EDF adquiere la mayor red de distribución eléctrica británica
EDF ha dado otro paso en su expansión por Europa y ha comprado a la estadounidense TXU su actividad distribución eléctrica de Gran Bretaña, agrupada en Eastern. Con esta operación se convierte en la propietaria de la más importante red de electricidad de la isla, con una transacción que se eleva a 1.850 millones de dólares (2.100 millones de euros). Adicionalmente ha comprado, también a TXU, una planta de 2.000 megavatios por 587 millones de euros, ubicada a Nottinghamshire .
Electricité de France (EDF), líder eléctrico europeo, ha adquirido a la estadounidense TXU la más importante red de distribución de electricidad de Gran Bretaña por 1.860 millones de dólares (349.000 millones de pesetas) (2.100 millones de euros), cifra que incluye el pago de las acciones y la asunción de deuda. El acuerdo afecta, asimismo, al 50% que TXU controla en la cadena red 24Seven. Las operaciones se realizan a través de London Electricity, filial de la empresa francesa en el Reino Unido.
Además, el grupo galo ha adquirido por 587 millones de euros (más de 97.000 millones de pesetas) la central de generación West Burton de 2.000 megavatios, igualmente propiedad de la compañía con sede en Texas. Tras la inclusión de ese activo, London Electricity incrementa su cuota en la actividad de generación de Gran Bretaña a más del 7%. Paralelamente EDF suministra electricidad a ese mercado por medio de las conexiones submarinas.
London Electricity ha señalado que estas operaciones forman parte de su estrategia de integración vertical y consolidación de su actividad eléctrica. La citada empresa considera, por tanto, que las autoridades británicas no pondrán objeciones a unos movimientos que, a su juicio, tienen una clara lógica empresarial. "Nosotros estamos satisfechos por ser inversores a largo plazo", manifestó ayer el presidente ejecutivo de London Electricity, Bruno Lescoeur. En esta línea, un portavoz añadió que si se presentan otras oportunidades, se analizarán con esmero. La financiación de las compras se hará a través de fondos generados y deuda, así como con una aportación entre 600 a 650 millones de libras por parte de EDF.
Refuerzo
Las transacciones que se conocieron ayer oficialmente son un paso más dentro del objetivo de la empresa francesa de afianzar sus posiciones en Gran Bretaña, que se ha confirmado como uno de los destinos preferentes de sus inversiones. Y los analistas señalaron, casi de forma coincidente, que las cifras ofrecidas contenían una significativa prima.
El grupo que preside François Roussely adquirió London Electricity a Entergy por 3.200 millones de dólares en 1998. La adjudicación de esa compañía fue muy contestada por las autoridades del Reino Unido, que solicitaron a Bruselas que les concediese capacidad para poder vetar la operación. Sin embargo, la Comisión Europea autorizó la que entonces se convirtió en la más importante transacción eléctrica paneuropea.
Después de la obtención de London Electricity, EDF ha realizado otros movimientos importantes en Europa, tanto en el este como en el oeste. Y aún más que en el caso de London Electricity, su entrada en la italiana Montedison estuvo rodeada de polémica y de la oposición de algunos de los anteriores propietarios de la empresa transalpina, así como la del Gobierno saliente de ese país. Circunstancias que el grupo francés solucionó hábilmente con su sonada alianza con la compañía automovilística Fiat y con Benetton.
Ahora, y después de ciertas reordenaciones en Montedison, intentan hacer de Edison la segunda eléctrica italiana en competencia con las filiales que Enel está colocando a otras empresas energéticas.
En España, su presencia se centra en su participación indirecta en Cantábrico, a través de la alemana EnBW, de la que tiene el 34% del capital. Y, también con motivo de ser el principal accionista de la empresa de Baden-Württemberg, el Gobierno español aplicó cautelarmente en la empresa asturiana la normativa que limita al 3% los derechos políticos de los accionistas que están participados significativamente por entidades públicas de su país. Después de laboriosas negociaciones con Bruselas y Madrid, el veto quedó levantado a cambio de un aumento de la interconexión eléctrica entre España y Francia.
TXU reduce posiciones
Mientras la fortaleza de EDF se pone de manifiesto en éstas y otras operaciones, TXU atraviesa un proceso de reordenación de sus actividades en Gran Bretaña, país que fue su meta prioritaria cuando mantenía una política más expansiva en Europa. En España se retiró de Cantábrico.
Ahora, su objetivo básico es la reducción de deuda financiera y la concentración en áreas no reguladas, aunque no descarta adquisiciones en Alemania.
Anteriormente había vendido otros activos de generación también en Gran Bretaña al grupo estadounidense International Power y a Centrica.
Bruselas, atenta a los movimientos
La Comisión Europea tomó nota ayer del último movimiento de expansión de la empresa pública Electricité de France, pero desconoce aún si la operación debe ser revisada a la luz del derecho comunitario. Fuentes de la Comisión no prevén, en principio, grandes complicaciones con el expediente.
El visto bueno de Bruselas es preceptivo para operaciones que realizan empresas cuya facturación anual en el mundo supera los 5.000 millones de euros o 250 millones de euros en Europa, cifra esta última que EDF sobrepasa con creces.
La Comisión también puede escrutar una compraventa de activos si en una de las dos empresas involucradas el 30% de la facturación procede de dos o más mercados comunitarios. Un supuesto en el que cae de pleno la eléctrica francesa, presente ya, entre otros Estados de la Unión, en Reino Unido, España e Italia, además de en su país de origen. El Reino Unido, escenario del nuevo zarpazo de EDF, soportó también uno de sus primeros escarceos transfronterizos, cuando compró London Electricity aprovechando la liberalización introducida por los Gobiernos de Margaret Thatcher.
Bruselas defiende desde entonces el derecho de EDF a beneficiarse de la libertad de movimiento de capital que consagra el Tratado de la Unión Europea, aunque París se resista a abrir su propio mercado eléctrico. En el último año, la Comisión ha autorizado a EDF, a condición de desinversiones, su entrada en la alemana EnBW, en la italiana Montedison y en la española Cantábrico.