Aversión al riesgo en la renta fija
Una de las variables que utilizó Alan Greenspan en 1998 para explicar los recortes de tipos fue el aumento del diferencial entre los rendimientos de la deuda privada y pública. La aversión al riesgo de los operadores de bonos había disparado la prima que se pagaba por la deuda de calidad frente a la renta privada. Es un indicador de falta de confianza de los inversores.
Ahora los diferenciales entre la renta fija privada y la pública de Estados Unidos están alrededor de los 170 puntos básicos. Han bajado desde diciembre, cuando rondaban los 200, pero duplican la media registrada en el periodo 1993-1997.
En otras palabras, la liquidez que Alan Greenspan ha inyectado en el sistema no ha conseguido expulsar el miedo de la mente de los inversores. Eso, a pesar de haber practicado la mayor serie de recortes de tipos de interés que se recuerda.
Las relaciones entre precio y beneficio están, vistas las últimas advertencias sobre resultados, en línea con la experiencia de los años anteriores a la burbuja, de modo que para que la Bolsa suba debe reducirse la prima de riesgo. Y Green-span ya ha gastado casi toda su munición en este sentido, sin que sus movimientos hayan tenido un gran impacto.
En la agencia Moody's, de todas maneras, no son tan pesimistas. Aseguran que una reducción de los diferenciales unos 20 puntos básicos, hasta los 150, podría ser suficiente para calmar los ánimos. Sólo sobre esa base puede construirse la recuperación, pues el ritmo de crecimiento de beneficios nunca será el que reflejaban los máximos del Nasdaq.
Lo de los bonos de alto riesgo es otra historia. En este sector la aversión al riesgo tiene menos que ver con la psicología y más con el alto volumen de impagados. Cierto es que rendimientos del 50% pueden ser excesivos, pero la tasa de impagados está alrededor del 7%, y todavía queda alrededor de un año para toque techo.