Puente hacia los países del Este
Tras una difícil transición hacia la economía de mercado y la separación de la República Checa, el país afronta el reto de integrarse en la Comunidad con el objetivo de ganar cuota en el mercado exterior
La historia de Eslovaquia tiene un antes y un después de la desintegración del bloque comunista en 1990 y de su segregación de la República Checa en 1993. En la primera etapa, era uno de los países del Este de Europa con mayor potencial en recursos agrícolas, aunque los dirigentes del Comecon decidieron a finales de los ochenta poner la primera piedra del desarrollo industrial con la creación progresiva de compañías siderúrgicas, armamentísticas, papeleras y petroquímicas. Tras la caída del Muro de Berlín, las magnitudes macroeconómicas del país apuntaban a una evolución positiva tras su consolidación como república independiente. Sin embargo, aparecieron algunos de los problemas clásicos de un sistema en transición a una economía de mercado: el desempleo, el déficit comercial y el fiscal crecieron muy por encima de la media de otros ejercicios anteriores.
Gran parte de culpa en este desajuste económico la tuvo el Gobierno, cuyo plan de reestructuración no contó con un apoyo decidido de su sector financiero ni del capital extranjero. De hecho, el crecimiento económico entre 1996 y 1997 se basó casi exclusivamente en el incremento del consumo privado y de la inversión pública, que se destinó casi de manera íntegra a la construcción de viviendas y a la mejora de las infraestructuras del país. Mientras, el sector exterior quedó claramente desfavorecido por el escaso interés del Gobierno eslavo por estimular el ritmo de las transacciones comerciales especialmente con la UE.
Esta escasa diversificación en la inversión creó graves problemas estructurales en la economía, que se mostró incapaz de mejorar las cifras de exportación ni reactivar el sistema financiero ante los altos tipos de interés impuestos para contener la inflación.
Con la llegada al poder del democristiano Vladimir Meciar, se adoptaron las primeras medidas, en el otoño de 1998. Se impulsó una plan de emergencia para corregir los problemas crónicos de la economía. Así se aumentaron los precios públicos (energía, transporte y alquileres), algunos impuestos (el IVA pasó del 6 al 10% y la importación fue gravada con una tasa del 7%) y se impulsó un nuevo marco legal para atraer la inversión extranjera. Este plan ha empezado a dar sus primeros frutos en la actualidad, con la mejoría de los principales déficit y la consecución de un nuevo récord en la captación de capital extranjero, aunque aún anda lejos de los vecinos del grupo de Visegrado.
Según un informe de la OCDE, la inversión foránea acumulada en 2000 era de 55.000 millones de euros en Polonia, 20.897 millones de euros en Hungría, 19.869 millones de euros en la República Checa, por tan sólo 4.568 millones de euros en Eslovaquia.
Este retraso tiene su justificación en la incapacidad del país para lograr una modernización de toda su estructura económica en función de las necesidades de su principal socio comercial, la UE, y por su pertenencia a la Unión Aduanera que forma con la República Checa, lo que le obliga a realizar una gran parte de sus transacciones comerciales a través de este país. Así, el 60% de las exportaciones eslovacas va destinada a países de la Unión Europea (el 17% de esta cifra se destina a la República Checa) y el 52% de las importaciones se realiza con la UE (el 15% procedente de la República Checa).
El intercambio con España es todavía irrisorio. Las relaciones comerciales bilaterales, aunque aún muy bajas, son sensiblemente mejores tras la propuesta formal de su ingreso en la UE en 1995. Sin embargo, la inversión española en el país apenas supera los 211.000 euros, aportados en su totalidad por Energo-Info, filial de Unión Fenosa, que realiza proyectos de consultoría para empresas locales de agua, gas y electricidad. Otras grandes compañías que tienen relaciones comerciales con el país son Ferrovial, a través de la compañía polaca Budimex, de la cual posee un 59% de las acciones, y MCC, que posee una importante línea de comercialización a través de la compañía Fagor.
Otro de los denominadores comunes, tanto de las exportaciones como de las importaciones procedentes de nuestro país, es la escasa diversificación de ambas. Las ventas españolas están muy concentradas en el sector del automóvil, uno de los más dinámicos en el país gracias a la implantación progresiva de Volkswagen en Bratislava, y las frutas, cada vez más arraigadas como parte fundamental de la dieta local, que son el segundo capítulo más exportado, aunque están sufriendo la guerra de precios con otros mercados como el marroquí o el griego.
En la escasa diversificación ha tenido mucho que ver la implantación de Volkswagen en el país. La compañía alemana se ha convertido en el segundo inversor en Eslovaquia, sólo superado por la gran superficie inglesa Tesco, gracias al interés mostrado por trasladar parte de su producción de automóviles para beneficiarse del bajo coste de la mano de obra. Según los cálculos de la propia compañía, el costo social por vehículo en la planta de Pamplona pasará de las 555 euros en 2000 a los las 761 euros en 2003, tras las inversiones pactadas para los tres próximos años, que rozan los 770 millones de euros. Por el contrario, el coste social por vehículo en la planta de Bratislava es de tan sólo 186 euros.
De esta forma, la compañía ha decidido trasladar parte de la producción del nuevo Polo, del cual la factoría de Landaben (Pamplona) asumirá el 80% de la producción, mientras que el 20% restante se desarrollará en la fábrica eslovaca de Bratislava y en la brasileña de Curitiba. La compañía alemana también ha anunciado que la planta de Bratislava será uno de los ejes donde se producirá el sucesor del actual Golf, junto a Bruselas y Wolfsburg. La firma alemana, propietaria del 70% de las acciones de Skoda, también tiene otra planta productiva en la República Checa, desde la que exporta a Eslovaquia.
Privatización de servicios
Según un informe de la Oficina Comercial de España en Bratislava, las principales oportunidades de negocio se encuentran en la privatización de algunas compañías importantes del sector servicios, como entidades financieras, telecomunicaciones y, especialmente, el sector energético. Dicho estudio señala que la industria eslovaca en general 'necesitará una fuerte modernización para ser menos intensiva en obra y menos consumidora de energía, hasta hace pocos años subvencionada, por lo que requerirá una presencia muy activa de la inversión extranjera que aporte tecnología y mercados a las grandes empresas locales. Eslovaquia demanda más de tres veces el promedio europeo por unidad de PIB e importa más del 90% de la energía que consume. Además, su electricidad procede de las centrales nucleares de Bohunice y Mochovce, que poseen cuatro reactores, de los cuales dos no se pueden modernizar y deben cerrarse de manera urgente'.
Los servicios de telecomunicaciones se prestan a través de la compañía nacional de telecomunicaciones Slovenske Telekomunikacie, privatizada en un 51% y adquirida en su integridad por Deutsche Telekom. El 49% restante ofrece grandes oportunidades para la inversión, ya que el índice de penetración de la telefonía ha aumentado mucho en los últimos años (368 teléfonos por cada 1.000 habitantes), y el 70% de la red está digitalizada. Otro de los segmentos que ofrece grandes posibilidades es el comercio, dado que muchos pequeños empresarios se hicieron cargo de la expansión del comercio detallista durante el primer tramo de privatizaciones, con lo que el número de establecimientos ha subido hasta los 6.500 en todo el país, mientras que el comercio al por mayor ha sufrido la avalancha de las grandes multinacionales en este campo, como Tesco, Carrefour o Ikea.
El desarrollo de infraestructuras también se presenta como un buen nicho de negocio. Según el citado estudio, 'la construcción ha sufrido un desarrollo espectacular desde la caída del comunismo con la aparición de muchas pymes interesadas en establecer asociaciones de empresas con compañías extranjeras'. Las infraestructuras básicas necesitan una inyección económica del extranjero, ya que por ejemplo sólo un tercio de la red ferroviaria está electrificada y los aeropuertos de Bratislava y Kosice necesitan una profunda renovación para no depender del aeropuerto de Viena.
Soluziona, única española
La escasa implantación de las compañías españolas en el país se refleja en que la inversión acumulada en los últimos siete años es de apenas 24 millones de pesetas, concentrados en una sola empresa. Esta operación la efectuó Soluziona, la filial de servicios profesionales de Unión Fenosa, que creó en 1992 una delegación para formar profesionales de aquel país.
En la actualidad, 30 consultores, en su mayoría eslovacos, están realizando proyectos como la modernización de la compañía eléctrica Mosenergo en Rusia o de la compañía de servicios públicos de Trieste (Acegas).
En una segunda fase, Soluziona decidió establecer una de su fábricas de productos informáticos en Bratislava, desde la cual distribuye las aplicaciones en coordinación con los centros de producción de Madrid, Ciudad Real, Barcelona, Panamá, Nairobi y Montevideo. La ubicación dispar de estos centros sirve para ofrecer un servicio continuo durante las 24 horas del día y salvar las diferencias horarias.
En la actualidad, Soluziona está implantando un sistema de Gestión Comercial (Open SGC) para la Distribuidora de Eslovaquia Central (SSE).