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INTERNACIONAL

Reino Unido ofrece incentivos fiscales a cambio del abaratamiento de los fármacos

Justo 20 años después de que se identificaran los primeros casos de enfermos de sida en Estados Unidos, los Gobiernos occidentales empiezan a reaccionar a las peticiones de los países más afectados por la enfermedad, en su mayoría ubicados dentro de las fronteras del continente africano.

El Gobierno británico ha anunciado esta semana que aplicará incentivos impositivos a aquellas farmacéuticas que faciliten el acceso a los medicamentos para tratar el sida, la malaria y la tuberculosis a los enfermos de países en desarrollo. Según informó el ministro de Economía, Gordon Brown, "si las farmacéuticas mejoraran la accesibilidad a los tratamientos estaríamos preparados para equiparar ese compromiso, considerando tales donaciones como impuestos deducibles". Además, Brown anunció que las ventajas fiscales que se aplican a las empresas por la investigación en Reino Unido, se extenderían a las realizadas fuera del país, "aunque esta propuesta está sujeta al compromiso por parte de las compañías farmacéuticas de crear nuevas medicinas y vacunas que ayuden de verdad a los pobres y los enfermos".

Algo más de 36 millones de personas conviven con el virus del sida en el mundo, de los que más de 25 millones se ubican en África. En algunos países como Zambia, el 19% de la población padece la enfermedad y con una renta per cápita de 320 dólares (poco más de 60.000 pesetas) al año es imposible acceder a un tratamiento que ronda las 900.000 pesetas, según estimaciones de Médicos sin Fronteras, por lo que los Gobiernos luchan por acceder a medicamentos genéricos, mu-cho más baratos. Además de las ventajas fiscales, el Gobierno de Reino Unido se ha comprometido a aportar unos 105 millones de dólares al fondo mundial para el sida, promovido desde la ONU, a la vez que aseguró que este tema se tratará en el encuentro del G-8 que se celebrará en Roma en julio.

El fondo gana adeptos

La idea de un fondo global fue lanzada por el secretario general de la ONU, Kofi Annan, en abril de este año, como un instrumento necesario para combatir una enfermedad que se ha cobrado en dos décadas 22 millones de vidas. Annan estableció entre 7.000 y 10.000 millones de dólares la cantidad necesaria para que el fondo fuera efectivo. Hasta esta semana, el único país que se había comprometido con la iniciativa era EE UU, cuyo presidente, George Bush, prometió una aportación de 200 millones de dólares, una cantidad casi simbólica para la primera economía del mundo.

El pasado jueves, sin embargo, también Francia se sumó a la iniciativa, con una aportación de 175 millones de dólares, según comunicó el primer ministro, Lionel Jospin, ante el Parlamento de Suráfrica, país donde el 12% de la población está afectada. Desde España, aunque el ministro de Economía, Rodrigo Rato, mostró esta semana el apoyo del Gobierno español a la iniciativa, no se ha concretado ninguna provisión.

A pesar de las aportaciones de Francia, Reino Unido y Estados Unidos, aún queda mucho para alcanzar la cantidad propuesta por Annan, que, como él anunció, "es muy alta (...), pero poco más de un 1% del gasto militar del mundo en un año".

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