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CONTABILIDAD NACIONAL

El 93% de las familias quiere ahorrar y sólo el 37% lo logra

Casi todos los españoles quieren ahorrar (un 93%), pero sólo un 37% lo consigue. La encuesta de presupuestos familiares revela que ahora el 52% (algo más de la mitad) de los hogares llega a fin de mes con dificultad, mientras que hace cuatro años estaba en esa situación casi el 60%. La situación de los hogares, especialmente el consumo, evoluciona paralela al empleo del cabeza de familia.

La tasa de paro de la persona de referencia en los hogares (el cabeza de familia) está ahora por debajo del 7%, la más baja registrada por la encuesta de población activa en su serie histórica.

La buena evolución del empleo (el número de hogares en los que todos sus activos están ocupados está también en máximos) ha provocado que el consumo de los hogares y el gasto en consumo final de la economía se hayan disparado, lo que, por contra, ha reducido la capacidad anual de ahorro de las familias.

Pero la percepción que los hogares tienen de la situación económica particular y del país se refleja en sus opiniones favorables sobre la conveniencia de realizar compras importantes en los próximos meses. Y aunque el ahorro privado nacional cae como agregado macroeconómico, los hogares que manifiestan disposición y posibilidad de ahorrar dinero cada mes es creciente.

Pero sus deseos no coinciden con la realidad que ellos mismos manifiestan. Mientras que el 93% de los españoles dice que es su deseo ahorrar según una encuesta hecha por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) en octubre de 1999 y citada por un reciente informe de la Fundación de cajas de Ahorro, sólo el 36,9% de los hogares logra ahorrar cada mes.

Mientras que en 1997, según la encuesta de presupuestos familiares del Instituto Nacional de Estadística, sólo el 24% de los hogares manifestaba que podía destinar dinero al ahorro, ahora, al final de 2000, la proporción de hogares en esas circunstancias llegaba hasta el 36,9%. El resto no puede dedicar dinero al ahorro o dedica muy poco, según la citada encuesta.

Más y menos propensión

En algunas comunidades autónomas, como Aragón, Cataluña o Castilla y León, los hogares que aseguran poder destinar dinero al ahorro cada mes casi llega al 50%. Cuatro años antes, en 1997, sólo en la comunidad de Castilla y León se superaba el 40% de porcentaje de hogares que podía destinar dinero al ahorro.

Las comunidades que tienen menos propensión al ahorro son los dos archipiélagos (en torno al 20% de los hogares ahora y en torno al 15% en 1977).

Esta notable mejora de la capacidad de ahorro de las familias se refleja también en la percepción relativa que tienen las familias sobre su renta. En 1997, cuando por vez primera se planteaba a los hogares esta pregunta, el 58% de las familias manifestaba llegar con dificultad a fin de mes, y un 12,4% concretamente con mucha dificultad. Ahora (año 2000) llegan a fin de mes con dificultad sólo el 52%, y sólo el 8% con mucha dificultad.

Por lo que se refiere a los hogares que llegan con facilidad, han pasado del 11,3% al 14,8%.

La encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas revela también que, además de que hay gente que quiere ahorrar y no puede, hay un porcentaje, aunque de sólo el 7%, que manifiesta que no quiere ahorrar.

Una de las variables que más incluye en el consumo, y por pasiva que más reduce la capacidad de ahorro, es la confianza, un intangible que se fundamenta en las percepciones de los agentes económicos para el futuro inmediato y de medio plazo.

La confianza de los consumidores mantuvo en España tasas negativas muy pronunciadas desde 1992 hasta mediados el año 1997, pese a que el crecimiento económico era positivo desde 1994.

Aunque los valores positivos son más moderados que los negativos, hasta entrado 2001 se han mantenido en tasas positivas, y han impulsado el gasto de los hogares. Ahora aparecen ya valores negativos en la conveniencia de hacer compras importantes de bienes de uso duradero, lo que de alguna forma supone una contracción en el gasto a medio plazo, lo que puede suponer un impulso del ahorro.

Las actitudes acerca del ahorro son muy similares en todos los países europeos, y los resultados son también parecidos, con la única excepción de Italia, donde el ahorro de las familias tienen ratios superiores a la media de la Unión Europea. Es igualmente muy alta en Japón, y, por contra, muy baja en los Estados Unidos, donde algunos años se han registrado tasas negativas de ahorro.

 

La previsión para la vejez, primer estímulo para no gastar

Los fondos son destinatarios del 6% de los recursos

El principal estímulo para el ahorro es la previsión para la vejez, seguido del sacrificio para la formación y el futuro de los hijos, según la encuesta del CIS de 1999.

El perfil de un hogar que ahorra estaría formado, según un informe de la Fundación de Cajas de Ahorro, por aquel en el que viven tres o cuatro personas, en el que al menos dos trabajan fuera de casa (son asalariados), tienen estudios superiores, tienen vivienda en propiedad, el cabeza de familia tiene menos de 45 años y los ingresos del hogar superan las 400.000 pesetas mensuales. No obstante, hay un porcentaje de hogares con estas características o que reúnen varias de ellas, y especialmente los ingresos superiores a las 400.00 pesetas al mes, que manifiestan no ahorrar: el 15%. Este porcentaje se eleva de forma muy abultada a medida que desciende el nivel de renta de cada familia, según la citada encuesta.

Por contra, los hogares con menos capacidad de ahorro serían los formados por un solo individuo con más de 65 años, mayoritariamente mujer, con ingresos mensuales bajos, sin estudios, con vivienda en alquiler y que fue asalariada en el pasado.

 

La vivienda absorbe la mayor parte de la renta disponible

Los ingresos extraordinarios, siempre a la hipoteca

El depositario del ahorro de las familias, es, valga la redundancia, el depósito bancario y las acciones, y el primer destino del ahorro de las familias en España es la vivienda. Pero el destino del ahorro hacia la vivienda se incrementa notablemente si se analiza a qué se destinan los ingresos extraordinarios obtenidos por las familias.

El 42% de tales ingresos se destinaría a vivienda; el 10%, a fincas, y sólo el 10% se ahorraría en depósitos. Llama la atención la escasa proporción de la renta que se destina a provisión de jubilación: sólo el 6% del ahorro anual y el 5% de un hipotético ingreso extraordinario.

Por lo que se refiere a las fórmulas de ahorro, los hogares tenían al finalizar 2001 18 billones de euros, un 34,8% estaba en acciones y otras participaciones en empresas; un 14,2% en depósitos a plazo; un 13,9% en depósitos a la vista; un 12% en fondos de inversión, y un 12,6% en reservas técnicas de seguros (vida y jubilación básicamente). Mientras esta última partida ha experimentado un pequeño avance en los últimos años, se ha reducido la participación relativa de los fondos de inversión, según el Banco de España.

 

La bonanza genera más recursos públicos

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La caída del ahorro del sector privado en los últimos cinco años se ha compensado en parte con un aumento de esta variable en el sector público. En 1995 las Administraciones públicas tenían una tasa negativa de ahorro de 1,8 % del PIB, y en el año 2000 la tasa se ha vuelto positiva y llega al 3,9% del producto.

Esta situación ha sido posible por la política económica encaminada al saneamiento de las finanzas públicas, que al comienzo de la década estaban muy deterioradas por el fuerte aumento del gasto público estructural y por el generado por la crisis última. Además, se ha incrementado también por el ahorro financiero generado por la caída de los tipos de interés y por el gran avance de los ingresos proporcionado por el crecimiento económico.

Los cálculos realizados por la Fundación de las Cajas de Ahorros concluyen que la aportación a este avance de 5,7 puntos en el ahorro de las Administraciones públicas se reparte a partes muy similares entre los tres componentes. Dos puntos serían atribuibles al efecto cíclico; 1,9 puntos, a la disminución de los intereses como porcentaje del PIB, y 1,8 puntos atribuibles a la actuación estructural de la política fiscal del Gobierno. Por tanto, aunque por unas décimas, el ciclo generó más ahorro para la economía que la política de restricción de gastos del Ejecutivo; cierto es que la disminución de la carga de intereses es en parte imputable a la política de reducción del déficit público, que recorta la inflación y los tipos de interés.

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