Y qué dice Greenspan
El último discurso del presidente de la Reserva Federal de EE UU, Alan Greenspan, ha estado dedicado a la productividad. Sus palabras no deben entenderse sólo como un mero análisis teórico de este concepto o de un intento de aportar luz sobre la controversia reciente relativa a su medición en la economía americana. Como es habitual en él, pueden descubrirse varios mensajes intencionales a lo largo del discurso.
Todos los mensajes contribuyen a la idea de que la economía de EE UU está recuperándose de la depresión que experimentó el pasado año y que hay factores positivos en sus características estructurales. En primer lugar, afirma que la economía de EE UU tiene potencial de crecimiento, que aún hay margen para mayor uso de tecnología por las empresas, según la inversión en capital realizada en los últimos años.
En segundo lugar, que el paradigma de la nueva economía, primero alabado y luego denostado, tiene aún algún viso de realidad, ya que, a pesar de los problemas de medición de la productividad y de las correcciones a la baja de su medición en el pasado, esta variable sigue mostrando un valor elevado.
Y un tercer mensaje sería que las empresas de tecnología aún tienen perspectivas positivas, una vez que se hayan corregido algunos excesos, alimentados por una burbuja especulativa bursátil.
Mensaje primero. Las ganancias de productividad experimentadas tienen parcialmente un carácter permanente, ya que no se han debido a un recorte de la fuerza laboral, sino a un conjunto de múltiples factores. El aumento en la productividad responde en parte a factores temporales como son las presiones competitivas, generadas por la falta de dinamismo en la demanda, que han provocado cambios en la organización de las empresas. Pero también responde al uso de las tecnologías en las que se había invertido en años anteriores, ya que hay un desfase (por aprendizaje) entre la inversión y su aprovechamiento. En alguna proporción, estos factores suponen un mejor uso del capital existente y tienen naturaleza estructural.
Mensaje segundo. A pesar de las correcciones a la baja en su medición, la productividad ha aumentado a una tasa anual de más del 2,5% desde 1995, la mayor en décadas. En las dos décadas anteriores la productividad había crecido a una tasa del 1,5%. Como parece que aún no se ha aprovechado todo el fruto de la inversión en capital tecnológico, es factible que estas mayores tasas permanezcan un tiempo. Nuevamente, es difícil en el momento actual discernir entre si esos aumentos suponen una fase transitoria de incorporación de las innovaciones tecnológicas en el capital (humano, físico y organizativo) o si implica una mayor eficiencia permanente en los procesos productivos. Si esto fuera así, supondría un respaldo al paradigma de la nueva economía. Además, si todavía hay tecnologías sin explotar, cuando disminuya la incertidumbre actual puede tener lugar un rebrote de la inversión en capital, que realimente la productividad.
Mensaje tercero. En parte, las ganancias en productividad durante el pasado año, cuando la economía de EE UU mostraba un crecimiento económico modesto, se han debido al interés de las empresas por mantener sus márgenes a través de la reducción de sus costes. Esta se ha llevado a cabo a través, en palabras de Greenspan, de la reducción de 'grasa' acumulada en el periodo de auge de los noventa, cuando las empresas ponían su atención en la capacidad de generar rendimientos a través de la expansión y no mediante ajuste en los costes.
En la actualidad, se produce un reajuste de los recursos, de forma que se puede usar el equipo de capital de forma más eficiente. Específicamente, uno de estos reajustes ha implicado la compra por empresas de equipos de las fallidas puntocom. Es decir, que éstas eran excesivamente caras, pero que a costes actuales tienen capacidad de realizar aportaciones positivas al crecimiento.
Con este contexto, no parece necesario que la política monetaria vuelva a relajarse en este año. Los tipos de interés objetivo de los fondos federales se encuentran en el 1,75%, que supone el nivel mínimo en los últimos 40 años. El nivel de holgura monetaria parece suficiente para sostener la recuperación. La falta de iniciativas de las empresas para aumentar su gasto en capital es probable que dependa más de que las empresas finalicen su proceso de reestructuración (eliminar 'grasa sobrante', en palabras de Greenspan) que del coste del capital.