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Futuro
Columna
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'Amanece, que no es poco'

Resignarse al pájaro en mano que nos ofrece la renta fija puede ser un error mayúsculo. Santiago Satrústegui recuerda que los mercados financieros son el mejor mecanismo de formación de precios

Mirar para atrás y lamentarnos de lo que podía haber sido si se hubieran tomado decisiones distintas es en estos momentos un ejercicio destructivo que sólo lleva a terminar con cualquier atisbo de optimismo que pudiera quedar. Cargar toda la responsabilidad en los analistas o en aquellos que nos aconsejaron produce en estos momentos un efecto balsámico y adormecedor en muchos inversores, pero tampoco abre ninguna vía de solución al problema.

Considerar que el mercado financiero es malo por naturaleza y resignarse al pájaro en mano que nos ofrece una raquítica renta fija puede ser un error mucho mayor que los que podamos considerar cometidos hasta ahora.

Seguir los cantos de sirena que nos llegan desde los supuestos activos refugio de la mitología más popular podría convertirnos en los ganadores del premio de la doble burbuja. El desplome de los ladrillos puede ser incluso peor que el de las acciones si de verdad vienen mal dadas.

Mirar al futuro con perspectiva, afrontándolo con la tranquilidad de haber asimilado la situación actual como el único punto de partida posible, nos abrirá, en cambio, un gran abanico de oportunidades. Estamos viviendo los momentos más favorables para preferir los ciento volando de la última década.

Sean cuales sean, las decisiones más afortunadas que se van a tomar en los próximos meses van a tener mucho más que ver con la determinación y el carácter, que con una explicación lógica del porqué se están tomando. El castigo ha sido demasiado duro y aunque es fácil hablar, es difícil tomar decisiones. Ya dijimos al principio de la crisis que los mercados y la vida se viven hacia delante, pero sólo pueden explicarse mirando hacia atrás.

Escándalos puntuales aparte, la incertidumbre actual es precisamente fruto del fracaso de todas las teorías que hasta ahora habían creado la sensación de que los mercados se podían dominar. Del futuro ahora mismo sólo podemos saber que se acerca a nosotros a una velocidad de 60 segundos por minuto y 60 minutos por hora.

¿Mojarme más?

De aquí a tres años la economía habrá sufrido una importante crisis, pero mientras esto ocurre los mercados de renta variable habrán vivido uno de los mejores periodos de su historia y la estabilidad del precio de los inmuebles será el peor quebradero de cabeza de las familias.

¿Una razón?

A pesar de la que ha caído, los mercados financieros mundiales han demostrado ser el mecanismo más eficiente de formación de precios que se conoce. La inmediatez de la información y la transparencia y la globalidad de las transacciones se han mantenido a pesar de las situaciones de pánico intrínsecas del mercado e incluso de aquellas que han venido de fuera. Tener siempre un precio de contrapartida puede desquiciar a muchos inversores que ven bajar su patrimonio, pero es mucho peor querer vender y no tenerlo.

Podríamos utilizar el título de la genial película dirigida por José Luis Cuerda, para empezar a construir los pilares de nuestro optimismo constatando que, a pesar de todo, en los mercados todos los días Amanece, que no es poco.

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