Bush debe decidir si aplica las sanciones de la Ley Helms-Burton
Escepticismo
Las dudas surgen ahora ante la deuda de Bush con el lobby conservador cubano-estadounidense de Miami. Bush llegó a la Casa Blanca gracias a un puñado de votos de Florida. Y el apoyo de esa combativa comunidad resultó crítico en aquella batalla. æpermil;sta es una ocasión de oro para devolver el favor a los cubano-estadounidenses. Pero incluso representantes de este lobby reconocen, bajo condición de anonimato, que Bush seguramente mantendrá el estatus quo.
El frente a favor de la aplicación plena de la Ley Helms-Burton sigue liderado por la Fundación Nacional Cubano Americana y los congresistas de origen cubano de ambos partidos. Tanto la republicana Ileana Ros-Lehtinen (de Florida) como el demócrata Robert Menéndez (de Nueva Jersey) apoyan plenamente esta ley. Pero han reconocido en público que no creen que Bush vaya a dar este salto cualitativo.
En EE UU, a diferencia de Europa, las posiciones frente a Cuba tienen poco que ver con planteamientos ideológicos de derecha o izquierda. Hay políticos republicanos que se oponen al embargo porque lo consideran ineficaz y perjudicial para las empresas estadounidenses, y demócratas que lo apoyan porque necesitan los votos cubano-estadounidenses.
Otros grupos opositores a Castro tampoco dudan que Bush mantendrá la suspensión. "Todo va a quedar exactamente igual; no me imagino a Bush entrando en un conflicto con Canadá y la UE", afirma Antonio Guedes, de la Unión Liberal Cubana (ULC).
Los empresarios españoles coinciden con esta visión. El director de relaciones internacionales de las Cámaras de Comercio, Fernando Puerto, descarta cualquier cambio en la situación actual. "Sin embargo, el interés final de EE UU es reservar el terreno para sus empresas, ése es el verdadero objetivo de la ley".
La Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) cree que la ley nunca se hará efectiva. "Afectaría a demasiados intereses estadounidenses", explica un portavoz. Los analistas afirman que muchas compañías de EE UU invierten en la isla vía México y Canadá, los dos grandes socios, junto a España, de Cuba.
Intereses españoles
En cualquier caso, España sería uno de los grandes afectados si Estados Unidos decidiese endurecer su política contra el régimen castrista.
Más de 210 empresas españolas están ya operando en la isla, según los datos de la Asociación de Empresas Españolas en Cuba. El director de este organismo, Rafael García Aznar, afirma que España "ya es el primer socio comercial" de Cuba. La previsión de relaciones comerciales con Cuba para 2001 es de exportaciones por valor de 700 millones de dólares (138.600 millones de pesetas) y de importaciones cercanas a los 150 millones de dólares.
Las inversiones en la isla fluctúan mucho en función de las concesiones del Gobierno castrista para construir. Pero, según los últimos datos disponibles, España invirtió entre 1997 y 1999 casi 10.200 millones de pesetas.
La mayor parte de las empresas instaladas en Cuba son pymes relacionadas básicamente con el sector servicios, que han florecido bajo la sombra de la compañías hoteleras. El turismo es la gran fuente de riqueza del país, por el que ingresó 1.940 millones de dólares en 2000, según la Comisión Económica de la ONU para América Latina (Cepal).
La Cadena Sol Meliá es precisamente uno de los grupos más poderosos en Cuba. Sol Meliá gestiona ya 20 hoteles en la isla. Este negocio representa el 2,5% de su facturación. El ascenso a la Casa Blanca de Bush no ha alterado lo más mínimo sus planes. Reciente mente ha abierto con éxito el Hotel Tryp Península Varadero y tiene en marcha tres proyectos más.
Otra muestra de confianza es el comportamiento de Repsol YPF. La compañía petrolera está en negociaciones con las autoridades cubanas para abrir proyectos de exploración y producción de hidrocarburos y de gas natural.
La proliferación de empresas españolas en Cuba es un ejemplo del éxito de la nueva política castrista. La profunda crisis de finales de los ochenta y comienzos de los noventa ha obligado al país a buscar oxígeno en la comunidad internacional. La Ley de Inversión Extranjera, aprobada en 1995, ha dado un impulso decisivo al capital foráneo, gracias a las facilidades que establece para la inversión.
La caída en 1989 del bloque soviético, del que Cuba se abastecía a precios preferenciales y donde colocaba el 85% de sus productos, sumió al país en una grave crisis.
El PIB llegó a contraerse un 35% entre 1989 y 1993. Las medidas capitalistas, adoptadas con mal necesario, devolvieron pronto al país a la senda del crecimiento. En los últimos siete años el PIB ha crecido a un ritmo medio del 3,7% y el año pasado registró un incremento del 5,6%.
La Cepal estima para este año un aumento superior al 3%. La base del crecimiento será la de siempre: níquel, azúcar de caña y turismo. El fin de la economía nacionalizada aún está muy lejos. Pero los inversores empiezan a tomar posiciones.
Cinco años plagados de tensión y cambios
En febrero de 1996 Cuba derribó dos aviones del grupo Hermanos para el Rescate y provocó la muerte de tres cubano-estadounidenses. Y en cuestión de semanas el Congreso había aprobado la polémica Ley Helms-Burton.
Bill Clinton firmó la ley (aquel año había elecciones al Congreso), pero nunca permitió que se aplicaran sus capítulos más severos. En 1997 falleció Jorge Mas Canosa, el poderosísimo presidente de la Fundación Nacional Cubano Americana. El cargo pasó a su hijo Jorge Mas. Pero su experiencia y capacidad de presión en Washington DC es inapreciable comparada con la de su padre.
En 1998, el papa Juan Pablo II visitó Cuba. Y en enero de 1999 Clinton anunció una larga batería de medidas que relajaban el embargo a la isla.
En noviembre de ese año, el niño Elián González era rescatado de las aguas de Florida. Empezaba así una saga que duró hasta junio de 2000 y que hizo que muchos estadounidenses terminasen hartos del extremismo y la intolerancia mostrados por los cubano-estadounidenses.
Las elecciones del año pasado volvieron a colocar a Florida en el ojo del huracán. Los cubano-estadounidenses nos lideraron las manifestaciones pro Bush y los asaltos a centros de recuento de votos. Y ello no mejoró en nada la imagen de este colectivo.
Las voces contra el embargo aumentan. Directivos de varias empresas han visitado Cuba para tantear posibilidades de negocio. La agenda política respecto a Cuba empieza a dejar de estar marcada por los cubano-estadounidenses.