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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Realismo a la europea

Alemania probó ayer en Bruselas su medicina al sufrir el inicio de un procedimiento de infracción porque su déficit ha superado el 3% del PIB, un límite que Berlín impuso como condición a la unión económica y monetaria. El comisario europeo de Asuntos Económicos, el español Pedro Solbes, se ha limitado a aplicar las normas del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, diseñado en 1997 por el entonces ministro alemán de Finanzas, Theo Waigel. El círculo se cierra con regusto tragicómico si no fuera por las inquietantes dudas que suscita sobre el futuro marco de coordinación, imprescindible para la unión monetaria, y la ampliación, además de acentuar las sombras sobre la recuperación de una Alemania al borde de la recesión y de toda la zona euro.

Con la alerta lanzada ayer también contra Francia, la amenaza a Italia y el expediente en curso contra Portugal, casi el 70% de la eurozona en términos de PIB viola -o casi- las normas que en teoría garantizan la coherencia de las políticas macroeconómicas. La consolidación presupuestaria se frenó en 2000 y este año el déficit público de la zona crecerá hasta el 2,3% del PIB.

Esta situación exige de los líderes europeos imaginación para superar el actual marco del pacto y buscar fórmulas contra el caos fiscal sin impedir que los Gobiernos actúen para estimular el crecimiento. La Comisión ha rebajado a la mitad su previsión de crecimiento para 2002 en Alemania (0,4%) y para 2003 sólo augura el 1,4%. Prevé meses difíciles para toda la zona y, aunque su ejercicio estadístico tiene valor relativo en esta época de incertidumbre, probablemente acierte más en los riesgos que señala que en los pronósticos sobre la recuperación. Las consecuencias de una guerra en Irak son imprevisibles y, según Solbes, se suman al efecto de la caída de las Bolsas sobre el consumo y la financiación de las empresas, un diagnóstico muy parecido al que también ayer dibujó Alan Greenspan para EE UU.

La volatilidad del precio del petróleo añade otra incógnita a la rigidez de los mercados de productos, trabajo y capitales en la UE. Este realismo ha obligado a la Comisión a rebajar a la mitad el crecimiento del consumo privado en 2002 (0,6%), tan drásticamente como el del PIB (del 1,4% al 0,8%, y del 2,9% al 1,8% en 2003).

España también recibió un baño de realismo. La Comisión dice ahora que crecerá el 1,9% en 2002, más del doble que la zona euro, pero tres décimas menos que lo estimado por el Gobierno, y 2,6% en 2003 (3% del Gobierno). Claro que el Ejecutivo se aferra con voluntarismo a sus cifras, en una apuesta cuestionada no sólo por la Comisión, sino por el propio Banco de España.

Los datos de inflación son más desalentadores. Y Alemania y Francia recuerdan que los países inflacionistas dañan al conjunto de la zona, y desean una reinterpretación del PEC que evalúe más factores que el déficit. Si el Gobierno no corrige los desequilibrios y, sobre todo, la falta de competitividad, España puede pasar de dar lecciones de contención presupuestaria a recibirlas sobre gestión macroeconómica.

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