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Guillermo de la Dehesa

'Sin la formación continua no se sobrevive'

Madrileño de 60 años, Guillermo de la Dehesa insiste en la necesidad de los ejecutivos de apostar por valores y comportamientos éticos como garantía de competitividad y buen funcionamiento de las empresas

La conversación con Guillermo de la Dehesa, consejero asesor de la presidencia del Banco Pastor, transcurre de forma pausada, con silencios y tomándose un tiempo para responder. Madrileño, de 60 años, estudió en el elitista colegio del Pilar, es licenciado en Derecho y Economía, técnico comercial y economista del Estado desde 1968 y jefe de oficina del Banco de España desde hace 22 años. A lo largo de su carrera profesional ha sabido compaginar su labor en la Administración pública, en la secretaría de Estado de Economía, y en el sector privado, donde ha ocupado, entre otros cargos, la presidencia de Gas Madrid. En la actualidad, además de sus ocupaciones en el Banco Pastor, ocupa la presidencia del Instituto de Empresa, una de las escuelas de negocios de mayor prestigio de España. También preside Plus Ultra, es vicepresidente de Goldman Sachs Europe y consejero de Unión Fenosa, Campofrío y Telepizza.

Pregunta. ¿Qué tipo de profesionales demanda el sector de la banca?

Respuesta. Los de siempre. Cada vez se profesionaliza más la gestión y, por tanto, cada día hay más escuelas de negocios que perfeccionan a esos profesionales. Se tiende a exigir un máster en administración y dirección de empresas o cualquier otro curso especializado. Los profesionales españoles están cada vez más formados y preparados para competir.

P. Sin embargo, la formación continua parece no tener mucha aceptación dentro de las empresas.

R. En España, el tema de la formación continua es muy flojo. El 60% de las empresas no ofrecen formación continua a a sus empleados. Este porcentaje es mucho más elevado que en Europa. Una razón por la que no se presta tanta atención a la formación es por el elevado número de empleados temporales que hay en las empresas. No es rentable para una empresa formar a una persona que va a estar varios meses en una compañía. El tema de la temporalidad es un problema grande, ya que existe mucha gente joven trabajando que podría tener una mayor productividad.

P. Diferentes estudios reflejan que también los profesionales son reacios a la formación continua.

R. Todo esto está cambiando gracias al ejemplo de las multinacionales, que dedican mucho tiempo a formar a sus empleados. En España el tejido empresarial está muy concentrado en pequeñas y medianas empresas que no son tan sensibles a este tema. Yo, que debido a mi trayectoria profesional he tocado todos los temas y he trabajado en muchos sectores, he tenido que ir aprendiendo sobre la marcha y he estado continuamente formándome. Sin la formación continua es muy difícil sobrevivir hoy día en el mundo laboral.

P. La competitividad a la que están sometidas las empresas, ¿no les está llevando a olvidarse de los valores éticos?

R. Eso sería un error, porque son fundamentales. Creo que los valores éticos se reciben de pequeño, en el seno de la propia familia. Dentro del mundo empresarial, la mejor forma de que haya una actitud ética e íntegra ante los negocios es con transparencia. Es lo que se demanda hoy día. Hay que ser cada vez más transparente de cara a los socios, a los accionistas, a los clientes, a los empleados. Por ejemplo, en el Reino Unido existe una práctica que aquí no existe y es que en la memoria anual tiene que figurar lo que ganan los consejeros y los ejecutivos en concepto de sueldo, pago en especie, bonos, chófer... Si todo esto no figura en la memoria, la multa que tiene que pagar la empresa es monumental. Esto obliga a los accionistas a tomar ciertas medidas, ya que tienen información. Eso da lugar a que si las empresas van mal o están pasando por una crisis, se les haga renunciar, porque todo se hace de forma transparente y a la vista de todos, a una parte de su sueldo o a una parte de la remuneración. En España, por ejemplo, eso no ocurre, y ha habido casos de ejecutivos que se han beneficiado con la compra de acciones cuando tenían información privilegiada. Eso no es tener ética. Creo que la transparencia y la información hace que se fomente el comportamiento ético de los profesionales dentro de las empresas. En Estados Unidos, la remuneración de consejeros y asesores se considera un coste para la empresa y, por tanto, debe figurar y estar especificado en las cuentas anuales de las compañías.

P. Dentro de esa formación en los valores éticos, ¿no tienen una labor importante las escuelas de negocios?

R. Por supuesto, y creo que la labor de los profesores, además de formar a los alumnos, es facilitar destrezas directivas, tienen que hacer hincapié en la necesidad de una gestión transparente y ética dentro de las empresas. Poco a poco, la comunidad internacional y las misma compañías van empujando para que todos se apunten al carro del comportamiento ético. El mundo del soborno no hace ningún favor a las empresas, es más, destruye la competencia. Es importante que la competitividad de las empresas se desarrolle dentro de los marcos legales y no se incurra en otro tipo de prácticas, que lo único que hacen es destruir valor. Hace años no había, por ejemplo, profesores de ética, y eso es importante porque se va avanzando hacia un camino más transparente.

P. ¿Qué es lo que prima en la gestión actual de las empresas?

R. No sólo los conocimientos técnicos y la formación que se adquiere tienen importancia, sino que cada vez son más necesarias las relaciones humanas. Esto abarca la forma en la que te manejas con los equipos de profesionales, la forma en la que les haces sentirse como miembros de esa compañía. Todo ha cambiado en la manera de gestionar y en la manera de dirigir las empresas, aunque al final sea una persona la que tome las decisiones. Se valora más el trabajo en equipo que el trabajo individual de los profesionales.

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