Los Quince no logran el pacto para las reformas que demandan los mercados
Los Quince se enzarzaron ayer en Estocolmo en una de sus habituales riñas de familia sobre el ritmo que se debe imprimir a la liberalización y flexibilización de la economía europea. El ruido de fondo de la crisis bursátil acentuó la sensación de fracaso en satisfacer las demandas de los mercados.
El comisario de Mercado Interior y Fiscalidad, Frits Bolkestein, arremetió ayer contra "la grandilocuencia de las declaraciones de los Quince que luego están lejos de cumplirse". Un año después de que la Unión Europea se comprometiera en la cumbre de Lisboa a convertirse en la economía más dinámica del planeta, "los avances han sido mínimos", sentenció el comisario.
Su colega de Asuntos Económicos, Pedro Solbes, templó el pesimismo, diagnosticando que la Unión Europea se encuentra en condiciones para recoger el testigo de EE UU como locomotora del crecimiento. "Los fundamentos de la zona son buenos y el crecimiento de la UE este año rozará el 3%, una buena tasa para nuestros parámetros, aunque sea menor que las habituales en Estados Unidos".
Pero Bolkestein se permitió dudar del protagonismo internacional de una Unión Europea cuya imagen exterior calificó de "borrosa". "Necesitamos proyectar una imagen clara", recomendó el comisario, "para que mejore la cotización del euro". Los jefes de Gobierno, mientras tanto, reflexionaron sobre el ritmo que se debe imprimir a las reformas estructurales, sobre cuya necesidad pocos parecen dudar ante el traqueteo nervioso de los mercados y del euro.
Fuentes cercanas al primer ministro francés, Lionel Jospin, descartaron, sin embargo, que la cumbre pueda fijar una fecha para la liberalización total de la electricidad y la energía. Pero la Comisión Europea sí puede conseguir una resolución del Consejo que le permita seguir adelante con su propuesta de apertura en 2005.
España, por su parte, se alió con el Reino Unido para pedir un calendario más acelerado (en 2003), aunque al mismo tiempo el presidente José María Aznar aprovechó su intervención para intentar abrir un debate sobre "la titularidad pública de las empresas (...) que puede provocar conflicto y ambigüedades", según anunció en una carta al presidente de la Comisión, Romano Prodi.
Monopolios públicos
Pero el ministro francés de Economía, Laurent Fabius, había trazado ya una línea infranqueable entre privatización y liberalización. La primera es una decisión soberana de cada Estado. En la segunda, Francia ha cumplido las cuotas de apertura marcadas por las directivas comunitarias tanto en gas como en electricidad.
Fabius rechazaba, por tanto, la legitimidad de cualquier legislación restrictiva a la inversión de las empresas públicas (París mantiene su presencia, por ejemplo, en la eléctrica Electricité de France), a preguntas sobre la acción de oro (derecho a veto a ciertas decisiones empresariales) que Gobiernos co-mo el español se arrogan en los antiguos monopolios públicos.
Fabius tampoco considera razonable la ley española que limita la inversión de empresas públicas extranjeras en el sector eléctrico español. La cumbre tampoco era el mejor momento para que Aznar presionase sobre este debate. Al margen de cantos al sol en cartas conjuntas con otros dignatarios, Aznar se alinea en muchos sectores con el bando más reacio a la liberalización. En servicios postales y en servicios financieros, España teme un modelo que considera cortado a la medida de los países del norte.
Por razones parecidas, España plantea reservas a la creación de una patente única europea, trilingüe (alemán, inglés y francés) y con una jurisdicción comunitaria para resolver litigios de propiedad intelectual.
Aznar y Blair negocian sin éxito el espacio aéreo de Gibraltar
Un cielo único sobre un mercado único es el mantra desde hace un año de la Comisión Europea y de unas líneas aéreas que achacan precisamente a la fragmentación del espacio aéreo los retrasos endémicos que vienen sufriendo los vuelos sobre el continente desde hace varios años.
Pero el pequeño aeropuerto de Gibraltar, construido ilegalmente por el Reino Unido en territorio del istmo en 1938 (durante la Guerra Civil española), seguía siendo ayer un obstáculo para el fin de las fronteras aéreas nacionales.
El presidente del Gobierno español, José María Aznar, y el primer ministro británico, Tony Blair, celebraron anoche sin éxito una reunión para intentar resolver una disputa que frena una de las prioridades marcadas por el Consejo de Lisboa (en el año 2000).
Informe Lamfalussy
"Aznar y yo nos vamos a reunir para resolver este asunto de una manera satisfactoria para los dos países", anunció Blair antes del encuentro. "Creo que los dos somos conscientes de la importancia que tiene para la economía de la Unión Europea el desarrollo del cielo único".
Además, los Quince tienen previsto dar hoy su respaldo definitivo al informe elaborado por Alexandre Lamfalussy, que versa sobre regulación de los mercados bursátiles.
Una resolución del Consejo Europeo permitirá la creación de un nuevo organismo: un comité europeo de valores, cuya finalidad es actualizar la legislación vigente aplicable a los mercados financieros, y también un comité de reguladores (que contará con la presencia de la Comisión Nacional de Mercados de Valores), que alertará sobre las necesidades de las diferentes plazas bursátiles.
Por último, en el comité de valores está previsto que se siente un alto cargo del Ministerio de Economía.