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La economía de EE UU, chamuscada

'La economía estadounidense es la más sana de toda una generación y la más fuerte del mundo'. Así se jactó Bill Clinton ante los líderes que acudieron a un encuentro hace cinco años. La Cumbre de Denver marcó un elevado punto en el triunfalismo norteamericano, con unos líderes europeos y japoneses incómodos con sus sombreros vaqueros mientras el anfitrión exaltaba las bondades de la nueva economía americana (...).

Cómo cambian los tiempos. Cuando George Bush visite la estación de esquí canadiense de Kananaskis, el próximo miércoles, para asistir a la Cumbre del G-8 tendrá menos de lo que presumir. Ciertamente, en lo que concierne a los inversores el modelo ha perdido gran parte de su encanto. Están preocupados por las potenciales debilidades económicas así como por los continuos datos sobre la contabilidad, inversión y por la situación de algunos directivos.

Los resultados están claros. Por primera vez desde los años veinte los mercados de valores han estado cayendo en los primeros meses de la recuperación económica. El promedio industrial del Dow Jones ha descendido y se encuentra ya en niveles de 1999. El poderoso dólar, símbolo de la milagrosa economía americana, continúa resbalando (...). Súmense todos estos datos y el gran modelo que Clinton paseó en Denver parece muchos menos triunfante.

Eso no significa que una nueva estrella lo haya sustituido. Fijando la mirada en la economía japonesa, a cámara lenta, y en las inactivas economías occidentales, la americana todavía luce dinamismo y flexibilidad. Sigue siendo la más fuerte del mundo. Pero la brecha existente entre EE UU y el resto se está encogiendo.

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