El Banco Central hace una apuesta arriesgada
Al compás de los mercados internacionales y de los resultados en las encuestas electorales, la crisis brasileña sigue subiendo en grados. El comportamiento del real pone de manifiesto esta mayor presión de los mercados sobre la economía cuando aún restan tres meses para las elecciones.
Los máximos históricos de la divisa brasileña, que prácticamente ha alcanzado la cota de las tres unidades con el dólar, limitan el margen de maniobra de las autoridades a pesar de los importantes logros alcanzados en la gestión de la política económica.
La actitud del Banco Central bajando sus tipos de referencia medio punto hace tan sólo una semana envía una muestra de confianza en el real, aunque, quizá, también de voluntarismo. El repunte de la tasa de desempleo y el retroceso de la actividad demandan tipos de interés reales más bajos que faciliten la recuperación, pero con ello podría debilitarse la moderación de los precios, que cada vez parecen más alejados del objetivo del 5,5%. En este sentido, las interpretaciones que pudieran derivarse son arriesgadas. Más aún en una coyuntura tan delicada, donde una parte significativa de los agentes vuelve a cuestionarse la continuidad de un ciclo expansivo mundial.
El repunte del desempleo y el retroceso de la actividad demandan tipos más bajos, pero se podría debilitar la moderación de los precios
Que la capacidad de respuesta del Banco Central es significativa y que cuenta con un respaldo mayor de los organismos multilaterales que Argentina es un claro argumento a favor de Brasil.
Por el momento, la solvencia parece garantizada y el compromiso asumido de control de las cuentas públicas de alcanzar un superávit primario del 3,50% parece factible.
El volumen de vencimientos que debe renovar el Gobierno en el segundo semestre equivale a una quinta parte del saldo emitido y en el peor de los casos dispondría de liquidez para hacer frente a la deuda que vence antes de las elecciones.
No obstante, en este periodo de interinidad debería evitarse el riesgo de cualquier interpretación tremendista del mercado y, en este contexto, el último recorte de tipos resulta tanto más controvertido si consideramos que difícilmente va a ser el comienzo de una política relajadora más acentuada, hasta que, al menos, no se asimilen los resultados de octubre.
El rebote bursátil no llega a la región
El fuerte rebote de los índices bursátiles estadounidenses no se trasladó con la misma intensidad a las Bolsas latinoamericanas como lo hizo a las europeas. Este comportamiento se puede explicar por diversos factores. En primer término las fuertes ganancias registradas en EE UU y Europa responden a un movimiento correctivo ante las marcadas pérdidas de los días anteriores, que en las Bolsas latinoamericanas habían sido de menor magnitud (con excepción de Brasil). Por otro lado, si a lo largo del año la correlación entre los índices europeos y estadounidenses ha ido en aumento, por el contrario, la fuerte vinculación que existía entre los índices latinoamericanos con Dow Jones y Nasdaq ha ido en declive. Esto indica que las Bolsas latinoamericanas se están moviendo en 2002 en mayor medida por factores propios que por los movimientos globales de la renta variable. Este hecho no es sorprendente si tomamos en cuenta los acontecimientos extraordinarios acaecidos durante este año, como la crisis en Argentina, la incertidumbre electoral en Brasil o los escándalos contables en Estados Unidos.
Otro hecho que influye sobre las menores fluctuaciones en las Bolsas latinoamericanas son los fuertes repuntes en las volatilidades de los índices europeos y estadounidenses, que no se han dado con tanta intensidad en los índices latinoamericanos. No obstante, los movimientos en los mercados estadounidenses siguen siendo un factor determinante sobre la renta variable latinoamericana, como lo atestiguan las correlaciones superiores al 40% que se dan en casi todos los índices.