La fiebre pertenece al pasado
La fiebre de las salidas a Bolsa generada básicamente por las empresas tecnológicas y relacionadas con Internet pertenece ya al pasado. Los inversores pretendían ser los descubridores del nuevo Microsoft y así invertían en todas las salidas, casi diría independientemente del precio de salida. En nuestro país tenemos el caso paradigmático de Terra, con su espectacular subida desde 11 euros hasta 150 euros y la posterior bajada a los abismos.
Yo creo que olvidamos a menudo la asimetría de información que existe en los mercados. Los gestores de una empresa conocen mejor que los inversores, y en ocasiones que los propios bancos colocadores, el auténtico valor de la misma. Ello hace que podamos suponer que la salida se efectúa en el mejor momento de la vida de la empresa, es decir, cuando los beneficios y el rendimiento de los activos han alcanzado un nivel máximo. En caso contrario, y siempre que la empresa o los accionistas no necesiten efectivo con urgencia, la empresa que emite los títulos esperaría un momento futuro para salir al mercado.
Por lo tanto, el único interés de los inversores, en la actualidad, es poder especular con la posible rentabilidad extraordinaria que ofrezcan las acciones en el primer día de cotización de la empresa que sale a Bolsa, pero no mantener esos títulos durante un periodo de tiempo prolongado debido a los imprevistos vaivenes de los mercados. Se trata de buscar una rentabilidad inmediata.
Asimismo, la salida en forma de oferta pública de venta (OPV) suele resultar muy cara para las empresa, especialmente si quieren dirigirse a los inversores minoristas. No hay que olvidar que dentro del coste de la operación deben incluirse las comisiones pagadas a los intermediarios financieros y también la minoración del precio que lleva a la observada rentabilidad extraordinaria del primer día.
Convencer a los inversores institucionales requiere, entre otras cosas, efectuar largos y costosos road shows y explicar las bondades de la empresa emisora por medio mundo. æscaron;ltimamente se aprecia que algunas empresas han optado por abandonar este procedimiento y recurrir al listing.
Los ejemplos en nuestra Bolsa son el Banco de Sabadell y Puleva Biotech. Este método consiste en introducir los títulos de la empresa en la negociación bursátil sin previa venta a ningún inversor. El coste es lógicamente inferior y a mi entender no ofrece a la comunidad inversora esta sensación de oportunismo que a veces ha caracterizado a las OPV.
En cuanto a la escasa rentabilidad a largo plazo, entre tres y cinco años, de las salidas iniciales a Bolsa parece probada en la mayoría de mercados. A este efecto deberemos añadir la deficiente diversificación que consigue un inversor demasiado posicionado en acciones individuales. Es por esto por lo que yo no aconsejaría mantener a largo plazo estos títulos. Es un consejo. Parece mejor invertir en un fondo de inversión, que también los incorporará, pero con una diversificación superior.