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La enoteca

Corcho y sacacorchos

El corcho. Su descubrimiento ha sido decisivo para el mantenimiento del vino en botella, atribuido al célebre monje de Champaña Dom Perignon.

Origen. El alcornoque presta su corteza para la elaboración del corcho, ofreciendo múltiples ventajas: elasticidad, que le permite adaptarse al tamaño del cuello de la botella una vez introducido, e impermeabilidad, que contiene el líquido a la vez que lo aísla del oxígeno. El corcho no añade sabor al vino, siempre y cuando esté en buen estado y sea de calidad.

Conservación. Para que el corcho no se estropee con el tiempo, es necesario evitar un exceso de sequedad, que se remedia colocando las botellas horizontalmente. También pueden darse casos de desarrollo de mohos y bacterias que afecten al vino. Cuando esto ocurre, hablamos de que un vino está bouchonné, es decir, con sabor a corcho.

Clases. Existen muchos tipos de corchos, que se adaptan a las diferentes necesidades del vino. Su diámetro es estándar, 24 mm. que se comprimen hasta 18 para ser introducidos en la botella. Los corchos del champán y del cava son más anchos, alcanzando los 31 mm. de diámetro, lo que les permite resistir la presión del gas carbónico, y tienen forma de seta, dejando la parte superior fuera de la botella asegurada a través del morrión y la cápsula metálica.

Los vinos destinados a envejecer en botella largo tiempo alojan corchos de primera calidad y más largos. A pesar de ello, deben ser sustituidos pasados unos 25 años. Cuando hablamos de vinos jóvenes o de crianza, los corchos son más cortos; y para vinos de gama más baja podemos encontrar corchos de conglomerado, fabricados con fragmentos de corcho.

En España los espumosos llevan ciertas indicaciones a base de signos impresos en el corcho. La estrella indica una elaboración con el método tradicional, un rectángulo indica el uso del método Transfer, una circunferencia para el Charmat y un triángulo para el vino gasificado.

El sacacorchos. Este artilugio existe desde hace tres siglos. En él, creatividad y el carácter práctico se unen dando lugar a muchas y variadas versiones. Entre los modelos más comunes encontramos el sacacorchos en T, que exige mucho esfuerzo y son poco prácticos; el de camarero, provisto de un simple sistema de palanca, que se apoya en la boca de la botella, o de doble impulso, con doble palanca para hacer más fácil la extracción. También, el sacacorchos de mariposa, con dos brazos que se elevan según se introduce la espiral y que extraen el corcho bajándolos, o el de contra-rosca, con doble empuñadura, la primera hace penetrar el tirabuzón y la segunda lo hace girar al revés para sacarlo.

Por último, el invento del siglo, el sacacorchos Screwpull, concebido por un ingeniero estadounidense inspirándose en los sondeos petrolíferos.

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