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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Cambios en el sector aéreo

El sector aéreo se sigue respaldando en las ayudas públicas, más o menos camufladas, para tratar de recobrar el pulso tras los atentados del 11 de septiembre del año pasado, que hicieron estallar una crisis que estaba enquistada hace años. Las inyecciones de fondos aprobadas por el Gobierno Bush, las ayudas al sector por parte de la Unión Europea o el apoyo directo de Bélgica, Suiza e Italia a sus compañías de bandera han sido las constantes desde los fatídicos ataques terroristas a Nueva York y Washington.

Mientras las aerolíneas tratan de tomar aire en medio de lo que es una auténtica metamorfosis del sector, la Organización Europea para la Seguridad de la Navegación Aérea (Eurocontrol) acaba de dar un paso trascendental para reforzar ese proceso. Ha reducido a la mitad -de 600 a 300 metros- la distancia vertical a la que pueden navegar las aeronaves en vuelos por encima de los 8.700 metros. En la práctica se trata de aplicar el mismo criterio que ya se emplea para los vuelos a menos altura. El objetivo es incrementar la capacidad del ya colapsado espacio aéreo, al reducir el número de aviones que deben compartir la misma altura, e incrementar su capacidad efectiva. Este cambio debe, al mismo tiempo, reducir el consumo de combustible -se podrán hacer más trayectos directos- y el impacto medioambiental, así como disminuir los preocupantes retrasos, que aminoran la competitividad del sector.

Pero además de ser el mayor cambio en el espacio aéreo en 50 años, es la primera decisión de tales características que toma todo un continente, lo que demuestra una vez más que las barreras que impiden la gestión del espacio aéreo común en la UE son meramente políticas. Además, el sector sigue sin resolver, tanto en Europa como en EE UU, uno de sus mayores problemas, el de la congestión de los aeropuertos.

En tanto se producen estos cambios, las empresas comienzan a hacer balance del duro ejercicio pasado. Iberia cerró el año con un beneficio neto de 50,19 millones de euros, frente a los 201,18 millones de euros del año anterior. Un descenso considerable. Sin embargo, los propios gestores de la compañía esperaban que los resultados fueran peores. Calculaban cerrar 2001 con un resultado de explotación negativo, que finalmente ha arrojado un saldo positivo de 4,90 millones de euros.

El pequeño alivio que han supuesto para la dirección de Iberia estos resultados en un año muy difícil se ha visto empañado por una sanción de Fomento, que anunció ayer una multa de 137.039 euros a Iberia por la suspensión de vuelos en la madrugada del 13 de julio de 2001. La dirección de la compañía respondió con aquella suspensión al pulso que le planteaban los pilotos, que se encontraban en huelga. Tras horas de tensión, Fomento forzó la reanudación de los vuelos y abrió el expediente sancionador cuya resolución hizo pública ayer, justo al mismo tiempo que Iberia presentaba sus resultados. Parecía un recordatorio de que los problemas de Iberia con sus pilotos siguen pendientes.

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