La crisis del orujo se come un 75% de las ventas del sector
La suspensión de pagos sigue siendo una amenaza para la supervivencia de las más de 60 industrias extractoras de aceite de orujo de oliva de España. Según los datos de la Asociación Nacional de Extractoras de Orujo (ANEO), las ventas han sufrido un estancamiento crónico de un millón de litros mensuales frente a los cuatro habituales antes de que la ministra de Sanidad, Celia Villalobos, decretase la alarma alimentaria en julio por contener altos niveles del compuesto benzopireno.
El proceso fue, inicialmente, dramático. En los cuatro meses posteriores a la declaración de la alerta el sector no vendió ni un litro de aceite de orujo, dado que los comercios tuvieron que retirar las partidas que estaban en las estanterías destinadas al consumo.
En el mes de septiembre se produjeron las primeras ventas de 600.000 litros, que en octubre se convirtieron en un millón. Pero en esa cifra se estancó la subida. Desde entonces hasta el mes de marzo -últimos datos conocidos-, las ventas se han estabilizado en un millón de litros.
El fenómeno se debe a la recuperación del mercado de hostelería y restauración, único que a juicio de los responsables de la patronal orujera ha respondido a la normalización legal de la producción de aceite de orujo de oliva. Fuentes del sector indican que el objetivo se basa ahora en recuperar el mercado del usuario particular, que ha dejado de comprar el aceite de orujo en los supermercados y tiendas de comestibles.
El Ministerio de Agricultura ultima una campaña publicitaria genérica en favor del consumo de este producto en la que va a invertir 800.000 euros y que saldrá en los medios de comunicación previsiblemente el próximo mes de junio.
Situación crítica
El presidente de ANEO, Fernando Muñoz, admite que la situación 'es crítica, sólo se ha recuperado un 25% del consumo, tenemos aceite que no se vende y a un precio que no cubre costes'.
El sector se ve a sí mismo como la oveja negra de la familia de los productos del olivar. Los orujeros tratan de convencer al resto del sector (almazaras y refinerías de aceite de oliva principalmente) de que la crisis les afecta a todos. Las orujeras retiran cada año más de 400.000 toneladas de residuos sobrantes de la extracción del aceite de oliva. Se trata de un residuo altamente tóxico que en el pasado provocó graves problemas de contaminación en los ríos. Si los orujeros dejaran de retirar por falta de rentabilidad lo que para ellos es materia prima, se produciría un grave problema medioambiental. Pese a ello, el sector ha acudido como cada campaña a la retirada de la mezcla de alpechín y orujo sobrante de las almazaras.
Pero a cambio los orujeros piden a almazaras y cooperativas ser admitidos en la asociación interprofesional del sector como primer paso para discutir medidas globales de apoyo a esta industria.
Por el momento la crisis se ha saldado con dos suspensiones de pagos de sendas envasadoras: la valenciana Gaspar Peral y la firma madrileña Rafael Salgado.
Eroski distribuirá los aceites de Coreysa
La crisis que atenaza al sector de la extracción y envasado de aceite de orujo ha sido eludida por Coreysa, de Osuna (Sevilla), una de las principales compañías del sector en España, que ha apostado por la comercialización a través de diversas marcas (la principal es el aceite de orujo de oliva Capicúa, aunque también ha entrado en sectores como la venta de aceitunas rellenas de anchoa). La compañía que preside Álvaro Espuny reconoce unas pérdidas de 60 céntimos de euro por cada litro con la medida de alarma alimentaria decretada por la ministra, lo que supone una merma de ingresos por este concepto de 600.000 euros.
Esta pérdida no va a repercutir excesivamente en las cuenta de resultados de la firma de Osuna, dado que Coreysa es una de las pocas del sector que producen y venden con marca propia.
A ello hay que sumar la política comercial de la empresa, que ha forjado un acuerdo con la cadena vasca Eroski para introducir 15 millones de litros anuales de aceite de orujo de oliva en las estanterías de esta gran superficie comercial. El contrato alcanza un valor de 18 millones de euros y con él Coreysa tratará de entrar de nuevo en el casi perdido circuito de la venta directa al consumidor (no a través del canal de hostelería), apoyándose en parte en la campaña publicitaria que prepara el Ministerio de Agricultura. Una de las fórmulas que las grandes superficies están adoptando para recuperar al consumidor es establecer estanterías con el identificativo de aceite para freír.