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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Europa sufre el ajuste

Las empresas europeas se han apuntado a la oleada de despidos masivos emprendida por las grandes corporaciones estadounidenses para afrontar un periodo de debilidad económica cuya duración es incierta. Cuando la dureza de las reestructuraciones empieza a moderarse en Estados Unidos, los ajustes de personal se endurecen en Europa, donde por una legislación menos flexible y una cultura inversora menos impaciente se ha reaccionado con retraso al escenario adverso. Pero en ambos continentes predomina una incertidumbre sobre el futuro inmediato que hace pensar que el ajuste de plantillas no ha terminado.

En lo que va de año, las mayores multinacionales han anunciado nuevos planes de reestructuración para suprimir 650.000 empleos, cifra que no incluye ajustes planeados el ejercicio pasado pero que se aplican éste y siguientes. Sectores como el transporte aéreo, la construcción aeronáutica o la automoción fueron los más castigados inmediatamente después del 11 de septiembre, mientras que este año son las empresas tecnológicas, de telecomunicaciones y financieras las que más drásticamente están aligerando sus plantillas.

La reducción de costes laborales ha sido, junto a la paralización de inversiones, el camino elegido por grandes compañías para recuperar la rentabilidad perdida. El efecto ha sido una evolución positiva, en los tres trimestres transcurridos del ejercicio, de los beneficios operativos, los que más se atienen al negocio ordinario de las compañías, mientras que los resultados netos acusan el coste de las reestructuraciones y, sobre todo, la amortización de las participaciones compradas en años anteriores a precios desorbitados.

En Estados Unidos, el número de personas afectadas por anuncios de despidos colectivos ha descendido un 27% entre enero y octubre, hasta 1,18 millones de personas. Pero, aun así, es la segunda cifra más elevada de la historia, después de la de 2001. Por el contrario, los anuncios de reducciones de empleo se multiplican en Europa, especialmente en Alemania, y en segundo lugar en Francia. España no puede escapar a la tendencia, como demuestran decisiones recientes de empresas como Volkswagen, Alcatel o Ericsson, aunque no está entre los países más afectados, entre otros motivos por el mayor peso de las pymes en su economía.

Los expertos señalan que la reducción de personal en grandes empresas no ha terminado, porque no acaba de vislumbrarse un despegue de la actividad. En su opinión, la propia dinámica de despidos estaría afectando al consumo privado y, por lo tanto, agravando el riesgo de recaída en la recesión.

La eliminación de empleos, siempre dolorosa y en ocasiones inevitable, puede ser una respuesta a fases de baja demanda como la actual. Pero este instrumento debe utilizarse con prudencia, porque los anuncios espectaculares de miles de despidos -algunos poco realistas y más dirigidos a impresionar a los inversores- pueden convertirse en un lastre para la recuperación.

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