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TRIBUNA
Columna
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¿Está en recesión Estados Unidos?

Carlos Sebastián analiza el comportamiento de la economía estadounidense en los últimos meses y señala el descenso de la producción industrial y del número de ocupados como indicadores de recesión.

Carlos Sebastián

Una recesión es una caída persistente del ritmo de actividad económica, y se ha adoptado la convención de dar contenido empírico a ese concepto identificando recesión con al menos dos caídas consecutivas del PIB trimestral. Con este criterio, desde la II Guerra Mundial ha habido ocho recesiones en EE UU. Hubo un noveno episodio en 1960 en el que el PIB registró caídas en dos trimestres, pero no consecutivos.

Con los datos conocidos hasta el momento, el PIB estadounidense no está disminuyendo, aunque se ha revisado a la baja el correspondiente al primer trimestre y aún tardaremos en conocer el dato del trimestre que estamos acabando.

Podemos, sin embargo, analizar los datos de indicadores representativos de la actividad económica, que se publican con frecuencia mensual y con un retraso pequeño. Por ejemplo, el índice de producción industrial y el empleo no agrícola. Si utilizamos como criterio para definir una recesión el que se produzca durante al menos seis meses consecutivos una caída de la producción industrial y durante cuatro meses consecutivos una caída en el número de ocupados, ¿qué periodos entre 1946 y 2000 resultarían clasificados como recesivos? Exactamente los mismos nueve que con el criterio tradicional (incluido el episodio de 1960 que antes hemos comentado). Y ningún otro.

¿Cómo están evolucionando estos indicadores recientemente? El índice de producción industrial lleva cayendo siete meses consecutivos y, con la evolución reciente de los indicadores adelantados de la actividad industrial, el dato de mayo puede suponer la octava caída consecutiva. El empleo no agrícola, por su parte, lleva cayendo tres meses seguidos, por lo que también está a punto de cumplirse el segundo criterio, sobre todo dada la evolución del número de demandantes de subsidio de paro en la primera semana de junio. Con estos datos, si esto no es una recesión se le parece bastante.

¿Cómo se ha creado esta situación? La economía estadounidense venía creciendo muy deprisa, pero de forma bastante desequilibrada. Al son de las fanfarrias de la nueva economía las empresas estaban sobreinvertidas y muy endeudadas y las familias estaban también muy endeudadas y registraban tasas de ahorro negativas. Era como una bicicleta, que necesita mantener una cierta velocidad para no pararse. Y en esa situación, durante los primeros meses de 2000 recibió tres shocks (el encarecimiento del petróleo, la elevación de los tipos de interés y el final de la burbuja especulativa del Nasdaq), lo que ocasionó una desaceleración que acabó convirtiéndose en una fuerte ralentización. Las empresas reaccionaron a la desaceleración recortando sustancialmente su nivel de actividad y sus planes de inversión.

Resulta sorprendente que el gasto de los consumidores mantenga un ritmo de crecimiento relativamente alto. Y lo es por ser la consecuencia de que las familias siguen consumiendo más de lo que ingresan, pese a que su riqueza financiera neta se haya reducido sustancialmente (una estimación provisional la situaba negativa a final de 2000), por la caída de la Bolsa y el aumento del endeudamiento, y pese al ambiente recesivo que se respira. Existen dudas de que esta situación pueda mantenerse si el mercado de trabajo sigue deteriorándose y, con él, las expectativas de las familias sobre sus rentas salariales. Si el consumo se para, la recuperación se retrasará hasta bien entrado el año 2002. Si, por el contrario, el consumo sigue creciendo, la economía podría recuperarse a final de año, aunque ¿cuándo y con qué consecuencias se producirá el inevitable ajuste en el desequilibrado balance de las familias estadounidenses?

¿Qué puede hacer Greenspan? Creo que poco. Ha bajado los tipos y ha hecho bien. Con ello ha mejorado la cuenta de resultados de las empresas y la renta disponible de las familias. Pero no creo que deba insistir, a no ser que la situación de la banca, afectada por la elevación de la morosidad de unos prestatarios muy endeudados, fuera peor de lo que se conoce, lo que sería una muy mala noticia.

La política fiscal, por su parte, actúa con gran lentitud, pero el plan de Bush, al mejorar la expectativa de renta disponible futura, pue-de facilitar el saneamiento de las familias. Por lo demás, esperar (y procurar no ser tan volátil en sus juicios).

No debemos confiar en que el endocrino elimine en un par de semanas el sobrepeso acumulado en años de excesos.

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