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La confianza de los franceses cae al nivel más bajo en tres años

La confianza de los franceses en la economía ha descendido a su nivel más bajo en más de tres años, según el último barómetro de Demoscopia, conocido ayer, que marca una inversión con la tendencia optimista de la encuesta realizada en marzo pasado.

Aunque en el estudio de entonces ya había indicios sobre un próximo cambio de tendencia, la inflexión en noviembre es "brutal", aunque no se traduce en situación de "psicosis", destaca el diario Les Echos, que lo ilustra con su indicador global de dinamismo económico, resultado de la diferencia entre personas optimistas y pesimistas en cuanto a sus perspectivas económicas, del 21% se ha pasado al 3%.

Los autores de la encuesta indican que puesto que la bajada del desempleo alimentaba la moral de los franceses, el cambio de tendencia y los temores sobre su evolución "confirman una vez más que el factor empleo sigue siendo el resorte esencial de la confianza". Mientras en marzo un 27% de los entrevistados dijo que esperaban que la coyuntura con respecto a una eventual situación de paro para ellos o para personas próximas iba a mejorar y un 13% aventuraba un empeoramiento, esas cifras se han invertido en noviembre.

Les Echos señala que "los franceses no creen mucho en el discurso tranquilizador del Gobierno sobre la probabilidad de una recuperación rápida de la actividad en 2002", y esa inquietud tiene consecuencias sobre las intenciones de compra.

Han disminuido las ganas por comprar bienes de equipamiento (un 16%), por hacer viajes (un 15%) y por realizar adquisiciones importantes como un coche o una vivienda (un 19%).

En cuanto a las preguntas que se refieren directamente a los efectos de los atentados del 11 de septiembre, un 39,6% dice que tratan de comprender las causas del terrorismo, un 37,1% afirma interesarse más por lo que ocurre en otras regiones del mundo y muchos confiesan que han modificado algunas costumbres para evitar riesgos personales. Así, este último grupo señala que evitan acercarse a algunos barrios, prestan más atención a las personas con las que se relacionan, son precavidos con el correo que reciben o viajan menos, en particular en avión.

Cumbre franco-italiana

Por otra parte, la XXI cumbre franco-italiana se abrió ayer en Périgueux (suroeste de Francia), donde los líderes de los dos países confían en limar las recientes asperezas en sus relaciones y manifestar sus convergencias en temas europeos.

Los enlaces transalpinos, en particular el calendario de la reapertura del túnel del Mont Blanc a los camiones, y la incierta participación de Roma en el proyecto de avión europeo de transporte militar A-400 M figuran también en un lugar destacado de la agenda.

El jefe del Gobierno italiano, Silvio Berlusconi, fue acogido por el presidente francés, el neogaullista Jacques Chirac, en Périgueux, donde pasaron revista a las tropas y escucharon los himnos nacionales antes de iniciar su encuentro.

El primer ministro francés, el socialista Lionel Jospin, se unirá luego a esta primera cumbre franco-italiana desde la llegada al poder de Berlusconi.

En vísperas de la sesión, Chirac negó que la reunión tripartita (Francia, Alemania y el Reino Unido) sobre Afganistán que tuvo lugar al margen del Consejo europeo de Gante el mes pasado respondiera a un intento de crear un "directorio" del que se excluyera a Italia.

El dirigente italiano recalcó que "sólo una Europa unida y fuerte podrá tener un papel importante al lado de Estados Unidos en la jugada fundamental que se desarrolla en la escena de la seguridad mundial".

Berlusconi, quien pronosticó que el euro "será una verdadera calamidad para los que no se hayan adherido" a la moneda única, respaldó el reciente llamamiento franco-alemán por una constitución europea de cara al futuro inmediato.

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