La Bolsa limita su actuación al seguimiento de apenas media docena de compañías
Eléctricas, valores de capitalización media y pequeña o empresas singulares, con alto valor añadido, como Zeltia, susceptible de ser opada en cualquier momento por un gigante farmacéutico, acaparan la atención de los inversores en Bolsa. O lo que es lo mismo, apenas media docena de compañías. En el caso de los chicharros, además, los movimientos son muy rápidos. Hay valores que suben y bajan a velocidad de vértigo, sin tocar pared.
Esta situación sirve para mantener encendida la llama de la Bolsa, el recuerdo constante de que siempre hay operaciones rentables por muy negativa que sea la tendencia dominante, pero es incapaz de ocultar el grado de postración y de indefinición que rodea el escenario operativo de los mercados en las tres últimas semanas. Porque la Bolsa es mucho más que un puñado de valores.
El drástico recorte de tipos de interés, un punto, decidido por la Reserva Federal en enero, tuvo efectos balsámicos sobre los mercados de acciones, pero con duración corta, demasiado breve con relación a las expectativas generadas antes de conocerse la noticia.
Los mercados han entrado así en una nueva dimensión cuya referencia principal es que la caída de tipos ha sido insuficiente. Operadores, inversores, analistas, el mercado, a la postre, pide más ante las dudas, cada vez más generalizadas, sobre el estado de salud de la economía de Estados Unidos y su capacidad de contagio demostrada al resto del mundo.
Alan Greenspan vuelve a convertirse en protagonista de la situación. El martes próximo muy bien podría lanzar mensajes inequívocos a los mercados con relación a la tendencia inmediata de los tipos de interés.
A la espera de esta nueva cita, las Bolsas han vuelto a cotizar lo peor y a examinar con pesimismo los resultados empresariales futuros más que los que se divulgan en los últimos días.
Los mercados no consideran, al menos por el momento, que los despidos masivos decididos por numerosas empresas y la ya cierta caída de tipos de interés se traducirán en resultados financieros mejores de lo esperado para la segunda parte del año.
Las contradicciones de Bush
Analistas financieros de prestigio han vuelto a recalcar en los últimos días el alto grado de contradicciones e incertidumbres que rodea el comienzo de la era Bush. El equipo de gobierno del nuevo presidente ofrece muestras claras de descoordinación un día sí, y otro, también.
¿Recesión sí? ¿Recesión no? Para el nuevo secretario del Tesoro no existen razones para pensar en un crecimiento negativo a corto plazo, al mismo tiempo que reitera la política de un dólar fuerte, hecho especialmente llamativo por el deterioro de las exportaciones en un contexto económico en el mundo más débil y por el fuerte retroceso de la demanda interna.
Mientras, Moskow, un miembro destacado de la Reserva Federal de Estados Unidos, no lo tiene nada claro, sino más bien todo lo contrario, aunque espera una recuperación en el segundo semestre.
Pareceres tan enfrentados recuerdan a los observadores los grandes episodios de debilidad vividos por el euro no hace mucho tiempo. Una de las razones que más se esgrimieron en su día en este sentido fue la falta de coordinación en el Banco Central Europeo y la abundancia de voceros y agitadores predicando análisis personalistas, que contribuían, ante todo, a aumentar la confusión. La Administración Bush lleva el mismo camino.