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Sos prescinde del equipo directivo de Koipe y cierra una fábrica

Sos Cuétara ha comenzado a aplicar su programa de reducción de costes en el grupo Koipe. Los primeros en notar la reestructuración han sido los miembros del equipo gestor. La práctica totalidad de los máximos ejecutivos ha optado por abandonar la empresa, bien porque no han encontrado encaje en la estructura del nuevo grupo o porque tenían cerca la edad de jubilación y han optado por pactar su salida. Además, se cerrará una planta envasadora que Koipe tenía en San Sebastián y se venderá el edificio de la sede madrileña.

El grupo alimentario Sos Cuétara, propietario de la aceitera Koipe, desde el pasado de 17 diciembre tras lanzar una opa valorada en 69.000 millones de pesetas, no ha necesitado ni un mes para hacerse con la foto de la situación real de su nueva filial y poner en marcha un ambicioso plan de contención de costes. El objetivo es adecuar los principales ratios de la primera empresa mundial de aceite de oliva a los parámetros con los que opera el grupo Sos Cuétara.

La compañía gestionada por la familia Salazar anunció, todavía inmersa en pleno proceso de opa, que su principal objetivo en Koipe era aplicar sus métodos de gestión para lograr unos beneficios brutos de explotación mucho más elevados de lo que hasta entonces había sido capaz de generar la aceitera. La primera línea de actuación era, sin duda, el recorte de costes y en eso ha estado trabajando durante las últimas semanas del mes de diciembre. Desde el momento en el que se celebró el consejo de administración en Koipe, el pasado 28 de diciembre, que formalmente y de forma oficial permitía el acceso de los ejecutivos y accionistas de Sos Cuétara a la primera línea de gestión, los cambios fueron inmediatos.

Así, fueron destituidos de sus cargos tanto el presidente de la compañía, Adolfo Crespo, como el consejero delegado, Antonio Herranz. El primero ya había tomado la decisión de jubilarse y el segundo ha negociado un estatus de asesor de la empresa que le permitirá seguir ligado a la compañía, aunque ya fuera de su estructura directiva, durante algunos meses, aún sin cuantificar.

Una vez solucionada la cuestión de la primera línea ejecutiva, Sos Cuétara ha preferido no duplicar puestos y ha optado por "facilitar la salida", según explica un alto directivo de la sociedad, del resto del equipo que hasta ahora había gestionado la compañía aceitera. Así ya han abandonado la empresa, o están a punto de hacerlo, los directores de marketing, comercial, financiero, exportación y recursos humanos. Prácticamente la totalidad del organigrama de alta dirección de Koipe.

Jesús Salazar, presidente del grupo Sos Cuétara, no cree que exista una contradicción entre lo defendido por la compañía en el folleto de la opa, en el sentido de que se aseguraba a los accionistas que se mantendría a buena parte del equipo directivo de la empresa en sus puestos, y lo que finalmente ha sucedido. Salazar explica que el nuevo grupo Sos Cuétara Koipe se dirigirá desde Madrid, concretamente desde la localidad de Villarejo de Salvanes y, por tanto, "no tiene sentido alguno el que mantengamos dos organizaciones directivas paralelas que nos duplican los costes".

Sin llegar a ser una fusión de hecho, Koipe será gestionada de forma centralizada desde la estructura común creada para dirigir todas las filiales de la empresa. Sólo mantendrá su sede actual en San Sebastián para aprovecharse de las ventajas fiscales que ofrece la legislación del País Vasco y mantendrá únicamente un equipo reducido para atender la asesoría legal jurídica y algún servicio de contabilidad adicional.

De forma paralela a la severa reestructuración del equipo directivo, la familia Salazar ha comunicado ya a los trabajadores de la compañía aceitera su intención de proceder al cierre de una pequeña fábrica que Koipe tenía instalada en San Sebastián. Fuentes cercanas a la empresa aseguran que esta factoría, encargada de parte del envasado de aceite de semillas, era un auténtico despropósito económico, no tenía ningún sentido ni comercial ni industrial. "Era más un compromiso con el Ayuntamiento de San Sebastián que otra cosa y por eso se mantenía operativa", explican. Como resultado del cierre de esta fábrica y de la depuración de equipo financiero ya se han visto obligados a abandonar la empresa cerca de una treintena de trabajadores. Koipe tiene en la actualidad alrededor de 700 trabajadores en plantilla.

Los planes de ahorro de costes afectarán también a la presencia de la aceitera en Madrid. Las oficinas centrales de Koipe, situadas en el centro de la capital, se cerrarán, todo su personal se trasladará a la localidad de Villarejo de Salvanes y el edificio se venderá.

Fuentes cercanas a la compañía aseguran que los planes de recorte de costes también llegarán a la vertiente industrial de la compañía. Existe el convencimiento de que las fábricas de la empresa están algo sobredimensionadas desde el punto de vista laboral. Sin embargo, Jesús Salazar explicó que se ha llevado "una agradable sorpresa respecto a la situación de las fábricas, técnicamente están muy bien y no veo que haya un excesivo margen para recortar costes en esa área".

 

Hacer crecer la empresa en el exterior

Jesús Salazar se esfuerza en no dar la impresión de que los nuevos propietarios llegan a la empresa aceitera con el ánimo de llevar a cabo una depuración. "Nuestro principal objetivo y, así lo hemos dicho durante todo el proceso de adquisición, es potenciarla. Es cierto que vamos a ajustar plantillas eliminando redundancias evidentes, pero en paralelo la compañía necesita un fuerte impulso en el área de exportación y desde ese punto de vista es inevitable que la nueva Koipe se plantee en el futuro elevar su nómina contratando más comerciales y potenciando el área de comercio exterior".

El presidente de la nueva Sos Cuétara Koipe prefiere de momento centrarse en la estudio en profundidad de Koipe antes de comenzar a pensar cuál es el primer paso que dará la compañía para invertir la elevada liquidez que tenía la aceitera y que ha declarado que utilizará para hacer crecer la compañía fuera de España. "Todo lo que nos habían dicho que Koipe tenía está en su lugar: la liquidez, los activos y no han aparecido deudas nuevas. En ese sentido todo el plan de empresa que habíamos previsto está funcionando perfectamente", asegura Salazar.

Ahora los nuevos ejecutivos tienen un año por delante para organizar y estructurar la empresa de acuerdo con sus estándares de gestión antes de tener que ocuparse de atender los compromisos firmados con el sindicato de bancos que les prestó la financiación para lanzar la opa.

Durante este tiempo deberán buscar nuevas oportunidades de expansión para colocar la elevada liquidez que tiene Koipe, cifrada en unos 26.000 millones de pesetas. Abandonada definitivamente la opción de comprar Pastas Gallo por la negativa de la familia Espona a desprenderse de sus acciones, el objetivo, según Salazar, es crecer fuera. "Para lograrlo sólo hay dos formas, comprar una empresa que tenga fuera cuotas de mercado o fusionarse con ella", explica.

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