleo directo. Las nuevas operadoras y el crecimiento de la demanda han sido incapaces de compensar los duros planes de adelgazamiento del antiguo monopolio, Telefónica, y de las compañías nacionales de tendido de red, todavía en proceso de reconversión. A ello se ha unido el estallido de la burbuja tecnológica y la consiguiente crisis de las telecomunicaciones. En conjunto, la liberalización ha destruido 24.400 empleos directos en España.
La empresa que más empleo ha destruido ha sido Telefónica de España, que se preparó para la liberalización con un fuerte recorte de plantilla. El objetivo era aligerar su estructura para estar en disposición de competir con las nuevas operadoras, compañías que nacían, en la mayoría de los casos, sin ningún peso salarial ni lastres de inversiones pasadas.
Para encontrar creación de empleo en Telefónica de España hay que remontarse a la década de los setenta. Fue durante los primeros años de ese decenio cuando el entonces monopolio comenzó un proceso de contrataciones que le llevó de 53.000 empleados a 69.500 en muy pocos ejercicios. Telefónica mantuvo esa estructura hasta 1995 cuando, ya cercana la liberalización, empezaron los despidos masivos pactados, que se concentraron entre los años 1997 y 2000.
En total, la operadora dominante destruyó 28.699 empleos en su filial de telefonía fija y cuenta en estos momentos con 40.844 trabajadores.
Nuevas operadoras
Las nuevas operadoras, de fijo o de móvil, o las contrataciones de los fabricantes de equipos para responder a la creciente demanda han sido incapaces de compensar estas reducciones. Los empleos creados por estas compañías suman 23.000, lo que demuestra que el saldo neto hubiera sido negativo incluso sin crisis tecnológica. En este caso, el desplome del mercado sólo hace la cifra más abultada.
Los fabricantes de equipos de telecomunicaciones constituyen como conjunto el segundo grupo que más empleo ha destruido y todo él ha sido resultado de la crisis. La apertura del mercado les llevó a contratar a 5.215 nuevos trabajadores -la mayoría en menos de un año-, con la intención de dar respuesta a la demanda que se avecinaba. Pero la llegada de los problemas les ha hecho reaccionar con la misma celeridad. Desde el cierre de 2000, los fabricantes de equipos nacionales o con implantación en España han destruido 9.478 empleos, casi el doble de los que crearon, y el desmantelamiento del tejido industrial que desarrollaron en el país ha sido casi absoluto.
Las operadoras alternativas de telefonía fija han sido las más comedidas, tanto en creación de empleo como en destrucción. Todas ellas -Auna Telecomunicaciones, Ono, Jazztel, Uni2, Aló y las operadoras de LMDS- contrataron a 8.775 personas para poner en marcha los proyectos llamados a competir con Telefónica y a aprovechar la liberalización. Todo él fue empleo de nueva creación, aunque la cifra se queda en nada comparada con los 28.699 despidos de Telefónica de España, y también se ha visto afectado por la crisis. Lideradas por Auna Telecomunicaciones y sus 983 despidos, las nuevas operadoras han destruido 2.076 de los puestos de trabajo que crearon.
El único segmento que se salva de la crisis del empleo de las telecomunicaciones es el negocio del móvil. Las cuatro compañías con licencia en algún tipo de tecnología celular han llegado a contratar en su punto máximo a 11.272 personas y la gran mayoría del empleo ha sido de nueva creación. El antiguo monopolio, Telefónica Móviles España, no sólo no ha reducido su plantilla, sino que la ha aumentado año tras año hasta el cierre de 2001, último dato disponible. Los escasos despidos han sido los protagonizados por Xfera -casi la totalidad de los empleados, que llegaron a ser más de 600- y Vodafone, que tiene en marcha un expediente de regulación de empleo de 500 trabajadores.
Pero el estallido de la burbuja tecnológica no sólo ha dejado empleos por el camino. Todos los proyectos de las mayores operadoras internacionales -AT&T o Worldcom, entre otras- han quedado en nada, después de las grandes promesas previas a la liberalización.