El 15% de los trabajadores españoles recibe formación contínua
Mientras en España el esfuerzo inversor en formación se encuentra en torno al 1% de la masa salarial bruta de las empresas, en los países más avanzados de la UE el porcentaje llega al 3%. Y en países como Alemania el 30% de los empleados recibe formación continua, frente al 15% de los españoles.
El 15% de los profesionales españoles recibe algún curso de formación continua. El dato es discreto aunque si se compara con el 3% del año 1993 es todo un logro. Las cifras aparecen en un informe sobre políticas y prácticas de la formación continua en el marco europeo, elaborado por la Fundación para la Formación Continua (Forcem). Con cargo a esta institución se han formado más de nueve millones de trabajadores, financiándose 23.000 planes de formación con algo más de 2.800 millones de euros.
En opinión del vicepresidente de Forcem, Javier Ferrer, era necesario un cambio y plantear la formación continua como subsistema del sistema nacional de Formación Profesional. 'Desde una perspectiva económica, de competitividad y de empleo, los cambios económicos y sociales de las últimas décadas se traducen en cambios en las competencias profesionales. Nuevas exigencias de cualificaciones significan nuevas demandas al sistema de Formación Profesional en todas sus vertientes'.
Enumera algunos elementos que alimentan esos cambios: las nuevas tecnologías y la globalización, la reestructuración económica, evolución demográfica, y aceleración de las innovaciones tecnológicas y la sociedad de la información.
El profesor de la Facultad de Sociología de la Universidad Autónoma de Madrid Cristóbal Torres maneja un estudio en el que se señala que a primeros de la década de los noventa entre un 75% y un 85% de los puestos de trabajo en la Unión Europea verían alterados sus contenidos en el futuro a medio plazo.
Mínimo de formación
Así pues, explica Torres, la mezcla de la revolución tecnológica con el carácter dinámico y cambiante de los mercados ha hecho cambiar la dinámica del trabajo. 'Ahora los empleos no son tanto manuales, con demandas de esfuerzo físico, como de control, organización y uso de los avances tecnológicos. Por tanto, el trabajador debe poseer, al menos, un mínimo de formación común que, entre otras cosas, debe incluir su capacidad de adaptación a los continuos cambios que se suceden en la actividad empresarial', prosigue el docente.
El tamaño de las empresas es un factor relevante a la hora de implantar la formación continua en la empresa. De las empresas que forman a sus trabajadores, un 40% dispone de un departamento propio de formación. Este porcentaje es cuatro veces más alto (llegando al 81%) entre las empresas de mayor tamaño en comparación con las pequeñas empresas (24%) (las de menos de 200 empleados).
La actualización de conocimientos de la plantilla, seguida de la mejora de resultados y del clima laboral y la adaptación a los cambios en los puestos de trabajo son algunos de los objetivos que argumentan las empresas que imparten formación. Los organismos a los que se demanda formación continua son varios. El cauce más habitual suele ser el de otras empresas y centros de formación, junto con las organizaciones patronales y Cámaras de Comercio. Las universidades son utilizadas por una minoría, así como las escuelas de negocio y consultoras.
Para el profesor Cristóbal Torres, todos los esfuerzos que se están haciendo en España en cuanto a formación de los profesionales se encuentran todavía a una gran distancia de los realizados en los países más avanzados de la Unión Europea (Alemania, Francia, Holanda o Dinamarca). Así, mientras en España el esfuerzo inversor en formación se encuentra en torno al 1% de la masa salarial bruta de las empresas, en los países reseñados el porcentaje llega al 3%. 'Pero junto a estas sombras conviene destacar el esfuerzo de las empresas que, a través de iniciativas propias y de los incentivos políticos públicos, han comenzado a prestar una significativa atención a la formación como clave de su competitividad y de su capacidad para adaptarse a los cambios del mercado y a las innovaciones tecnológicas', añade.
En este sentido, según explica Juan Chozas, secretario general de Empleo, en el informe de Forcem, uno de los objetivos de los países miembros de la UE es determinar estrategias globales y coherentes para la educación y la formación permanente, 'coordinando la responsabilidad compartida de los poderes públicos, las empresas, los interlocutores sociales y la sociedad'. Añade que conviene que los Estados miembros fijen objetivos dirigidos a aumentar la inversión en recursos humanos.El 15% de los profesionales españoles recibe algún curso de formación continua. El dato es discreto aunque si se compara con el 3% del año 1993 es todo un logro. Las cifras aparecen en un informe sobre políticas y prácticas de la formación continua en el marco europeo, elaborado por la Fundación para la Formación Continua (Forcem). Con cargo a esta institución se han formado más de nueve millones de trabajadores, financiándose 23.000 planes de formación con algo más de 2.800 millones de euros.
En opinión del vicepresidente de Forcem, Javier Ferrer, era necesario un cambio y plantear la formación continua como subsistema del sistema nacional de Formación Profesional. 'Desde una perspectiva económica, de competitividad y de empleo, los cambios económicos y sociales de las últimas décadas se traducen en cambios en las competencias profesionales. Nuevas exigencias de cualificaciones significan nuevas demandas al sistema de Formación Profesional en todas sus vertientes'.
Enumera algunos elementos que alimentan esos cambios: las nuevas tecnologías y la globalización, la reestructuración económica, evolución demográfica, y aceleración de las innovaciones tecnológicas y la sociedad de la información.
El profesor de la Facultad de Sociología de la Universidad Autónoma de Madrid Cristóbal Torres maneja un estudio en el que se señala que a primeros de la década de los noventa entre un 75% y un 85% de los puestos de trabajo en la Unión Europea verían alterados sus contenidos en el futuro a medio plazo.
Mínimo de formación
Así pues, explica Torres, la mezcla de la revolución tecnológica con el carácter dinámico y cambiante de los mercados ha hecho cambiar la dinámica del trabajo. 'Ahora los empleos no son tanto manuales, con demandas de esfuerzo físico, como de control, organización y uso de los avances tecnológicos. Por tanto, el trabajador debe poseer, al menos, un mínimo de formación común que, entre otras cosas, debe incluir su capacidad de adaptación a los continuos cambios que se suceden en la actividad empresarial', prosigue el docente.
El tamaño de las empresas es un factor relevante a la hora de implantar la formación continua en la empresa. De las empresas que forman a sus trabajadores, un 40% dispone de un departamento propio de formación. Este porcentaje es cuatro veces más alto (llegando al 81%) entre las empresas de mayor tamaño en comparación con las pequeñas empresas (24%) (las de menos de 200 empleados).
La actualización de conocimientos de la plantilla, seguida de la mejora de resultados y del clima laboral y la adaptación a los cambios en los puestos de trabajo son algunos de los objetivos que argumentan las empresas que imparten formación. Los organismos a los que se demanda formación continua son varios. El cauce más habitual suele ser el de otras empresas y centros de formación, junto con las organizaciones patronales y Cámaras de Comercio. Las universidades son utilizadas por una minoría, así como las escuelas de negocio y consultoras.
Para el profesor Cristóbal Torres, todos los esfuerzos que se están haciendo en España en cuanto a formación de los profesionales se encuentran todavía a una gran distancia de los realizados en los países más avanzados de la Unión Europea (Alemania, Francia, Holanda o Dinamarca). Así, mientras en España el esfuerzo inversor en formación se encuentra en torno al 1% de la masa salarial bruta de las empresas, en los países reseñados el porcentaje llega al 3%. 'Pero junto a estas sombras conviene destacar el esfuerzo de las empresas que, a través de iniciativas propias y de los incentivos políticos públicos, han comenzado a prestar una significativa atención a la formación como clave de su competitividad y de su capacidad para adaptarse a los cambios del mercado y a las innovaciones tecnológicas', añade.
En este sentido, según explica Juan Chozas, secretario general de Empleo, en el informe de Forcem, uno de los objetivos de los países miembros de la UE es determinar estrategias globales y coherentes para la educación y la formación permanente, 'coordinando la responsabilidad compartida de los poderes públicos, las empresas, los interlocutores sociales y la sociedad'. Añade que conviene que los Estados miembros fijen objetivos dirigidos a aumentar la inversión en recursos humanos.
Las empresas financieras, las más preocupadas
El sector financiero es el que más se preocupa por la formación de sus empleados. Al menos el 82% de los profesionales que trabajan en la banca han recibido algún curso de formación. De éstos, el 88,7% son directivos, el 90,6% son técnicos y el 76,2% pertenece al resto de la plantilla.
Le siguen los servicios empresariales, con el 77,5%; la industria no manufacturera, con el 74,7%, y el sector químico, con el 63%. O lo que es lo mismo, los sectores que más acusan la conjunción de las innovaciones técnicas y los cambios organizativos.
Por el contrario, son los sectores de agricultura, textil y confección, construcción, comercio y sanidad y servicios sociales los que menos actividad formativa registran.
Por categorías profesionales, cabe destacar que es el conjunto de los profesionales que desempeñan funciones técnicas aquellos que reciben mayor formación. A este grupo le siguen de cerca los directivos, mientras que el resto del personal tiene una tasa notablemente más baja, con 20 puntos de diferencia.
Es en el caso de los directivos y técnicos donde se da más importancia al papel estratégico de la formación continua. En cuanto a las áreas funcionales de las empresas hay que destacar que las necesidades de formación son más destacadas en las áreas de gestión y mejora de la calidad, comunicación interna y motivación, seguridad y salud laboral, así como conocimientos de procesos, productos y servicios.