El BBVA estima que el crecimiento del PIB español caerá al 2,5% en 2002
Tras crecer a tasas superiores a su ritmo potencial (del 2,6%) desde 1997, el avance de la economía española se reducirá del 4,1% en 2000 al 2,8% este año y al 2,5% en 2002, según sostiene el último informe de coyuntura del BBVA. Este freno, si bien no puede considerarse de ningún modo la antesala a una recesión, sí que supondrá un parón transitorio al proceso de convergencia real de España con la UE.
De cumplirse estas previsiones, España estaría creciendo el próximo ejercicio al mismo nivel que los principales países de Europa, con lo que se anularía el diferencial por primera vez desde 1994 y se frenaría el proceso de convergencia real de la economía española con el resto de la Unión.
Pero un aspecto positivo que sostiene el último informe de coyuntura elaborado por el Servicio de Estudios del BBVA es que a diferencia de 2001, en que la economía irá de más a menos, tanto en la actividad como en el sector exterior, "en 2002 el crecimiento del producto interior bruto (PIB) irá de menos a más, desde el 2,3% estimado para el primer trimestre, hasta el 2,8% en el cuarto".
El informe sostiene que la reciente fase expansiva ha estado sustentada por factores tanto de la demanda, como de la oferta.
Por el lado de la demanda es destacable el impacto dinamizador que sobre la confianza de los agentes económicos (consumidores y empresas) tuvo la participación de España en la Unión Monetaria desde su inicio y la consiguiente reducción de los tipos de interés reales, así como el aumento de renta disponible que propició la reforma del IRPF.
Depreciación del euro
La demanda externa, por su parte, se sustentó en la depreciación del euro y el dinamismo del comercio mundial, que alcanzó ritmos de crecimiento récord (cercanos al 10%) en 2000. Pero muchos de los factores que propiciaron la mencionada fase expansiva no sólo se han agotado, sino que han cambiado de signo.
Un claro ejemplo fue el abaratamiento de las materias primas registrado en 1997 y 1998 y cómo se tornó la situación en alarmante cuando a partir de mediados de 1999 comenzó el súbito e imparable aumento de los precios del petróleo.
Asimismo, el informe del BBVA llama la atención sobre el hecho de que también la moderación salarial, factor responsable del dinamismo económico a partir de 1995, "parece haberse frenado, si bien los salarios reales continúan creciendo moderadamente".
En este sentido, el estudio subraya que el principal riesgo para la actividad real en el futuro es que los aumentos de precios pasados influyan sobre las expectativas de los agentes económicos, aumentando la agresividad salarial e interrumpiendo la moderación de los salarios, "lo que convertiría el problema nominal actual en otro real".
Por tanto, una vez asumido el cambio de ciclo y teniendo en cuenta que muchos de los factores responsables del dinamismo pasado son irrepetibles, el informe del BBVA recuerda que sólo la puesta en marcha de más reformas estructurales o los aumentos de productividad fruto de los avances tecnológicos asociados a la nueva economía "pueden apoyar el crecimiento a largo plazo".
Bajos tipos de interés
En 2002, la economía española volverá a retomar ligeramente la senda de crecimiento, mostrando unas tasas de avance mayores a medida que se vaya consumiendo el ejercicio.
El freno al deterioro de la actividad estará sustentado en unos tipos de interés reales que se mantendrán en niveles mínimos históricos (del 0,7% en 2001), como consecuencia de un entorno monetario laxo y del proceso de consolidación fiscal.
Además, aunque continúe perdiéndose competitividad por segundo año consecutivo (1,1% en 2002), las ganancias acumuladas durante los últimos años evitarán un fuerte deterioro del sector exterior.
Sostiene también el mencionado análisis que aunque la moderación salarial corra riesgos (los salarios reales crecerán un 1% en 2002), no parece que se vaya a volver a la dinámica de ganancias salariales reales de finales de los ochenta.
En este contexto, en 2002, la baja tasa de ahorro, la menor creación de empleo y el elevado endeudamiento de las familias dificultarán la recuperación del consumo y aunque las positivas perspectivas permitan retomar el ritmo inversor, la demanda nacional continuará ralentizándose, creciendo al 2,3%.
Por último, el sector exterior tendrá el comportamiento opuesto al de 2001, mejorando su contribución al crecimiento con el paso del año. No obstante, las exportaciones continuarán desacelerándose.
El debilitamiento de la demanda aliviará la inflación
El enfriamiento de la actividad al que asistirá la economía española, tanto en 2001 como en 2002, permitirá eliminar el exceso de demanda, lo que contribuirá a reducir las tensiones inflacionistas.
A pesar de que los precios ya han empezado a remitir por el mejor comportamiento de los costes energéticos, los expertos temen los efectos de la denominada segunda ronda del choque del petróleo, la transmisión retardada del aumento de costes a lo largo de la cadena de producción, la continuada depreciación del euro y las tensiones salariales, que impedirán la reducción de la inflación hasta niveles similares a los de la Unión Económica y Monetaria. La inflación tendencial, que recoge los componentes más estables dentro de la cesta del IPC, se mantendrá por encima del 3%, poniendo de manifiesto la existencia de importantes rigideces en los mercados de bienes y servicios.
Esta coyuntura representa un duro revés para la competitividad de España, ya que las posibles pérdidas que sigan registrándose ahora no serán recuperables bajo un régimen de tipo de cambio fijo. En 2001 y 2002 la evolución prevista del tipo de cambio nominal del euro y el mantenimiento de un diferencial de inflación, de 1,2 y un punto, respectivamente, se traducirá en pérdidas de competitividad del 1,7% este año y del 1,1% en 2002. El peligro, para los analistas, es que el diferencial de un punto adquiera el carácter de permanente.