_
_
_
_
Moneda única

La peseta desaparece tras 133 años de historia

Es, sin duda, una despedida agridulce. Un adiós a 133 años de existencia en los que ha formado parte de la historia económica y social del país, siendo testigo de acontecimientos trascendentales. Hoy, día 28 de febrero de 2002, es la fecha elegida para que la peseta deje de tener valor legal. A partir de mañana, 1 de marzo, el euro, que ya lleva dos meses circulando en los bolsillos de los consumidores, será la única divisa de curso legal en España. El Ministerio de Economía ha preparado hoy una serie de actos oficiales, en colaboración con la Casa de la Moneda, para dar el último adiós a la divisa que ha formado parte de la vida de los españoles durante casi un siglo y medio. El euro toma definitivamente su relevo.

La peseta nació como unidad del sistema monetario español el 19 de octubre de 1868, por decreto del Gobierno Provisional formado tras el derrocamiento de Isabel II. El decreto, presentado por el entonces ministro de Hacienda, Laureano Figuerola, puso fin a la coexistencia de cuatro sistemas monetarios y pretendía ser el nexo de unión para la creación de la llamada Unión Monetaria Latina, a la que finalmente España no se adhirió.

Las paradojas de la historia han hecho que el objetivo no cumplido con el nacimiento de la peseta -la creación de una Unión Monetaria a escala europea- sea el que finalmente haya provocado su fin. En aquel entonces la intención era crear una Unión Monetaria Latina junto con Francia, Italia, Bélgica, Suiza y Grecia.

La elección del nombre de peseta se basó en la familiaridad de la población con un término con el que se designaba desde el siglo XVII al real de a dos y, posteriormente, al real de a cuatro. De esta forma se puso fin a la circulación de viejas monedas como el maravedí, el real o el escudo.

El decreto firmado por Figuerola establecía inicialmente la emisión de cinco, 10, 20, 50 y 100 pesetas, en oro; una, dos y cinco pesetas, y 20 y 50 céntimos, en plata; y una, dos, cinco y 10 céntimos, en bronce. En realidad, el oro no se llegó a acuñar.

Las primeras piezas se acuñaron en 1869. La primera fue la moneda de una peseta. El anverso de la pieza, siguiendo el consejo de la Real Academia de la Historia, ofrecía una personificación de la matrona Hispania inspirada en las monedas del emperador Adriano. La imagen de la matrona, recostada sobre los Pirineos, con el Peñón de Gibraltar a los pies y llevando en la mano extendida una rama de olivo, ha sido utilizada para la acuñación de las últimas monedas de 100 pesetas, en el año 2001, a modo de homenaje.

La emisión de billetes en pesetas no llegó hasta seis años después, el 1 de julio de 1874, fecha que coincide con la concesión al Banco de España de la exclusividad de emitir papel moneda. Hasta entonces, esta competencia era compartida con otros bancos provinciales.

El volumen de papel moneda fue aumentando incesantemente como reflejo del crecimiento económico, necesitando en momentos puntuales inflacionistas frenar la emisión de billetes.

Después de la guerra civil, desde 1940 y hasta 1954, y como consecuencia también de la Segunda Guerra Mundial, la escasez de metales llevará a emitir billetes de una y cinco pesetas siempre en tiradas altísimas para facilitar las pequeñas transacciones, tan necesarias a falta de moneda metálica.

Billetes

No obstante, la lógica depreciación del dinero llevó consigo el abandono de la emisión de billetes de bajo valor -25, 50, 100 y 500 pesetas- para comenzar a emitirse los de 1.000, 2000, 5.000, y 10.000 pesetas, que han llegado hasta la actualidad. La última emisión de billetes de 10.000 pesetas la realizó la Casa de la Moneda el 21 de noviembre de 2001.

En el caso de las monedas, también se ha ido produciendo un aumento del valor facial, conforme se iba depreciando el nominal. Se han llegado a emitir monedas de 500 y hasta de 2.000 pesetas.

La sustitución de los metales precios por nuevos metales y aleaciones convencionales alteró también el número y valor de emisiones. Aun así, España mantuvo las acuñaciones en oro hasta 1904 y en plata hasta 1933. Esta última peseta blanca dio paso en 1937 a la peseta amarilla de latón, la conocida como rubia. A partir de 1933, y con la excepción del fallido intento de circulación de monedas de plata de 100 pesetas en época de Franco, las acuñaciones se basarán en el cobre, el aluminio y el níquel, a veces puros y a veces en aleación con otros metales.

La iconografía también ha cambiado, adaptándose a los sistemas políticos (monarquía, república, dictadura) y gustos de la época. Algunas de ellas no triunfaron entre la gente, bien por su escasa tirada bien por su bajo valor. Otras, en cambio, gozaron de alta consideración. Unas de las más celebradas fueron las de bronce de 10 y cinco céntimos. La población confundía el león rampante que figuraba en una de sus caras con un perro, denominándolas coloquialmente, perra gorda y perra chica.

Más de 133 años de historia dan para mucho. La peseta ha convivido con regímenes políticos de muy diversa índole y en circunstancias económicas muy variadas.

Los últimos años del siglo XIX convivió con el patrón oro, un sistema monetario que buscó, pero al que nunca llegó a pertenecer. Después de la Primera Gran Guerra y de recoger los beneficios propios de la neutralidad, se sumó en una larga etapa de crisis, que se prolongó después del conflicto civil (1936-39), al margen de los sistemas de cooperación económica internacionales.

Precisamente, una de las etapas más interesantes es el periodo de la Guerra Civil en el que las dos Españas funcionaron con economías separadas y pesetas de diferente valor. La divisa republicana, impulsada por una oferta monetaria más generosa, sufrió durante el conflicto una desvalorización superior a la de la divisa del bando nacional.

Para evitar confusiones el gobierno de Burgos declaró desde noviembre de 1936 la invalidez de los billetes emitidos por el Banco de España desde el 18 de julio, en la parte del territorio que controlaba. La práctica, sancionada por una norma de octubre de 1938, consistió en bloquear los saldos bancarios que superasen las cifras del principio de la guerra, correspondientes a los territorios que se iban conquistando. Finalizada la contienda, y para asegurar la reunificación financiera, el Gobierno de Franco se vio obligado a convertir los saldos republicanos en pesetas de Burgos, lo que se conoce como desbloqueo, una operación en la que se restó valor a las monedas republicanas. La minusvaloración se escalonó entre el 10% para las ingresadas entre el 19 de julio y el 31 de octubre de 1936, y el 95% para las ingresadas a partir de enero de 1939.

Plan de Estabilización

Después del periodo bélico y de la etapa autárquica, el Plan de Estabilización de 1957 marca la convertibilidad de la peseta y la frontera para integrarla en un sistema monetario internacional, el surgido en Bretton Woods. La crisis económica de los años setenta, que puso fin a una etapa de expansión, coincidió con la transición política y una descomposición del sistema monetario internacional, llevando a la peseta a la flotación del tipo de cambio.

La rubia llegó a devaluarse un 20% en 1977. Después, se integró en el Sistema Monetario Europeo en 1989, la última etapa como divisa independiente, en la que ensayó la estabilidad. En 1999 se integra definitivamente en el euro, junto a otras 10 divisas. Posteriormente lo haría la dracma griega.

El objetivo último era ganar en estabilidad de precios y de tipos de cambio, a cambio de cesión de soberanía. Menor libertad a cambio de más eficacia. El euro nace así como heredero de 12 divisas, como una unión monetaria labrada desde instancias políticas, pero con indudable vocación económica y de estabilidad. Una de las tres monedas más importantes del planeta, junto con el dólar y el yen.

Los billetes, al vertedero

 

 

El Banco de España ha estimado que habrá que retirar, en total, 1.780 millones de billetes (1.780 toneladas de papel) y 6.528 millones de monedas (32.000 toneladas) en pesetas. Gran parte de este trabajo ya se ha hecho. Ahora queda la retirada de las monedas y billetes que los ciudadanos pueden canjear por euros hasta el 30 de junio en bancos y cajas, y con carácter indefinido en las oficinas del Banco de España.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El destino final de la materia prima será bien distinto, según se trate de monedas o billetes. Las monedas se achatarrararán para recuperar las aleaciones con fines industriales. El papel moneda, en cambio, no puede reciclarse debido a su complejo proceso de impresión, en el que se han mezclado tintes y otros materiales contaminantes. En Reino Unido se intentó sin éxito utilizarlo como aislante en los cultivos.

 

 

 

 

 

 

 

Los bancos y cajas de ahorro están autorizados para invalidar los billetes en pesetas que retiren de la circulación, mediante el corte de una esquina cualquiera de cada billete. Este procedimiento sencillo se podrá aplicar hasta el 30 de junio. Es una medida de seguridad más. Los billetes invalidados sólo se canjearán en el Banco de España, donde se controlará su procedencia para garantizar que no se trate de billetes robados.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Canje

 

 

 

 

 

 

 

De esta forma, ningún particular ni comerciante deberá aceptar un billete en pesetas invalidado, ya que no podrá canjearlo en una entidad de crédito, siendo objeto de investigación si lo presenta en el Banco de España. Otros cuatro países (Francia, Bélgica, Italia y Luxemburgo) han previsto un mecanismo de taladro e invalidación similar. El Banco de España está controlando los billetes retirados, destruyéndolos en máquinas especiales, que los convierten en cilindros de papel triturado, llamados briquetas, que son colocados en vertederos controlados. El proceso de destrucción durará hasta octubre de 2002.

Más información

Archivado En

_
_