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Columna
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Perfil de recuperación

Los máximos dirigentes de las instituciones monetarias a ambos lados del océano han anunciado el fin de la fase de desaceleración económica en sus respectivas áreas geográficas. Al igual que ha ocurrido con la puesta en práctica de estímulos monetarios, el responsable estadounidense se ha mostrado claramente más agresivo que el europeo, pasando en el transcurso de una semana de exponer que la economía estadounidense estaba próxima a un cambio de tendencia a afirmar que la recuperación está ya bastante en camino.

Menos explícito, su colega europeo afirmaba la semana pasada que esperaba un crecimiento anual entre 2,0%-2,5% los dos próximos años, a la vez que un descenso significativo de la inflación, que volvería a romper a la baja el umbral del 2,0% en los próximos meses. En ambos casos, estas opiniones han justificado el mantenimiento de los tipos de intervención en las reuniones que los comités ejecutivos de ambos bancos centrales celebraron la pasada semana.

No parece correcto, sin embargo, interpretar estas manifestaciones en el sentido de que EE UU o la eurozona estén en línea de crecimiento sólido. Tampoco parece probable, a pesar de lo que sorprende oír una afirmación tan positiva de boca del banquero estadounidense, que debamos volver a la discusión alfabética acerca del perfil de la recuperación.

En ambas áreas, la desaceleración económica que ahora se da por finalizada forma parte de un ciclo relativamente estándar, aunque con algunos aspectos específicos, pues los ciclos económicos no son tan comparables como nos empeñamos en creer. En el episodio actual, una inversión excesiva, estimulada por la disponibilidad de fácil financiación y desorbitadas expectativas de beneficios, condujo a una sobreacumulación de existencias y, posteriormente, a una reducción de la actividad. Posteriormente, el pinchazo de la burbuja especulativa en EE UU puso en serias dificultades contables a empresas altamente endeudas. Son este tipo de dificultades financieras una de las causas que más fácilmente pueden producir un súbito estancamiento económico, por los efectos encadenados que tienen a través de toda la economía.

Afortunadamente, el consumo ha mantenido un tono más que aceptable, y la recesión, cuando se ha producido, ha sido relativamente leve. Sin embargo, el ciclo continúa: ha habido un proceso gradual de destrucción de empleo y ahora el sentimiento de los consumidores se debilita. Es lógico que así sea, como lo es que, tras vaciar sus existencias, muchas empresas comiencen gradualmente a retomar un crecimiento aceptable de la producción.

Se recuperan las carteras de pedidos y, con ellas, la actividad industrial comenzará a recuperarse. Pero nada de esto va a ocurrir súbitamente ni con una gran fortaleza, pues lleva tiempo ajustar las decisiones de producción. Incluso en este escenario positivo lo más probable es que el crecimiento en ambas áreas sea este año bastante reducido. La actividad económica global en la eurozona, y muy en particular en Alemania, tardará en coger ritmo. Con un crecimiento en torno al 1% y una tasa de inflación cómodamente por debajo del 2%, no va a haber grandes presiones hacia una elevación de tipos por el BCE.

Si el ciclo en EE UU y Europa es bastante paralelo, aunque con un cierto desfase temporal, no es tan similar el escenario de tipos de interés. En el área euro, todo parece indicar que estamos en un contexto de estabilidad de tipos para los próximos meses. Como escenario alternativo, aún sería más probable que el próximo movimiento fuese a la baja, que no al alza.

Distinto es el caso estadounidense, no tanto por la temperatura que pueda alcanzar su economía durante la primavera a punto de empezar, sino por el reducido nivel de tipos que se ha alcanzado. Descontando por expectativas de inflación, la tasa de interés real a que se enfrentan consumidores y empresas es aproximadamente cero en EE UU frente a casi un 1% en Europa, lo que sugiere un amplio margen para subir tipos por parte de la Fed cuando surja la necesidad. A este respecto, será clave el comportamiento del mercado de trabajo. Actualmente, junto con indicios de clara creación de empleo, todavía algunas empresas proceden a importantes recortes de plantilla. Si la tasa de paro se reduce con rapidez, la Fed subirá tipos.

La incertidumbre acerca de la situación política internacional es, por otra parte, suficientemente importante como para contemplar la posibilidad de que una escalada en conflictos bélicos pueda generar fuertes tensiones en los mercados internacionales de crudo y ello repercuta en la incipiente y débil recuperación que parece apuntarse. Si algo nos aleja del escenario apuntado, más sería en esta dirección, con menor crecimiento, más inflación y tipos de interés reducidos, que en dirección opuesta.

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