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Consejo de Barcelona

Aznar asegura que hay consenso en la UE sobre las reformas necesarias

El presidente del Gobierno, José María Aznar, lanzó ayer un mensaje de optimismo ante quienes pronostican que el Consejo de Barcelona fracasará en su intento de cerrar reformas económicas importantes. Respaldado por las Cámaras de Comercio europeas, Aznar aseguró que hay consenso entre los Quince y que el único debate abierto es el de la velocidad que se debe imprimir a las reformas.

Barcelona será el Consejo Europeo de las reformas. æpermil;se es, al menos, el convencimiento del presidente del Gobierno español, José María Aznar, y así lo aseguró ayer en la Ciudad Condal en la sesión de clausura de la Conferencia Internacional de Cámaras de Comercio. Aznar salió al paso de las reticencias expresadas en los últimos días por Francia respecto a la liberalización energética y aseguró que no hay discrepancias en el seno de la Unión Europea respecto a la necesidad de reformas. 'El debate es el ritmo y la velocidad a la que debemos avanzar', afirmó, tras precisar que 'hay una amplia voluntad de acuerdo'.

El presidente del Gobierno aseguró que 'no nos podemos conformar sólo con avanzar'. En su opinión, el Consejo Europeo de Barcelona, que comienza mañana, debe recuperar la estrategia de Lisboa 'con todas sus consecuencias' y apostar por la 'Europa de las reformas', con la estabilidad económica en la base de su proyecto. 'Sólo una Europa consolidada nos permitirá aprovechar las oportunidades que nos brinda la globalización', afirmó.

Entre los objetivos de la Cumbre de Barcelona, Aznar citó la necesidad de mejorar la interconexión de los mercados energéticos y las redes de transporte. Como máxima prioridad de la presidencia española señaló, no obstante, la flexibilización del mercado de trabajo, con el objetivo de conseguir el pleno empleo en Europa en el año 2010. Con esta finalidad, propuso avanzar en la integración de los mercados, eliminar las rigideces innecesarias y ayudar a las pequeñas y medianas empresas apoyando su creación y reduciendo sus cargas administrativas.

Las propuestas de la presidencia española fueron acogidas con entusiasmo por las Cámaras de Comercio europeas. El presidente de Eurochambres, el austriaco Christopher Leitl, expresó su apoyo a la liberalización de los mercados y reclamó a todos los países una mayor determinación política que permita recuperar el espíritu de Lisboa. Eurochambres urgió, asimismo, a los Quince, a adoptar una posición firme ante el conflicto comercial abierto con Estados Unidos a raíz de la crisis comercial del acero.

Las Cámaras de Comercio aprobaron ayer la llamada Declaración de Barcelona, en la que instan a los Gobiernos a intensificar su cooperación con el sector privado para afianzar el comercio multilateral y favorecer el crecimiento económico.

Por su parte, la patronal europea Unice reclamó ayer a los jefes de Estado y de Gobierno que se darán cita en Barcelona a emprender una acción decidida para que Europa se convierta en el área mundial más competitiva. 'No podemos permitirnos esperar más', afirmó el presidente de la Unice, Georges Jacobs.

Representantes de Unice y de los sindicatos europeos se reunirán hoy con el presidente del Gobierno español, José María Aznar, y el de la Comisión Europea, Romano Prodi, para reflexionar sobre la estrategia de empleo a seguir. Previamente está convocada la manifestación de los sindicatos europeos, que prevén congregar en las calles de Barcelona unas 50.000 personas.

Francia se opone a importar a Europa el 'modelo de California'

 

 

Francia defiende con uñas y dientes las bondades del actual sistema eléctrico público para sus consumidores domésticos y llega a Barcelona sin ninguna voluntad de cerrar algún tipo de compromiso para su liberalización.

 

'Los consumidores franceses pagan en todo el territorio el menor precio de la electricidad en Europa. Es difícil hacerles entender que el sistema no funciona', aseguró ayer el embajador francés en España, Alfred Siefer Gillardim.

 

En este punto, el embajador reconoció que 'nunca' es mucho tiempo, pero que 'Francia no se plantea abrir el mercado doméstico' a medio y largo plazo. Una posición que choca de plano con los objetivos liberalizadores de la presidencia española.

 

El Gobierno francés ha cedido a la hora de fijar un porcentaje de apertura, el 60%, para el mercado de la electricidad para grandes consumidores, principalmente empresas, pero en puertas de la Cumbre de Barcelona aún se resiste a fijar una fecha concreta. Además, reclama que se establezcan una serie de criterios para conocer la apertura real de los distintos mercados eléctricos, 'como el precio de acceso a la red eléctrica o las posibilidades para importar electricidad de un país a otro'. Algo que, a su juicio, demostrará el alto grado de competencia que ofrece el sistema eléctrico francés.

 

El embajador se mostró especialmente duro con la Comisión Europea, que, a su juicio, pretende importar a Europa el modelo estadounidense, 'con colapsos energéticos como el de California y el fracaso más importante del capitalismo moderno que representa la quiebra de Enron'.

 

 

 

 

Cambios en EE UU

 

En su opinión, Bruselas 'piensa con 10 años de retraso sobre la realidad. Hasta los propios estadounidenses se plantean hoy la necesidad de regulación y en buscar alternativas a su modelo actual'. Acusó, además, a la vicepresidenta Loyola de Palacio de mantener un doble discurso en torno a la liberalización 'más ideológico en España de lo que la realidad demuestra'.

 

A diferencia de su colega alemán, que hace una semana pidió a España que no diera lecciones a nadie sobre liberalización porque no era 'precisamente un ejemplo a seguir en materia de competencia', el embajador francés insistió en los logros de la presidencia española en la ratificación del Protocolo de Kioto, la liberalización del sistema financiero y la apertura del mercado eléctrico para las empresas.

 

Al margen de la energía, Alfred Siefer Gillardim destacó la necesidad de que los Quince adopten una decisión 'política' en torno al proyecto europeo de telecomunicación por satélite, el proyecto Galileo, que haría frente al actual monopolio de EE UU en este ámbito y que, por tanto, cuenta con el rechazo de Washington.

 

Loyola de Palacio se resiste a debatirlo en Barcelona por temor al rechazo de los Quince.

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