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Persiste el retraso tecnológico de Europa

Gobiernos y empresas analizan en Copenhague cómo impulsar una economía del conocimiento. Las recetas son muchas, pero nadie las aplica

Celebrar cumbres sobre la sociedad de la información se ha convertido en una extraña costumbre de moda entre los países europeos. Cada Estado miembro se empeña en inaugurar el mandato rotatorio de seis meses al frente de la UE con una reunión informal, donde se vuelven a convocar a los mismos expertos, se vuelven a poner sobre la mesa los mismos problemas y vuelve a darse prácticamente el mismo diagnóstico: Europa tiene un enorme déficit en tecnologías de la información y en la adopción de una verdadera sociedad del conocimiento. ¿Las recetas? Son muchas, pero nadie las aplica.

Dinamarca, presidenta de turno de la UE hasta diciembre, tampoco ha querido romper esta regla no escrita y ha celebrado esta semana en Copenhague, durante dos días, una nueva reunión para tratar otra vez el tema que parece traer de cabeza a todos los Gobiernos europeos: cómo impulsar la sociedad de la información y construir una economía basada en el conocimiento. Más concretamente, los expertos reunidos en la gélida ciudad danesa discutieron algo que ya se puso de manifiesto hace dos años en el Consejo Europeo de Lisboa: la brecha entre los empleos disponibles en tecnologías de la información y la falta de profesionales altamente cualificados.

Según la Comisión Europea y las principales empresas del sector, la industria de nuevas tecnologías (que abarca desde telecomunicaciones hasta redes, pasando por servicios, programas informáticos y equipos) necesita urgentemente más de 1,5 millones de puestos de trabajo especializados, un agujero muy difícil de cubrir debido a la falta de formación que se da en escuelas, universidades y empresas y a la poca flexibilidad del mercado laboral. Pero al mismo tiempo, Europa se encuentra ante una terrible paradoja, las mayores empresas de informática y telecomunicaciones están inmersas en una espiral de reducción de costes que ya se ha cobrado cientos de miles de despidos.

La comisaria para Empleo, Anna Diamantopoulou, propone aumentar los fondos estructurales dirigidos a la sociedad de la información

La alemana Siemens, cuyo saldo de trabajadores despedidos alcanza 42.000 desde 2000, es una de las que más ha reducido su plantilla, pero no la única. El fabricante sueco de telefonía móvil Ericsson prevé destruir 40.000 empleos antes de 2003 y la francesa Alcatel lleva más de 10.000 despidos en lo que va de año. También las multinacionales informáticas, como IBM, Lucent y Hewlett-Packard (HP), han recurrido a las masivas reducciones de plantilla para afrontar una crisis que, dicen los expertos, aún tardará meses en remontar. Desde mayo de 200 se han destruido más de 250.000 empleos en el sector, calcula la Comisión Europea, y la situación seguirá igual hasta dentro de un par de años.

La Cumbre de Copenhague, organizada por la Comisión Europea y financiada por un consorcio de cuatro multinacionales estadounidenses líderes en sus respectivos segmentos de mercado (Cisco Systems, en redes; IBM, en servicios; HP, en equipos, y Microsoft, en software), se clausuró ayer con una declaración de intenciones que se presentará en el próximo Consejo Europeo, en diciembre. 'La prioridad es escuchar a la industria y responder a sus necesidades', afirma Anna Diamantopoulou, comisaria europea para Empleo y Asunto Sociales. 'Los universitarios actuales no serán suficientes para cubrir los puestos de trabajo generados en la industria de tecnologías de la información, hace falta formar a los trabajadores y, sobre todo, acabar con las barreras que siguen existiendo en la UE respecto a la movilidad geográfica'. La comisaria de Empleo resalta también la poca implicación del sector privado en temas de formación. 'Se podría hacer mucho más en ese sentido', afirmó escuetamente en su intervención, sin responsabilizar directamente a nadie.

La charla de la política griega fue muy diferente de lo que expuso el comisario europeo para Empresas y Sociedad de la Información, Erkki Liikanen, en la conferencia de clausura: 'Estamos orgullosos porque ésta es la primera reunión a nivel comunitaria organizada por la industria'. Liikanen se olvidó mencionar que ninguna empresa europea ha sido invitada a participar en la cumbre, capitalizada por las cuatro compañías norteamericanas que han creado un consorcio común para impartir cursos de formación en toda la Unión Europea. Según Liikanen, la demanda de profesionales es muy acusada, sobre todo en telecomunicaciones y servicios informáticos, precisamente los dos sectores que más han sufrido la crisis tecnológica, agravada por el reciente fracaso de la tercera generación de telefonía móvil UMTS a nivel europeo.

Sin embargo, el problema no es nuevo. Ya en el Consejo Europeo de Lisboa, en el año 2000, se puso de manifiesto la falta de trabajadores altamente cualificados y se aprobó un minucioso plan de acción para impulsar la sociedad de la información, del que no se ha cumplido nada. Entre las medidas urgentes a tomar por los Quince, se incluía que todas las escuelas de la UE contaran con acceso a Internet a finales de 2001, que todos los profesores estuvieran formados en nuevas tecnologías, un aumento sustancial de la inversión per cápita en recursos humanos, el establecimiento de un diploma europeo de cualificaciones básicas de TI y facilitar una mayor flexibilidad en los puestos de trabajos, a través del teletrabajo, mediante acuerdos entre los agentes sociales y el respaldo de los Estados miembros. Nada de eso existe todavía, y en Copenhague se ha vuelto a poner sobre el tapete que el parón en la industria es dramático.

En Lisboa, en pleno auge de la burbuja tecnológica, los 15 jefes de Estado sellaron eufóricos un objetivo que hoy parece más bien sarcástico; a través de las tecnologías de la información, los Estados europeos se comprometían a aumentar los índices de empleo a fin de situarlos lo más cerca posible del 70% para el año 2000. 'Las condiciones en la industria tecnológica cambian, igual que han cambiado los objetivos de déficit cero', reconoce Luis Rodríguez Roselló, director de la Unidad sobre Sociedad de la Información de la Comisión Europea. 'Es cierto que los objetivos de Lisboa eran demasiado optimistas, pero se han cumplido más cosas de las previstas aunque no lo parezca, como un mayor equipamiento tecnológico en las escuelas, el establecimiento de un mercado regulatorio común y muchos avances en banda ancha'.

Sin embargo, la falta de indicadores comunes hace muy difícil medir los resultados de estos dos años. La Cumbre de Lisboa generó un grupo de seguimiento, bautizado pomposamente como Grupo de Seguimiento de Alto Nivel sobre el Empleo y la Dimensión Social de la Sociedad de la Información (Esdis, en sus siglas inglesas), compuesto por representantes de los Estados miembros para evaluar regularmente los progresos conseguidos. Interpretar los diferentes apartados en que Esdis ha dividido las acciones de los Gobiernos en la sociedad de la información (sociedad, trabajo, educación, calidad de vida y regiones) puede resultar una ardua tarea. Cada país envía sus informes, que en muchos casos son documentos de más de 150 páginas con meros datos estadísticos, de donde es imposible extraer ninguna política común, y no digamos avances concretos.

Después de Lisboa, las cumbres consecutivas que han ido celebrando los diferentes Estados tampoco han arrojado nada en claro. Por ejemplo, la reunión informal de ministros de Telecomunicaciones celebrada en Lulea (Suecia), en febrero de 2001, volvió a provocar en el seno de la Comisión Europea la preocupación por emprender acciones concretas para aumentar la flexibilidad laboral y la fuerza de trabajo especializada en el marco de las nuevas tecnologías. En Brujas, bajo la presidencia de Bélgica, se reunieron los ministros de Economía comunitarios en una conferencia que, bajo el epígrafe Hacia la sociedad de la información, volvió a generar mucho de nada.

'En estos foros se discute sobre todo de conceptos, pero creo que sirven para concienciar a los Estados y obligarles a emprender acciones', piensa Gonzalo León, recién nombrado secretario general de Política Científica. 'Por ejemplo, el Espacio Europeo de Investigación que se lanzó en Lisboa es un concepto, pero sirvió para hablar de que la integración de la UE no es sólo abrir mercados y converger financieramente'. León, quien también imparte clases en la Universidad Politécnica de Madrid, es uno de los encargados de elaborar el próximo plan de investigación y desarrollo español, que tendrá que estar listo antes de final de año. 'Ningún país puede ya hacer el plan de I+D aisladamente, hay que contar con el resto de países de la UE, hasta que consigamos que cualquier ciudadano o empresa europea pueda participar en las convocatorias de otras naciones'. ¿Cuándo será eso? Dentro de cinco años, más o menos', piensa el secretario general.

Mientras tanto, ni la flexibilidad laboral, ni el teletrabajo, ni la convergencia tecnológica, ni el liderazgo europeo en sociedad de la información, temas todos ellos que se volvieron a tratar por enésima vez en marzo de este año, en el Consejo Europeo de Barcelona, dan los frutos esperados. Son palpables las brechas que existen de un país a otro en asuntos tan esenciales como el número de PC per cápita o la inversión en I+D. Con la ampliación de la UE el problema se agravará, ya que los niveles de informatización o redes de telecomunicaciones de Estados como Hungría, Polonia o Eslovenia están a años luz de los niveles de Alemania o los países nórdicos.

Hay propuestas, como la de Luis Rodríguez Roselló, que hablan de endurecer los retos tecnológicos y medirlos de la misma manera que se hace con los objetivos económicos, creando incluso sanciones para los países que no los cumplan. Más realista es la propuesta de Anna Diamantopoulou, la comisaria para Empleo, de aumentar los fondos estructurales dirigidos a la sociedad de la información, estableciendo como prioritarios los recursos humanos.

A través de las ayudas y subvenciones dadas por la UE, se ha conseguido sacar adelante iniciativas interesantes, como el reciente proyecto Innova Aragón, con una inversión cercana a tres millones y que ha sido financiado al 50% por el Fondo de Desarrollo Regional (Feder). Impulsado por el Gobierno de Aragón y con la colaboración del Instituto Aragonés de Empleo y de la Mujer, Innova pretende crear grupos de empresas y fomentar el empleo principalmente en zonas rurales, aprovechando el potencial de las nuevas tecnologías.

Desde la Comisión se esgrime como ejemplo el caso de Irlanda, que ha sabido aprovechar las tecnologías de la información para superar una estructura económica basada la agricultura. El milagro tecnológico irlandés debe mucho a los fondos estructurales de la UE, y constituye un argumento para aquellos que ven inútiles este tipo de subvenciones.

Es necesario también que la Comisión impulse su propio tejido de empresas líderes en tecnologías de la información, y que éstas puedan competir en igualdad de condiciones con las norteamericanas y canadienses. 'Si no es así, en Europa corremos el riesgo de que nos dirijan desde EE UU y capitalicen el potencial que tiene este sector. Ya ocurrió una vez con la industria aeronáutica, hasta que la UE decidió plantar cara a los Boeing de turno construyendo su propio Airbus', afirma el presidente de una empresa española de equipos informáticos presente en Copenhague. El directivo prefiere no exponer sus argumentos en voz alta porque, aunque le pese, sus mayores clientes siguen siendo los estadounidenses.

Se busca profesional tecnológico

Los llaman 'conocimientos de largo alcance', y deben servir para crear expertos en la industria tecnológica, que se caracteriza precisamente por lo rápido que cambian sus necesidades laborales debido a la constante innovación tecnológica. Hace unos años, los trabajadores más demandados por el sector eran los ingenieros de telecomunicaciones y electrónicos. El fracaso del UMTS ha llevado a muchos de ellos al paro. Hoy, se necesitan expertos en redes. Así lo confirma Robert Lloyd, presidente de Cisco Systems para Europa, Oriente Próximo y África, quien afirma que la demanda de este tipo de profesionales asciende en Europa al 29%. Esta firma creó hace un año un curso online del que ya se han beneficiado más de 60.000 europeos. Lloyd cree que son necesarias más iniciativas de este tipo, 'llevadas a cabo por empresas líderes en cada segmento'. Cisco se ha asociado con Microsoft, IBM, HP, Sun Microsystems y otras firmas para tratar de remediar en Europa 'una grave carencia de trabajadores cualificados'. Las empresas europeas, una vez más, deberán sólo tomar nota.

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