Las nuevas cámaras fotográficas digitales renuevan prestaciones y mantienen el precio. La vista de los fabricantes está puesta en la próxima Navidad. Casi 124.000 usuarios adquirieron el año pasado un equipo fotográfico digital, según Asimelec, asociación que reúne a las empresas españolas de electrónica y comunicaciones. Las ventas se incrementaron un 37,69% respecto a 2000 generando un negocio de 54,5 millones de euros.
Imágenes al instante, borrado de las tomas no deseadas, memoria regrabable en lugar de carretes, elección entre color, blanco y negro o sepia en cada toma; tamaño y peso reducidos y una calidad de imagen más que aceptable son sus características. Por 300 euros se obtiene un modelo de 2,2 millones de puntos (MP o megapíxeles) efectivos que permite imprimir copias de 10x15 centímetros de calidad. Y subiendo en precio y resolución se alcanzan impresiones A4 y superiores. Sin embargo, aún queda camino por recorrer en otros terrenos: 'Trabajamos para conseguir mayor velocidad de procesado, menor consumo de energía y facilidad de uso a través de menús simples', explica Javier Águeda, fotógrafo profesional y colaborador de Canon.
La primera en quedarse corta es la memoria. La mayoría de las tarjetas que se adjuntan con la cámara no superan los 16 Mb, lo que se traduce en unas 25 instantáneas de calidad. El coste de una tarjeta adicional de 64 Mb ronda los 46 euros y, mediante ella, el usuario puede guardar unas 80 fotos con buena resolución. Antes de adquirir un modelo u otro es conveniente averiguar qué tarjetas de memoria -SmartMedia, CompactFlash y SecureDigital Card, entre otras- se pueden insertar en la ranura de su cámara.
124.000 usuarios adquirieron el año pasado un equipo digital, un 37,6% más que en 2000, lo que supuso un negocio de 54 millones, según Asimelec
Otro de los acompañantes habituales es la segunda batería. Poco después de adquirir su cámara, el consumidor se dará cuenta de que sólo aguanta tres o cuatro horas de uso continuo, lo que deja como alternativas la recarga o una segunda batería. En opinión de Javier Águeda, 'las mejores son las baterías de ion de litio porque duran más, son ecológicas y no acusan el efecto memoria. Es decir, su duración no disminuye si la recarga no parte de cero, como los teléfonos móviles'. Otra alternativa son las pilas convencionales, para personas que prefieren comprar y tirar, o recargables de níquel-cadmio, que duran más', apunta Francesc Assens, director de marketing de Fujfilm España, cuyos productos funcionan con pilas.
Fundas, cargadores, impresoras, papel y lectores-grabadores de tarjetas son otros extras. 'Los accesorios se adquieren en el primer año que sigue a la compra', calcula Gonzalo Saiz, jefe de producto de fotografía digital de Hewlett Packard, 'ya que al principio el consumidor no es consciente de lo que requiere el uso básico de la cámara'.
Impresión, fuera de casa
Según Canon, en 2005 se imprimirán en toda Europa más de 1.000 millones de fotografías digitales. 'Las impresoras más usadas son las de chorro de tinta', explica Javier Águeda, 'han mejorado mucho, ofrecen mejor resolución, precios más económicos y la duración de la copia iguala la del proceso químico, con unos 25 años'. A su coste se añade el del papel, que puede costar desde 8 euros (20 hojas de papel fotográfico brillante 10x15) a 18 (20 hojas en A4).
Otros expertos recomiendan desdeñar la impresión doméstica en pro de la tienda o laboratorio habitual, que asegura la calidad de los resultados por unos 30 céntimos la copia estándar (10x15). En lugar del carrete, el consumidor puede llevar su tarjeta de memoria, un CD o enviarlas por correo electrónico. En menor proporción se utilizan las páginas web que estampan las copias por un precio entre 25 y 50 céntimos, a lo que algunos añaden otros seis euros por entrega a domicilio. Entre estas direcciones figuran superfotodigital.com y reveladodigital.com, además de las páginas de los fabricantes, como photo.epson.es, agfanet.com y kodak.es. Los interesados en convertir su foto digital en diapositiva pueden hacerlo a través de laboratorios por unos seis euros.
Las nuevas cámaras añaden la posibilidad de grabar piezas de vídeo (con sonido) de corta duración. Para retocar las imágenes, tanto fijas como en movimiento, las cámaras adjuntan programas que, dependiendo de la marca, son más o menos intuitivos y automáticos. La mayoría se limitan a mostrar las imágenes y ordenarlas y tienen pocas opciones de retoque. 'Por lo general, los usuarios utilizan el software de la cámara y en muy pocas ocasiones usan programas adicionales como Photoshop, Corel Draw o Photopaint', añade Gonzalo Saiz, de HP. Para fomentar las ventas, aunque no se alcancen las cuotas de Japón, donde un 70% de las cámaras son digitales, los fabricantes demandan mayor capilaridad en la distribución, de forma que los dispositivos digitales se puedan encontrar en todos los puntos de venta relacionados con la informática y la fotografía.
Nueva oferta para todos los bolsillos
Al margen de los modelos profesionales, mucho más caros, el abanico de cámaras compactas es amplio en prestaciones y precios.