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Contabilidad

Los resultados empresariales en EE UU enfrían las expectativas de despegue

La anunciada recuperación de Estados Unidos no termina de reflejarse en los resultados empresariales, según los datos del primer trimestre publicados por las compañías. Los cambios contables estrenados este año han debilitado los beneficios netos, las cifras de negocio no despegan y la demanda tecnológica sigue baja. Los expertos aplazan a la segunda mitad del año la confirmación del fin de la crisis.

Después de que el presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, enfriara las expectativas de una rápida recuperación en Estados Unidos, los resultados trimestrales publicados por las grandes empresas norteamericanas han sembrado más dudas sobre el vigor de la mayor economía del mundo.

El primer aluvión de resultados de 2002 -la mitad de las empresas del índice Dow Jones dio cuentas la semana pasada- ha dejado un sentimiento agridulce y la sensación de que habrá que esperar al menos otro trimestre para encontrar una tendencia al alza que no admita discusión.

Las expectativas puestas en un resurgir del sector tecnológico, considerado un buen indicador de las expectativas de futuro, topan con datos contradictorios. En la vieja economía, la automoción sale lentamente de su peor crisis en décadas, la aviación no supera el 11-S y la energía o el comercio tardan en detectar una reanimación del consumo.

'La primera mitad del año todavía va a ser dura, no se va a notar el repunte hasta la segunda mitad, y más acusadamente hasta el cuarto trimestre', vaticina Felipe Mesía, analista de Self Trade. 'La alegría va por barrios, pero la situación no es de recesión, como se esperaba hace tres o cuatro meses', declara en un tono más optimista Jesús Sánchez Quiñones, director de Renta 4.

El mercado aguardaba con impaciencia los datos relativos a Microsoft, que en el primer trimestre ganó 2.740 millones de dólares (más de 3.000 millones de euros).

Aunque ese beneficio es el más alto conocido en el arranque de este año, y a pesar de que la facturación ascendió un notable 13%, los datos no complacieron al mercado. La fría acogida inicial fue contradicha por bancos de inversión como Merrill Lynch, que elevaron sus perspectivas para el imperio de Bill Gates.

Emitieron malas señales los fabricantes de ordenadores personales, componentes y redes informáticas. Tanto IBM como Compaq perdieron ventas y rentabilidad. Intel recuperó margen y mantuvo su negocio, pero Sun Microsystems perdió una cuarta parte de su facturación y entró en pérdidas.

'Telecos' y automóvil

Nortel, con desplome de las ventas, tuvo pérdidas netas de 841 millones de dólares. La paralización de inversiones en el sector de telecomunicaciones tiene consecuencias en sus proveedores.

Motorola, que siguió en números rojos y perdió un 21% de la facturación, agravó el pesimismo sobre las telecos al revisar a la baja sus previsiones para todo el año, igual que la finlandesa Nokia. El operador de telefonía Bell South subió su beneficio un 30% por la venta de una participación en KPN, pero no cumplió las expectativas.

En el automóvil se vislumbra alguna luz al dar resultados la reducción de costes, pero aún pesan la reestructuración y las agresivas ofertas a los clientes. Ford perdió unos 900 millones de euros en el trimestre, aunque espera volver a números negros a final de año. General Motors redujo un 3,8% su beneficio neto por las pérdidas en Europa, pero mejoró rentabilidad y volumen. El fabricante de piezas Delphi redujo pérdidas, pero las de su competidor Visteon se dispararon.

El conglomerado General Electric, la primera empresa de EE UU por capitalización, tampoco entusiasmó a los mercados, con unos resultados conservadores en los que cae el neto. Honeywell fue algo más rentable, pero perdió un 12% de su negocio.

En el lado negativo, las ocho aerolíneas principales de Estados Unidos sumaron unas pérdidas de 2.400 millones de dólares (unos 2.690 millones de euros), sin que los analistas consideren que hayan tocado fondo aún.

Las cadenas comerciales Sears y Safeway registraron modestos aumentos del negocio y tendencias opuestas en rentabilidad. La industria farmacéutica -menos expuesta al ciclo económico- fue la más boyante, con aumentos de las ventas y las ganancias.

Un cambio contable que pasa factura

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En oportuna coincidencia con el escándalo sobre Enron, las empresas norteamericanas han estrenado este trimestre nuevos criterios contables, en teoría más rigurosos, que han castigado gravemente su resultado neto. Desde el 1 de enero se aplica el Financial Accounting Standard 142, conocido como FAS 142, que obliga a amortizar de una vez el fondo de comercio por adquisiciones previas, que hasta ahora se repartían en varios ejercicios. Esto significa que las empresas cuyas filiales han perdido valor -los ejemplos son numerosos tanto por el desplome de valores tecnológicos como por la crisis en países como Argentina y Turquía- lo han anotado en este trimestre. Un ejemplo llamativo fue Coca-Cola: el fabricante de refrescos tuvo que apuntar una pérdida contable de 926 millones de dólares a sus beneficios antes de impuestos, que eran de 800 millones, y entró en pérdidas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El fabricante aeronáutico Boeing tuvo que anotar 1.800 millones de dólares por las primas pagadas en adquisiciones como la de la división de satélites de Hughes Electronics, lo que anuló unos beneficios antes de cargas de 600 millones y dejó la cuenta de resultados con los mayores números rojos publicados en este trimestre, 1.250 millones de dólares (1.400 millones de euros).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Las compañías explican que se trata de una pérdida no monetaria que no afecta a su actividad ordinaria ni debilita su posición financiera. 'Ahora en lo que hay que fijarse es en los márgenes, el volumen y cuota de negocio', concluye Mesía, de Self Trade.

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