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CRISIS MUNDIAL

El Mercosur afronta su disolución si no alcanza un acuerdo este mes

El agravamiento de la desaceleración económica mundial tras los ataques terroristas del pasado 11 de septiembre ha acelerado el cambio de escenario del Mercosur. La crisis en la que se debate desde hace tres años este proyecto de mercado común del sur latinoa-mericano se acerca peligrosamente a un punto de colapso. La cumbre del próximo 8 de octubre será decisiva para su futuro.

Las diferencias que enfrentan a Argentina y Brasil desde hace dos años y medio parecen haber llegado a un punto de no retorno.

La devaluación del real en enero de 1999, que llevó su relación con el dólar de 1,10 a 2, ha llegado en estos últimos días a 2,80. La pérdida de competitividad de los productos argentinos dentro del bloque económico que comparten también Uruguay y Paraguay se ha hecho a todas luces insostenible. Las rencillas casi cotidianas entre empresarios argentinos y brasileños en relación con el intercambio bilateral han acabado por genera una relación cada vez más tirante entre ambos Gobiernos.

La crisis mundial arrecia

Las quejas de los industriales argentinos contra las trabas de Brasil a sus productos no es, en realidad, más que una protesta dirigida a su propio Gobierno por el sistema de convertibilidad que ata el peso al dólar, restando competitividad a sus bienes de exportación. El ahogo financie-ro de la economía argentina llevó, hace tres meses, a que el ministro de Economía, Domingo Cavallo, planteara a sus socios de Brasilia que aceptasen una encubierta devaluación temporal del tipo de cambio comercial.

Y así ocurrió. Pero sin que Argentina lograra superar su gravísima crisis de pagos ni su recesión histórica. Hace apenas 15 días, Cavallo volvió a la carga para exigir a Brasil que se adapte a la convertibilidad, una exigencia que los funcionarios brasileños respondieron entre bromas, al afirmar que "la economía mayor no puede adaptarse a la menor".

Mientras Buenos Aires acu-sa a los brasileños de agra-var su situación con la devaluación del real, éstos ponen el acento en la inviabilidad del régimen de convertibilidad. Pero en el fondo de este enfrentamiento subyace una crisis sincronizada.

Argentina se debate en la cornisa por su elevada deuda pública de 150.000 millones de dólares, que se hace impagable por parte de una economía, que no crece y cuya recaudación de impuestos cae mes a mes. Brasil, por su parte, observa también cómo la depreciación del real eleva astronómicamente el pago de sus deudas en dólares, las cuales se hacen más gravosas por la elevación del tipo de interés por parte del Banco Central para evitar la huida de capitales.

De hecho, sus vencimientos de pagos de la deuda en 2002 se elevan a 74.000 millones de dólares, una cifra ante la cual la ayuda de 15.000 millones que recientemente recibió del Fondo Monetario Internacional parece muy poca cosa. Con una perspectiva de caídas de exportaciones mayor, debido a la crisis de EE UU y a nivel mundial, tanto Brasil como Argentina se enfrentan a una situación de difícil solución.

La cumbre de presidentes, ministros de Economía y gobernadores de bancos centrales del Mercosur decidirá si mantiene el arancel externo común que protege a los productos del bloque de los de terceros países. Cavallo quiere eliminarlo. Los industriales argentinos piden abiertamente la "suspensión" temporal del Mercosur. Es decir, su disolución.

 

La integración de México en Norteamérica

agrava los efectos de la desaceleración

La economía mexicana, integrante del Tratado de Libre Comercio Norteamericano (Nafta, de acuerdo con sus siglas en inglés), está sintiendo como pocas los efectos de la desaceleración de su vecino del norte.

Casi un apéndice de la gigantesca economía de Estados Unidos, México ha venido sufriendo los efectos del menor crecimiento estadounidense a lo largo de este año, ya que ese mercado recibe el 85% de las exportaciones aztecas. Hasta el año pasado, las ventas al exterior totalizaban unos 200.000 millones de dólares, un monto desconocido para cualquier economía latinoamericana. El 75% de su producción automotriz, por ejemplo, es absorbida por Estados Unidos. En el cuadro de la fuerte caída de las ventas de automóviles en ese país, México ha visto caer sus expectativas de crecimiento. DaimlerChrysler anunció ya en enero el cierre de tres plantas mexicanas, en tanto que Ford redujo su producción el 17% en el primer trimestre del año.

Algunos analistas no creen que las consecuencias negativas de la situación estadounidense se mantenga largo tiempo. Para James Callahn, presidente de Bank-Bos-ton México, "la recesión aquí será de corto plazo, con una crisis de rápida recuperación, aunque en los próximos meses veremos una caída de la inversión extranjera directa".

El Fondo Monetario Internacional (FMI), por su parte, ha ofrecido a México una línea de crédito de contingencia, para ser usada en caso de que la creciente crisis mundial reduzca esos flujos de capital y alabó la política fiscal y monetaria de su Gobierno.

Pero los exportadores están muy preocupados y el Gobierno cree que las ventas al exterior, que ya bajaron a 170.000 millones de dólares este año, podrían crecer un 2% frente a un aumento del 15% el año pasado. El sector turístico, que obtiene el 80% de sus ingresos de viajeros de EE UU, está alarmado porque las reservas hoteleras y aéreas han caído un 30% desde el 11 de septiembre. El origen del auge de ayer es también el de la recesión de hoy.

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