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La extinción del bono a 30 años en EE UU, cada vez más cerca

Las subastas de bonos soberanos estadounidenses a 30 años pueden ser historia pasado el mes de agosto. La intención del Tesoro de EE UU de recomprar su deuda ha convertido a este activo en una especie de valioso objeto de anticuario, escaso y caro. La posibilidad de una cancelación definitiva de las subastas ha provocado un intenso debate en EE UU ya que, ni todos lo ven posible, ni todos están de acuerdo.

Es el bono de los bonos, el más seguro, la referencia de cualquier gestor, el triple A por excelencia, uno de los activos financieros más rentables el año pasado y un producto escaso. Pero aquellos que quieran comprar deuda estadounidense a 30 años en el mercado primario todavía tienen una oportunidad. La subasta celebrada la semana pasada no fue la última, habrá otra en agosto.

La mera mención de la posibilidad de que EE UU anunciara el fin de las subastas de este tipo de activos había empujado su precio al alza. Es lo que ha sucedido esta semana, provocando que la rentabilidad se situara muy cerca de los mínimos de los últimos dos años. Aunque esto ha venido ocurriendo desde principios de 2000.

Ese año, animado por tres años consecutivos de superávit presupuestario, EE UU anunció un ambicioso plan de recompra de deuda que disparó las especulaciones sobre una inminente desaparición de las subastas de bonos soberanos a 30 años.

A partir de entonces fue una simple cuestión de oferta y demanda.

Cada vez había menos y valían más. En 2000, las obligaciones estadounidenses a 30 años arrojaron una rentabilidad del 21,3%, unas ganancias muy jugosas si lo comparamos con la caída de 39% que sufrió el Nasdaq.

El año pasado EE UU recompró alrededor de 30.000 millones de dólares de deuda a 30 años, algo que prevé seguir haciendo en los próximos ejercicios con el objetivo de eliminar las obligaciones soberanas en un plazo máximo de 10 años. Sin embargo, la semana pasada se llevó a cabo una nueva subasta de deuda en la que, entre otras, se vendieron 10.000 millones de obligaciones a 30 años.

En EE UU, hay quien sostiene que no tiene ningún sentido seguir emitiendo este tipo de deuda cuando uno de los objetivos principales es su eliminación. Por ello, la próxima subasta, prevista para agosto, es señalada por una gran parte del mercado como la última. Por otro lado, otros destacan que la intención de la Administración Bush de recortar los impuestos podría erosionar las arcas del Estado y afectar a los planes de recompra de deuda. Por ello, estos últimos consideran que es todavía prematuro plantear el fin del bono estadounidense a 30 años.

Unos días antes a la última subasta, un comité de ejecutivos de Wall Street que asesora al Tesoro de EE UU, votó a favor de eliminar después de agosto la puesta en circulación de nuevas obligaciones con una madurez de 30 años. Sin embargo, el secretario del Tesoro estadounidense, Paul O'Neill, aseguró poco después que "la eliminación de las subastas de estos activos no estaba en su agenda", al mismo tiempo que confirmaba el compromiso del Gobierno de eliminar los cerca de 2,7 billones de dólares de deuda que circulan en el mercado.

Las palabras de O'Neill, confirmaron lo que muchos se temían tras la victoria de los republicanos ¿Cómo se lo van a montar para eliminar la deuda al mismo tiempo que anuncian un recorte de impuestos de 1,6 billones de dólares?

La oficina presupuestaria del Congreso asegura que EE UU obtendrá este año fiscal (que termina el 30 de septiembre) un superávit presupuestario de 281.000 millones de dólares y estima que en los próximos 10 años el superávit será de 5,6 billones de dólares, lo que permitiría recomprar toda la deuda a finales de 2006. "El único problema es que estos cálculos están basados sobre una previsiones de crecimiento más optimistas que las que reflejan ahora las cifras de EE UU", sostiene María Gil, economista de Beta Capital. "Por lo tanto, los planes [de superávit] se cumplirán en función de lo intensa que sea la desaceleración a la que se enfrenta esa economía", añade Gil.

A pesar de que todas estas dudas afectan a cualquier tipo de bono, la obligación a 30 años se ha convertido, por su representatividad y por su coste de financiación, en el centro de todas las miradas. Asimismo, las especulaciones sobre su retirada han causado una distorsión en el precio y en el rendimiento que ha hecho que gran parte del mercado empiece ahora a tomar como referencia el bono a 10 años.

 

Europa no permanece ajena al debate

En el Viejo Continente cada vez son más los que anticipan una rápida desaparición de las obligaciones soberanas a 30 años. Las especulaciones sobre el futuro del bono alemán a 30 años se han intensificado después de que los responsables de las emisiones de deuda germana señalaran la semana pasada que su intención es la de reducir la madurez media de las obligaciones que circulan en el mercado.

Expertos consultados por Bloomberg apuntaron que si Alemania logra esquivar la recesión en los próximos años, la posibilidades de que desaparezcan los bonos germanos a 30 años son muy altas. De momento, Alemania, al igual que Bélgica y Holanda, no tiene previsto en 2001 efectuar ninguna subasta de obligaciones con esta madurez. Asimismo, la rentabilidad del bono a 30 años alcanzó en las últimas semanas su nivel más bajo en 20 meses.

Pese a que en Europa los Gobiernos también están consiguiendo avances en el control presupuestario y algunos países ya han puesto en marcha sus planes de recompra de deuda, las cifras de superávit quedan todavía lejos de las que maneja EE UU. Europa tiene, además, un sistema de pensiones muy costoso, con niveles altos de envejecimiento de la población que hacen más difícil la eliminación de la deuda a 30 años, apuntan los expertos.

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