La Cepal alerta del rápido deterioro económico de América Latina
La Comisión Económica de la ONU para América Latina (Cepal) presentó ayer su balance preliminar sobre América Latina y el Caribe, en el que alerta del rápido deterioro de la región. El informe apunta varios aspectos preocupantes: panorama sombrío del comercio, contracción de la inversión extranjera, debilidad de la demanda interna y alto nivel de paro. La crisis reclama una gestión económica flexible y control de los sistemas financieros locales.
La economía latinoamericana está en franco deterioro. Tras un excelente nivel de expansión del PIB del 4,1% en 2000, el crecimiento de la región será este año del 0,5%. Para 2002, las perspectivas son malas; la Cepal predice sólo un 1,1%.
El panorama se ha ensombrecido espectacularmente en pocos meses. Las previsiones de mayo eran de crecimiento del 3% en 2001 y 4% en 2002. En noviembre, el secretario general de la Cepal, José Antonio Ocampo, pronosticaba unas cifras medio punto por encima de las conclusiones presentadas ayer.
El origen de este deterioro es el carácter global de la crisis económica. Es la tercera vez en menos de una década que la región sufre una brusca caída del PIB. Las dos anteriores, México en 1995 y Rusia en 1998, contagiaron la zona por vía exclusivamente financiera. Además, ambas se dieron en un contexto internacional expansivo.
Pero América Latina padece en esta ocasión los efectos de una verdadera crisis mundial, con una repercusión directa en el comercio, que se manifiesta en "una desaceleración o contracción de los volúmenes exportados, así como en una caída de los precios de las materias primas que afecta a todos los países".
Por si fuera poco, los atentados del 11 de septiembre han agravado la situación. Las posibilidades de recuperación a corto plazo en EE UU "se han esfumado" ante el deterioro de las confianza de consumidores e inversores. El pesimismo también se ha apoderado de Europa y de Japón.
Las repercusiones han sido claras. México, Centroamérica y el Caribe han padecido la contracción de la demanda estadounidense, su principal socio comercial, de productos manufacturados. Los ajustes de plantilla realizados en Occidente para cuadrar las cuentas han golpeado a inmigrantes latinoamericanos, repercutiendo en las remesas que envían a sus países. Una fuente de ingresos muy sustancial en la región. El turismo, especialidad del Caribe, también se ha resentido, las reservas de turistas han caído entre un 20% y un 60%.
La desconfianza de los consumidores por el temor a quedarse en paro ha provocado una fuerte contracción del consumo. En consecuencia, cae la producción y, así, la compra de materias primas.
Esta crisis de demanda ha afectado a los dos rubros principales de exportación de la región: los precios del petróleo se han desplomado y los del café, con una caída del 30%, han agudizado su crisis con cuatro años de caída ininterrumpida. La contracción del comercio ha derivado en un desplome generalizado de los precios de las materias primas, tanto en la agricultura, como en la minería, fuentes de ingresos de la región.
El caso argentino
La Cepal opina que la mayoría de las economías de la región ha logrado "absorber el efecto desestabilizador" de la situación internacional, salvo en el caso de Argentina. Las previsiones para este país son de contracción del 3,8% para este año y del 3,5% en 2002.
Argentina ha espoleado la aversión al riesgo de los inversores internacionales; las transferencias netas de recursos a la región serán nulas por tercer año consecutivo. Las dificultades de financiación crecen. Además, el recurso de las privatizaciones da ya síntomas de agotamiento. La caída de la recaudación por la contracción de la actividad y el alto desempleo (8,4%) reducen aún más las posibilidades de compensar la crisis del sector privado con inversiones públicas.
En esta situación, las políticas de reactivación de demanda interna no bastan. La Cepal insta a acelerar las reformas que reduzcan de una vez la vulnerabilidad externa de la región.