Finalmente, hubo recesión
La revisión de datos refleja que EE UU estuvo en recesión desde enero a septiembre de 2001. La volatilidad de los indicadores genera para Alfonso Novales una incertidumbre que podría evitarse
La nueva estimación de los datos de contabilidad nacional de la economía estadounidense nos ha sorprendido con un crecimiento negativo del PIB durante cada uno de los tres primeros trimestres del año pasado. De acuerdo con la definición que se ha dado en tomar como referencia, EE UU estuvo en recesión desde enero a septiembre de 2001, a pesar de que con la estimación inicial, tan sólo el tercer trimestre había experimentado crecimiento negativo.
La revisión ha sido más significativa de lo habitual, no sólo por su magnitud, sino por sumirnos en tasas negativas de crecimiento para la mayor parte del año. Como ejemplo, un año después sabemos que, frente a una estimación inicial de crecimiento del PIB de 1,3% en el primer trimestre de 2001, la nueva estimación representa una caída del 0,6% en dicho trimestre. Todavía falta una tercera y última revisión, que es imposible anticipar en qué dirección irá, y si propondrá un cambio significativo respecto a la última estimación.
La elaboración de la contabilidad nacional es un proceso muy complejo, imposible de realizar inmediatamente. Sin embargo, la necesidad de conocer el estado de la economía hace que se adelante una estimación del dato trimestral, que es revisado posteriormente, cuando la recepción y tratamiento estadístico de los datos necesarios ha finalizado. Así, el retraso temporal con que disponemos de una estimación definitiva del crecimiento económico trimestral es importante.
A pesar de ello, recordemos que el comité asesor del National Bureau of Economic Research, que pone fecha a las recesiones en EE UU, fijó ya el año pasado marzo de 2001 como inicio de la recesión, lo cual no fue corroborado por la estimación inicial del PIB de dicho país, pero que resulta consistente con su reciente revisión. Esto sugiere un voto de confianza para este grupo de académicos, que utilizan los muchos indicadores mensuales disponibles para estimar la evolución que están siguiendo los agregados trimestrales de la contabilidad nacional, incluido el PIB.
Este ejercicio estadístico es factible, si bien no exacto; es enormemente valioso, pues permite anticipar con bastante aproximación una información trimestral que tarda tiempo en darse por definitiva. Sin embargo, no todos los datos mensuales merecen la misma atención; muchos indicadores importantes son muy volátiles, por naturaleza, y hay que evaluarlos en la adecuada perspectiva temporal. En todos los casos, los datos mensuales deberían ser valorados únicamente por comparación con una senda anual elaborada de antemano, en el contexto de un escenario global, coherente, para toda la economía. Lamentablemente, no es esto lo habitual, y demasiados indicadores son noticia de prensa mensualmente. Su volatilidad hace que unos meses se presten a una interpretación positiva, siendo negativa el mes siguiente, pues el dato no se sitúa en la perspectiva temporal adecuada. Desafortunadamente, generamos así una incertidumbre gratuita, que podría evitarse, y que tiene implicaciones nada triviales, como estamos habituados a ver, sobre el funcionamiento de los mercados financieros.
Por cierto, el comité mencionado aún no ha fijado la fecha en que la recesión de 2001 acabó. Bien podría estar esperando a los próximos datos antes de anunciar si la recesión terminó a finales del 2001, continuó durante parte de este año o, lo que sería más dramático, aún continúa.