Rechazo unánime al desplante de Bush al Protocolo de Kioto
El rechazo de EE UU al Protocolo de Kioto para la reducción de gases contaminantes ha despertado la conciencia internacional. La UE, Japón, Australia y otros países tratan de acelerar ahora los trámites para la ratificación del acuerdo, que el G-8 se había comprometido a aprobar el año próximo.
El primer ministro japonés, Yoshiro Mori, pidió ayer al presidente de EE UU, George Bush, que reconsidere su decisión de abandonar el Protocolo de Kioto, "por el impacto que un movimiento de este tipo puede tener en las medidas para prevenir el efecto invernadero", el calentamiento de la Tierra. Mori confía en que EE UU participe en la cumbre de medio ambiente que se celebrará en julio en Bonn y respalde el pacto internacional.
El Acuerdo de Kioto impo-ne a 39 países desarrollados una reducción media del 5,2% de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) en 2012, respecto a los niveles de 1990. El compromiso estadounidense era del 7%. El gigante norteamericano representa el 36% de las emisiones de CO2 de los países desarrollados. Su adhesión al compromiso es, pues, vital para el funcionamiento del pacto por el medio ambiente, ya que ha de ser ratificado por, al menos, 55 países que a su vez representen el 55% del total de los gases emitidos.
El argumento de Bush es la crisis económica. El presidente de EE UU afirma que "poner cotas a las emisiones de CO2 sería ahora un sinsentido económico para el país". Además, el portavoz de la Casa Blanca, Ari Fleischer, puso el dedo en la llaga: "Cuando sólo una [Rumania] de las 55 naciones necesarias ha ratificado el protocolo, eso es una señal de que los demás están en realidad de acuerdo con la decisión de EE UU".
Convencer a Bush
Una delegación comunitaria, encabezada por la comisaria de Medio Ambiente, Margot Wallstrom, viajará el lunes a Washington para entrevistarse con los responsables estadounidenses de medio ambiente para "convencer a Bush de que rectifique", en unas conversaciones de emergencia para luchar contra la contaminación de la Tierra. Después, la UE buscará el apoyo de Rusia e Irán, en este aspecto, según afirmó ayer el ministro belga de Energía, Oliver Deluze.
Uno de los países no obligados por el protocolo, China, calificó ayer de "irresponsable" la nueva política de Bush.
El presidente francés, Jacques Chirac, pidió a Bush que reflexione, "en favor de las generaciones futuras". Chirac urgió a luchar "para evitar cambios climáticos que hagan crecer los desiertos y provoquen crisis de agua potable".
Los vecinos de EE UU también se han sumado a la presión. El responsable medioambiental de México, Víctor Lichtinger, se mostró ayer "decepcionado". Su homólogo canadiense era más optimista: "El pacto no está muerto. EE UU ha manifestado serias reservas, pero trataremos de superarlas".
El ministro español, Jaume Matas, afirmó que la "implicación de EE UU es fundamental, pues otros esfuerzos individuales son insuficientes". El protocolo permite a España aumentar sus emisiones en un 15%, en 1998 ya había sobrepasado el 19%.
Hay pocas probabilidades de que EE UU flexibilice su postura, toda vez que los analistas han predicho que el pacto supondría para el país unas pérdidas equivalentes a dos tercios del mercado mundial del carbón durante esta década. Pero, como afirma el titular australiano de Medio Ambiente, Robert Hill, "sin Bush, no hay pacto".