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Juan Luis Arsuaga

'El líder perfecto ha sido Hitler'

A Juan Luis Arsuaga, madrileño de 42 años, le gusta comparar y analizar el comportamiento de los humanos que vivieron hace 800.000 años con la manera de actuar de los ejecutivos de hoy. Según él, en Atapuerca ya había líderes y lucha por el poder

Habla de forma acelerada y amena, a la vez que ejerce de anfitrión de todos aquellos que la semana pasada acudieron a la presentación de su último libro, Amalur, del átomo a la mente (Temas de hoy). Saluda a unos y otros. Le dan palmaditas en la espalda. Juan Luis Arsuaga, madrileño de 42 años, licenciado en Ciencias Biológicas, es catedrático de Paleontología y Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica. Compagina su trabajo en los yacimientos de Atapuerca con su trabajo como docente y las conferencias que imparte por todo el mundo sobre comportamiento social o sobre las bases biológicas del liderazgo.

Pregunta. ¿Ha habido una gran evolución en el comportamiento dentro de las empresas?

Respuesta. Existe un repertorio del comportamiento de grupo. Existe un comportamiento biológico ancestral, evolutivo. Hay gente que piensa que todo puede ser programado. Esto es como una pizza con base, en la que se ponen todos los ingredientes. Las grandes causas de conflicto suelen ser por sexo, territorio y jerarquía. Es una mezcla explosiva, pero eficaz. El territorio se puede compartir dentro de las empresas. Se crea un nosotros y un ellos, se crean señas de identidad que diferencian una empresa de otra. Y forman parte de las estrategias que se utilizan en los grupos.

P. ¿Qué hacemos con la jerarquías?

R. Siempre se han utilizado símbolos. Los despachos de los directores se forran de madera para distinguirlos del resto. Ese es un signo visible de jerarquía. En los animales se produce por el lenguaje del cuerpo. Nosotros tenemos menor control sobre los signos corporales. Se cabrea menos el subordinado que el jefe. En las compañías, los directivos llevan relojes Rolex, buenos coches.

P. ¿Es bueno marcar esas diferencias?

R. Es útil, se ahorra tiempo. En las excavaciones tenemos a un centenar de personas y hacemos turnos. Si yo trabajo en un yacimiento, no veo a los otros. Por eso cuando voy a otros grupos que no me conocen y ordeno algo a alguien, me dice que por qué le ordeno. Si llevara un gorro con estrellas, tal vez me identificaría. Los ascensos dentro de las empresas se corresponden con los signos externos, se compite por categorías.

P. ¿Cuál es el papel del líder dentro de las empresas?

R. Manipular. Suena un poco descarnado, pero es así. Se intenta que el otro haga lo que nosotros queremos. Intentamos leer la mente del otro. Creemos saber lo que piensa el otro. Ese es el factor determinante del comportamiento humano. En el momento en que aparece la teoría de la mente intentamos engañarle, manipularle para que haga lo que el otro quiere. En Atapuerca ya había manipuladores que eran líderes. Hay que tener autoconciencia para saber quién eres, así te ves desde fuera. Te empiezas a ver parte del mundo, esto forma parte del descubrimiento del yo como objeto del mundo. Te hace distinguir entre los demás y tú mismo. Elaboras hipótesis, especulas, intentas averiguar lo que piensan los demás y, en función de eso, diseñas una estrategia. En eso consiste la vida. Los profesores intentamos lavarles el cerebro a los alumnos, inculcarles nuestras ideas. Existen varias órdenes en la teoría de la mente por las que puede pensar lo que el otro piensa y hacer que piense lo que yo quiero. Ese es el factor determinante del comportamiento humano, en el momento en el que aparece la teoría de la mente intentamos engañar y manipular para que el otro haga lo que nosotros queremos. En Atapuerca ya había líderes, que se veían desde fuera, que eran unos objetos dentro del mundo. Intentamos leer la mente del otro.

P. ¿Algún ejemplo de líder emblemático?

R. El líder perfecto ha sido Hitler. Fue nefasto, pero capaz de convencer a miles de personas. Un líder es el que tiene capacidad para conducir a la gente en la dirección que él quiera. Soy consciente de que Hitler fue nefasto, pero fue un líder. Nuestra obligación como profesores es que la gente sea autónoma. Yo no quiero líderes, sino gente con criterio propio, ya que son los más difíciles de manipular. En mi equipo no quiero líderes. Creo que mis subordinados tienen que ser capaces de pensar por sí mismos.

P. ¿El ejecutivo español tiene madera de líder?

R. Somos un pueblo viejo, escéptico y aunque no seamos los primeros en muchas cosas, reaccionamos como los demás. La gente se mata, pero aquí y en otros países, por un despacho y por la moqueta, en definitiva, por los signos de poder.

P. ¿Eso es reprochable?

R. No. Está en la naturaleza humana intentar conseguir el poder. Somos humanos, aunque no creo que valga todo. No se puede pisar la cabeza a nadie. Yo no busco el éxito, hay que saber ser autónomo y saber pensar por ti mismo.

P. Vivimos en un mundo cada vez más competitivo.

R. Claro, hay que ser competitivo. Por ejemplo, la ciencia es una carrera permanente. Para los científicos no sirven las medallas de plata, tenemos que conseguir la de oro. Hay que ser el primero. La gente cree que los científicos miramos al cielo, pero nuestro trabajo es muy estresante debido a la competencia feroz. Las empresas pueden no ser las primeras y tener su cuota de mercado, pero en el caso de los científicos no se puede ser el segundo, aquí no hay cuotas de mercado, o eres el primero con tu trabajo o no consigues financiación. Es muy estresante.

P. ¿Cómo se gestionan equipos bajo estrés?

R. Tradicionalmente, en España siempre se nos ha dado mal, pero porque el científico español trabaja mal en grupo. El problema de la ciencia en este país es que no sabemos trabajar en equipo. En la ciencia te la estás jugando constantemente. Se trata de una apuesta a largo plazo, no tenemos nada asegurado. El olfato hace mucho. También existe la posibilidad de ser mediocre y no luchar por ser el mejor.

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