El mercado chino, un reto para el turismo español
E n una entrevista publicada hace algunos días en el diario francés Le Figaro, el director general de la Organización Mundial de Turismo mencionaba que en el año 2020 unos 100 millones de chinos viajarían como turistas al extranjero. China se habrá convertido entonces en uno de los primeros emisores de turistas del mundo.
El boom del turismo chino ya se ha iniciado. 25 años de fuerte crecimiento económico han posibilitado un gran aumento del nivel de vida de la población, y el surgimiento de capas de población (que en términos relativos representan un 5%-7%, pero que en términos absolutos significan 60-80 millones de personas) con una capacidad adquisitiva relativamente alta.
China suele negociar con otros países lo que se denomina un acuerdo de 'estatus de destino aprobado'. Ello significa que el país con el que China firma un acuerdo de este tipo queda oficialmente autorizado por las autoridades chinas para que puedan viajar a él turistas chinos. Se ha hablado recientemente de que la Unión Europea podría negociar un acuerdo de este tipo, acuerdo que lógicamente cubriría a todos sus países miembros.
Ahora bien, como con tantas otras cosas en China, una cosa son los reglamentos, las normas, y otra, la evolución de la realidad, que sobrepasa ampliamente a éstos. El hecho de que no existan acuerdos de 'estatus de destino aprobado' no significa que los chinos, de hecho, no puedan viajar como turistas.
Así, desde hace años, en las agencias de viajes chinas (incluidas las oficiales) se pueden encontrar ofertas de viajes a Europa, que incluyen normalmente la visita a cuatro o cinco países europeos. Hay que decir que la presencia de España en estos paquetes ha sido hasta ahora muy escasa.
La pregunta obvia es: ¿qué puede hacer España para posicionarse y aprovechar un mercado turístico de enorme potencial y que ya está empezando a ser una realidad apreciable? Como ha sucedido antes con la presencia económica y comercial en China, corresponde a la Administración asumir el liderazgo.
En primer lugar, hay que tomar una decisión política clara de que se quiere abordar este mercado. Ello implica buscar una solución para el problema de los visados. El gran obstáculo que existe hoy en día para que puedan venir turistas chinos a España es el de las restricciones para la concesión de visados, por lógicos motivos de evitar la inmigración ilegal.
Países como Francia y Alemania han establecido sistemas experimentales para la concesión de visados turísticos desde sus consulados en China. En un caso, por ejemplo, se ha acordado entre los responsables consulares y las agencias de viaje chinas que éstas, una vez finalizado el viaje de un grupo, se comprometen a llevar al consulado los pasaportes de los turistas chinos, con el fin de comprobar que todos han regresado.
Una vez tomada esta decisión, la Administración debería impulsar acciones de promoción comercial clásicas. Por ejemplo, celebrando en las principales ciudades chinas como Pekín, Shanghai o Cantón seminarios sobre España como destino turístico, dirigidos a profesionales chinos del sector. Podrían también organizarse misiones inversas, en las que representantes de agencias de viajes chinas vinieran a España, conocieran su atractivo turístico y tomaran contacto con agentes españoles del sector.
Se ha dicho con frecuencia que llegamos tarde a China para exportaciones e inversiones. España debe plantearse ahora si quiere estar presente en el mercado chino de turismo y actuar en consecuencia, articulando un procedimiento de visados y promocionándose, sin esperar a la firma de acuerdos administrativos. De lo contrario, corremos el riesgo de tener que lamentar de nuevo haber llegado tarde a un mercado que, entonces, será uno de los mayores del mundo.