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La ausencia de inversores finales acelera la volatilidad en las Bolsas del mundo

En manos de la especulación y de los especialistas en el corto plazo. La ausencia de inversores finales en las principales Bolsas del mundo ha supuesto un aumento de la volatilidad en los últimos días. Este fenómeno coincide en el tiempo, además, con una grave depresión bursátil.

Incertidumbre, miedo y nervios a flor de piel. Son los términos de moda en los principales mercados de acciones del mundo. Los varapalos históricos que acumulan un importante número de compañías, principalmente las relacionadas con las famosas TMT, han propalado el desánimo entre inversores y operadores.

Resulta de explicación difícil, casi imposible, para la parroquia bursátil que ésta o aquella compañía haya sufrido una caída del 50% desde comienzos de octubre, cuando esa misma compañía mantiene intactas sus cifras de actividad, de negocios y sus proyecciones de futuro cinco meses después.

El desvarío observado en algunos responsables de empresas cotizadas, bajo el manto de analistas que son capaces de recomendar fuerte compra hoy y fuerte venta mañana para una misma empresa, está encendiendo los ánimos de las autoridades bursátiles y exaltando a numerosos accionistas. La coyuntura actual parece distinguirse por la ley del péndulo, es decir, lo peor para la estabilidad de los mercados y para la entrada constante y continuada de nuevos flujos compradores.

El fuerte aumento de la volatilidad de las Bolsas, léase el recital de despropósitos del Nasdaq en las dos últimas semanas, se alimenta de esta situación cortoplacista. A medio y largo plazo, los mercados siguen pendientes, mientras tanto, de las grandes cifras de actividad económicas de Estados Unidos. Todo apunta por ahora a un aterrizaje suave.

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