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La Bolsa sube el 4% en la semana pese a caer ayer un 1,39%

Cuentan los analistas en sus informes de situación que las Bolsas viven una luna de miel intensa tras la hiel bebida con motivo de los ataques terroristas y la debacle de las cotizaciones el 21 de septiembre. Son días éstos, añaden, de propaganda, de estímulos, de referencias a mejor, de intentar que la recesión pase de puntillas. No pasa nada si quiebra Enron o la mayor constructora de Japón, dejando ambas tras de sí un río de fallidos, con ramificaciones en bancos y empresas.

Lo peor ha pasado, han dicho esta semana los presidentes de Cisco y Oracle. Lo mismo dijeron hace algunos meses y erraron en sus pronósticos. La Bolsa quiere subir y resarcirse de las crisis recientes, primero, el estallido de la burbuja especulativa y, después, la derivada del deterioro de los resultados empresariales.

Decía un operador hace unos días que parece que de repente todo el mundo se ha puesto de acuerdo para perder la aversión al riesgo y mejorar la percepción de las Bolsas. No hay datos ciertos sobre los que fundamentar explicaciones a lo que sucede, salvo las derivadas de un cambio en el sentimiento de los participantes en el mercado inducido por la propaganda de la propia recuperación. El alza es el mejor señuelo para que entre dinero en Bolsa.

Esta disposición psicológica más favorable hace que inversores, analistas y operadores confíen en que la recesión económica está a punto de ofrecer su cota de inflexión, desde la que luego se reconstruiría un mejor clima económico ¿Por qué esta creencia? Porque los indicadores adelantados que aparecen en Estados Unidos son ahora más favorables que hace unas semanas.

Las Bolsas, en fin, juegan una carta de excesiva anticipación. Los indicadores adelantados gozan de una fiabilidad concreta que ahora se exagera. No es la primera vez que la realidad niega lo que los índices adelantados anticiparon. Hay analistas que consideran que en los próximos trimestres puede pasar lo mismo, es decir, que se mantengan cifras de actividad económica recesivas y que no acompañen los resultados de las empresas. Las Bolsas pagarían el error.

De dónde procede el dinero

Los operadores más dinámicos de la Bolsa española siguen confundidos respecto a la procedencia del dinero que mueve la Bolsa en los dos últimos meses. Hay, sin embargo, un cierto consenso en que la caída de los tipos de interés ha procurado un movimiento institucional comprador apoyado con estrategias en futuros. Algo así como una intervención orquestada en la oscuridad.

Hay más. Las operaciones intradía copan más del 90% de la actividad del mercado y se ajustan, generalmente, a posiciones por cuenta propia de las sociedades de Bolsa, que son las que están facultadas de manera legal para obrar de esta manera.

Siguiendo la estela de las flujos de dinero, se ha detectado en noviembre, y así ha quedado reflejado de manera oficial, un incremento considerable de las aportaciones de los ahorradores a los fondos de inversión, con la consiguiente canalización de dinero de éstos hacia la renta variable. O lo que es lo mismo, el inversor final ha optado por estos instrumentos justo cuando la Bolsa ya había subido de manera considerable desde los mínimos de septiembre ¿Volverán los particulares a llegar tarde al mercado una vez más?

Para los próximos días, las mayores entradas de dinero muy bien pueden proceder de fondos de pensiones, por el cierre de año.

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