El Banco de España advierte niveles peligrosos en la deuda empresarial
El endeudamiento de las empresas no financieras ha alcanzado en 2001 cotas que pueden ser peligrosas para hacer frente a una hipotética situación recesiva que elevase el coste financiero a la vez que redujese los recursos de las empresas. En los tres primeros trimestres de este año la ratio de endeudamiento (recursos ajenos sobre pasivo remunerado) alcanzó el 47,9 para hacer frente a los procesos de inversión. No obstante, la rentabilidad de los activos sigue siendo superior al coste financiero.
La última fase expansiva de la economía española ha estado acompañada por un proceso de fuerte inversión empresarial, así como por un abultado expansionismo en el exterior, especialmente en Latinoamérica, que ha exigido el recurso sistemático al endeudamiento en las empresas. Los sectores de telecomunicaciones, energía y agua, construcción y petróleo han sido (junto a los bancos) las sociedades que han expandido más sus negocios desde 1996.
Desde 1996 el pasivo financiero de las empresas ha pasado del 45,1% del producto interior bruto al 64,9% en el año 2000. Durante estos seis años el endeudamiento de las empresas de las tres mayores economías de la zona euro (Francia, Alemania e Italia) ha pasado del 56% hasta el 66,9%, según datos aportados por el Banco de España. Por tanto, sigue siendo, en media, superior al endeudamiento de las empresas españolas, pero las diferencias se han acortado notablemente como consecuencia de los mayores inversiones acometidas en España.
Analizando una serie más larga de la evolución del endeudamiento, el Banco de España advierte de los peligros de su crecimiento si, de forma súbita, surgiese una fase recesiva prolongada en la economía europea.
A juicio del Banco las empresas han expandido sus negocios y han tomado más riesgos financieros que en el pasado porque con la integración de España en la Unión Monetaria "adivinan un escenario longevo de estabilidad macroeconómica del que hasta ahora habían carecido". Además, esta estabilidad proporciona una rentabilidad de los activos muy superior al coste de financiarlos (apalancamiento financiero positivo), circunstancia que aconseja mantener e incluso incrementar la inversión.
En 1996 la ratio de endeudamiento, medida como recursos ajenos sobre el pasivo remunerado, era de 38,9, según revela la Central de Balances del Banco de España. Pero en 2000 llegó a 48, con una gran concentración de los incrementos registrados en 1999 y 2000.
La formación bruta de capital en 1999 y 2000 fue muy alta y superó en ambos ejercicios el 30% del valor añadido bruto (30,6% y 31% respectivamente); en 1998, por contra, sólo había llegado al 24,1%. Dado que los recursos de capital de las empresas en los mismos ejercicios rondaron el 30% del VAB, en ambos periodos fue necesario el recurso a la financiación ajena (incremento de pasivos), en valores del 0,9% del valor añadido en 1999 y del 2,2% del VAB en 2000.
En 2001, hasta el mes de septiembre, el crecimiento de los costes financieros ha sido de un 28,2%, fundamentalmente por un fuerte crecimiento en los recursos ajenos con coste, mientras que la subida de los tipos de interés apenas aportó una mínima parte.
Análisis sectorial
Las empresas de producción y distribución de energía eléctrica, gas y agua son las que mayores aumentos han registrado en sus ratios de endeudamiento, pasando de una ratio de 35,3 a 52,4, y tienen una de las mayores proporciones de deuda sobre sus pasivos totales. Las industrias extractivas tienen una ratio superior, de 61,4, aunque su crecimiento prácticamente no ha existido, ya que en 1995 ya tenían un 59,8.
Las industrias manufactureras en general se mantienen en torno a 36, la misma que ya registraban en 1996. æscaron;nicamente las compañías de refino superan el 46, mientras que los fabricantes de material de transportes está en torno a 32, y llegó a superar 55 en 1995.
En telecomunicaciones y logística han pasado de una ratio de 41,5 en 1996 a 46 en 2000, aunque en 1999 había alcanzado 48,9. Las empresas que trabajan en sectores con mayor liquidez diaria, con negocios de corto plazo, como es el comercio o la construcción, tienen ratios de endeudamiento menores, ya que sus procesos de inversión dan resultados antes que en las altas tecnologías, las comunicaciones o las infraestructuras.
La rentabilidad del activo y la caída de tipos estimulan la inversión
La variable que mejor mide la salud financiera de la actividad económica es el apalancamiento financiero, o la diferencia entre la rentabilidad de los activos de una empresa y el coste de financiarlos. Esta ratio en valores positivos es el mejor incentivo para la inversión de las empresas. En 2001 ha mantenido valores positivos de 3,1, ya que la rentabilidad ordinaria del activo neto llegó al 8,5%, mientras que el coste en intereses pagados por financiar los citados activos fue de 5,4%. Se han mezclado unos tipos de interés muy bajos con un fuerte crecimiento económico, que ha proporcionado fuertes aumentos del negocio de las empresas.
El apalancamiento financiero entró en tasas positivas en 1997, tras varios ejercicios en valores negativos, en los que la rentabilidad de los activos era menor que su coste financiero. La entrada y consolidación de valores positivos depende de la estabilidad macroeconómica y de los bajos tipos de interés, circunstancias que España sólo ha proporcionado desde la entrada en la Unión Monetaria y en años previos en los que tal posibilidad era creíble.
La industria extractiva
En 2000 únicamente la industria extractiva y la fabricación de material de transporte tenía un apalancamiento financiero negativo, mientras que el resto de las actividades no financieras lo tenía positivo. En algunos casos, como el refino de petróleo, por el alza de los precios del crudo, los valores del apalancamiento superaron 25 (la rentabilidad de los recursos propios llegó a 46 en 2000, frente a 17 de 1999), y en el comercio alcanzó siete (la rentabilidad de los recursos propios llegó a 14,8).
Los valores históricamente mejores se alcanzaron en 1998, muy similares a los actuales, mientras que los peores de la historia de la central de Balances anotaron en 1983, 1984 y posteriormente en la crisis de 1993. En 1998 el apalancamiento estuvo a punto de recuperar valores positivos por el fuerte crecimiento de sus ventas, pero el coste de la financiación seguía siendo más alto que la rentabilidad de sus activos netos.