Cambio de rumbo en el BBVA
Francisco González preside hoy en solitario la junta de accionistas, en la que el banco inicia un nuevo ciclo tras culminar la fusión y redefinir su estrategia para los próximos años
Los accionistas del BBVA tienen una cita a mediodía de hoy en el número 4 de la calle Abandoibarra de Bilbao. Allí, en el Palacio Euskalduna, que evoca la figura de un barco en construcción, los accionistas aprobarán las cuentas de 2001, renovarán el consejo de administración y escucharán los mensajes de la dirección del banco sobre el rumbo futuro de la entidad. Al presidente del BBVA, Francisco González, le gusta transmitir a sus colaboradores la idea de que el BBVA es como un portaaviones que debe anticiparse a la hora de maniobrar para poder hacerlo luego con precisión y suavidad. ‘Si esperamos a ver la costa para virar, será ya demasiado tarde’. La junta de accionistas que hoy celebra el banco simboliza en alguna medida el suave viraje en la estrategia, en los objetivos y en la organización que ha emprendido el banco. La junta de hoy es una baliza a punto de quedar atrás.
La primera gran novedad es precisamente que Francisco González se presenta ante los accionistas como presidente único, con José Ignacio Goirigolzarri a su lado como consejero delegado, después de que Emilio Ybarra y Pedro Luis Iriarte dejasen sus cargos de copresidente y consejero delegado a mediados de diciembre, antes de lo previsto. González y Goirigolzarri han decidido aprovechar la ocasión para efectuar una profunda remodelación del consejo.
El décimo punto del orden del día de la junta es la 'ratificación, renovación y reelección, en su caso, de vocales del consejo de administración'. El banco ha comunicado escuetamente a la CNMV que su consejo de administración 'tiene previsto' proponer a la junta de hoy su 'reestructuración', con una 'reducción del número de consejeros, de los 32 actuales, a 21'. Mientras la información oficial se limita a eso, en todos los medios han circulado ya las listas de bajas, el cálculo de equilibrios, el reparto de fuerzas. La conclusión general es que Francisco González se asegura el control del consejo y que en él pierden peso las familias de Neguri, el barrio residencial de Getxo (Vizcaya), que simboliza de algún modo a la burguesía vasca tradicional.
No sería raro, en esas circunstancias, que Francisco González aprovechara la junta de hoy para ratificar el compromiso del banco de mantener su sede social en Bilbao, donde la junta de hoy representa todo un acontecimiento social.
Unas cuentas menos brillantes
Al margen de la renovación del consejo, el primer y principal punto del orden del día es la aprobación de las cuentas de 2001. González y Goirigolzarri presentan para su aprobación unas cifras que brillan menos que en otras ocasiones. El beneficio neto consolidado atribuible del BBVA creció un 5,9% en 2001, hasta los 2.363 millones de euros (393.226 millones de pesetas). En términos de beneficio por acción, el incremento fue más pobre, de sólo el 1,7%, hasta los 0,74 euros, claramente por debajo de los objetivos que se manejaban a principios de año.
En realidad, los márgenes crecen con fuerza en la parte alta de la cuenta de resultados en un ejercicio que ha venido marcado por la conclusión de la integración del BBVA y por la incorporación en todo el ejercicio del mexicano Bancomer, que se ha convertido en una excelente fuente de crecimiento de los beneficios. El margen básico y el de intermediación muestran una evolución trimestral creciente, que se repite en el margen de explotación si se omiten los resultados por operaciones financieras.
En la parte baja de la cuenta, sin embargo, pesan los fuertes saneamientos derivados de la crisis argentina, con un impacto de 1.354 millones de euros en el beneficio antes de impuestos que -tras restar impuestos y minoritarios- se quedan en 743 millones de euros en términos de beneficio neto atribuible, según las cuentas del banco. Con eliminar ese efecto el crecimiento del 5,9% en el beneficio pasaría a ser del 39,1%.
En España, el margen financiero crece un 12,6% por la recuperación de la actividad y la acertada gestión de los precios en un entorno de tipos de interés a la baja. En ese entorno, el banco ha sido capaz de mantener el margen o diferencial con la clientela estable por encima de los cuatro puntos porcentuales pese al descenso de los tipos de interés. El crédito se ha ido acelerando trimestre a trimestre y la captación de recursos ha mejorado en la segunda mitad del año tras el bache de la integración. La recuperación se ha producido tanto en pasivos tradicionales como en fondos de inversión.
La mayor actividad ha impulsado las comisiones, que en el cuarto trimestre alcanzaron los 493 millones de euros. En el conjunto de 2001, sin embargo, caen un 5% por la disminución de patrimonio de los fondos de inversión, si bien el banco señala que las comisiones típicamente bancarias crecen un 2%. La mayor fortaleza se da en las comisiones relacionadas con medios de pago, que se incrementan un 39,7%.
El BBVA (sin contar América) ha sido capaz de contener los gastos de explotación, que crecen sólo un 1,1%, pese a que el gasto en informática (del que Francisco González, que se inició profesionalmente hace más de 30 años como programador, gusta presumir) se incrementó un 18%. En el año, la reducción neta ha sido de 2.047 empleados y de 244 oficinas. Los datos más negativos del BBVA sin América son la evolución de los resultados por operaciones financieras (-45%) ante la negativa marcha de los mercados, y de los beneficios por puesta en equivalencia (-30%). En cuanto a las plusvalías, disminuyen un 29% con relación a 2000, pero se benefician de la deducción del 17% por reinversión aplicable a la mayor parte de las mismas gracias a la modificación de su fiscalidad. El banco se acoge al régimen transitorio que preveía el nuevo sistema con plusvalías por importe de 2.108,7 millones de euros. El BBVA ha reconocido 250 millones de euros de ahorro efectivo por la reforma del impuesto de sociedades, a los que pueden ir sumándose otros 430 millones de ahorro fiscal por la materialización de las plusvalías latentes en cartera, cifradas a 31 de diciembre de 2001 en 2.544 millones de euros. A la hora de plantearse nuevos retos, el BBVA subraya que despidió 2001 con el balance saneado y con los mejores ratios de solvencia de la gran banca del área euro.
Con la asignatura de los costes aprobada y la integración de las redes concluida, el banco anuncia que se dota de una nueva estructura organizativa más ágil, focalizada en la creación de valor en cada negocio, simplificada para incrementar la autonomía de decisión en cada nivel y pegada al terreno para aprovechar las oportunidades de crecimiento.
La nueva organización divide el banco en seis grandes unidades de negocio. En banca al por menor en España y Portugal, el BBVA está decidido a desarrollar nuevos modelos que permitan consolidar la recuperación iniciada en 2001: el desafío es recuperar cuota de mercado. No se trata de captar más clientes, sino de crear más valor, de hacerlos más rentables. Acercar conceptos propios de la llamada banca privada -banca de clientes con grandes patrimonios- a toda la red con la ayuda del soporte tecnológico es el desafío.
La banca corporativa y la de inversiones quedan integradas en una segunda unidad de negocio, de tal modo que se permita tener una visión global del cliente. BBVA Bancomer permanece como unidad independiente y en ella el foco está puesto en el relanzamiento comercial y la obtención de economías de escala. Bancomer se ha convertido en la joya de la corona del BBVA, casi como Banesto para el Santander, con la diferencia de que el BBVA tiene sólo el 49% de su filial y el propio éxito de la gestión del grupo español ha encarecido exponencialmente el incremento de la participación.
Para el resto de banca en América, la cuarta unidad de negocio, el BBVA trata de compatibilizar la creación de una franquicia o marca regional con la aproximación país a país. La gestión de activos y banca privada y el grupo industrial e inmobiliario completan las seis unidades de negocio. En cuanto a esta última, la nueva dirección del BBVA pone el acento única y exclusivamente en la creación de valor. El banco no quiere que la cartera industrial consuma excesivas energías y proclama su renuncia a hacer uso político de ella. La creación de valor es la que manda, sublimando la política de rotación de la cartera, que en realidad en 2001 ha sido más reducción que rotación.
Puestos en cifras, los objetivos principales para este año son lograr una rentabilidad sobre recursos propios superior al 19%, un ratio de eficiencia por debajo del 50%, una congelación de los gastos de explotación (sin contar América) y, por encima de todos ellos, un crecimiento del beneficio por acción (BPA) del 10%, con lo que se situaría en 0,81-0,82 euros, claramente por debajo de los 0,88 euros en que se sitúa la media de previsiones de los analistas (el mal llamado consenso). En el banco restan importancia a esa disparidad y la atribuyen a lo lento que se mueve la media hasta que los analistas actualizan sus previsiones.
'Creemos que la visión conservadora de BBVA se debe a la incertidumbre macroeconómica: tipos de interés (BBVA supone que se mantendrán los tipos bajos, el peor escenario para el negocio minorista); depreciación de las monedas latinoamericanas (especialmente del peso mexicano); menos beneficios por puesta en equivalencia; beneficios reducidos por operaciones financieras; incertidumbre respecto a las plusvalías', señalaba José Luis de Mora, de Merrill Lynch, tras la presentación de los objetivos para 2002. Con esas cifras, Merrill rebajó su precio objetivo a 13,2 euros y reiteró su recomendación neutral a medio plazo ante la falta de potencial de subida a corto plazo: 'Creemos que en el primer semestre de este año, BBVA será una acción para trading y que las noticias sobre Argentina (ayuda del FMI y pesificación de los balances) moverán el precio de la acción. También creemos que debería ser una acción a considerar para el segundo semestre gracias al giro al alza de la economía', según De Mora.
El ejercicio 2001 ha sido el primero en que la acción del BBV (ahora BBVA) ha bajado tras ocho años consecutivos de ascensos en los que había multiplicado por 10 la cotización. Los títulos están a más de un 30% de distancia de los máximos de 1998, pero se mantienen por encima del precio de la macroampliación de capital de 2000 (13,61 euros). El dividendo por acción, eso sí, crece el 5,5%.
En general, el sesgo de las recomendaciones ha empeorado en los últimos meses. Las 37 opiniones de expertos recopiladas por la firma JCF Group se distribuyen de un modo simétrico: una recomendación de compra y una de venta, nueve de sobreponderar frente a nueve de infraponderar y una mayoría de 17 firmas con opinión neutral. El balance es ligeramente peor que el del SCH. La mayoría de las valoraciones se sitúa en el entorno de los 14 euros; es decir, con escaso margen de revalorización desde el precio actual.
Curiosamente, una de las recomendaciones más favorables (comprar, con un precio objetivo de 15,2 euros) procede del acérrimo rival, que aprovecha para deshacerse en halagos sobre Uriarte: 'Es que es poco probable que el estilo de gestión del banco cambie sustancialmente, pero creemos que el nuevo equipo lo pasará mal tratando de hacer olvidar a los inversores las dotes comunicativas sin parangón de Uriarte', señalaban tras la presentación de resultados de 2001 los analistas del Santander Central Hispano.
Bancomer atenúa el impacto argentino
El BBVA consolidaba este año por primera vez el ejercicio completo de Bancomer -en 2000 sólo contabilizó el segundo semestre- y la favorable evolución de la filial mexicana ha sido la gran noticia procedente de Latinoamérica, una región en la que Argentina ha dejado una severa factura y Venezuela ha aportado algún susto añadido.
En Bancomer no sólo la comparación es favorable por el diferente periodo contabilizado, sino que además el margen financiero ha resistido bien la fuerte rebaja de tipos de interés, las comisiones han crecido y los gastos de explotación han mantenido la tendencia descendente en un año marcado por la integración operativa de redes. El éxito de Bancomer es especialmente satisfactorio para José Ignacio Goirigolzarri, pues fue él quien pilotó el equipo que hizo frente a la oferta de adquisición competidora de Banamex entre mayo y junio de 2000.
Mientras las buenas noticias llegaban de México, las malas procedían de Argentina. La crisis de aquel país afecta a las cuentas del banco por diversas vías. Para empezar, hay un impacto sobre los resultados por un importe bruto de 1.354 millones de euros (unos 225.000 millones de pesetas). Dentro de esa cifra, la primera partida corresponde a los saneamientos efectuados en origen por el propio Banco Francés, incluida una provisión extraordinaria para insolvencias por importe de 416 millones de euros. Además, incluye la constitución por el grupo de un fondo con cargo a pérdidas extraordinarias para sanear el valor teórico contable del Banco Francés (447 millones) y de la deuda emitida por el mismo y poseída por el grupo (170 millones). Además se han cancelado íntegramente los fondos de comercio de consolidación pendientes de amortizar de las inversiones en Argentina (14 millones por el Banco Francés y 109 millones por Consolidar). A esa cifra hay que añadir la minoración de resultados generados por sociedades consolidadas por puesta en equivalencia (como Telefónica y Repsol) a consecuencia de la crisis argentina, un impacto evaluado en otros 72 millones de euros.
De esa cifra global de 1.354 millones, la repercusión sobre el beneficio neto atribuible es de 743 millones, no sólo porque parte del impacto es fiscalmente deducible, sino también porque el BBVA no tiene el 100% del capital del Banco Francés, sino una participación del 68%. Parte del impacto, por tanto, corresponde a los socios minoritarios.
Además, hay un impacto de la devaluación al consolidar los fondos propios de BBVA Banco Francés por un importe que, según se recoge en la memoria de las cuentas anuales, asciende a 469 millones de euros. De esa cifra, en realidad, 321 millones son atribuibles al grupo y otros 148, a los socios minoritarios, por el mismo razonamiento anterior. Adicionalmente, el efecto sobre el patrimonio de aplicar la devaluación a las sociedades consolidadas por puesta en equivalencia se ha evaluado en 214 millones de euros.
El banco considera que las pérdidas máximas en Argentina están ya cubiertas de manera razonable con esas provisiones constituidas al cierre de 2001.