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Retos de la estrategia global

Los programas de formación ejecutiva, con los MBA a la cabeza, continúan su proceso de transformación. Considero que el debate sobre los contenidos estrictamente gerenciales está ya bastante superado. Va para ocho años que Henry Mintzberg publicó su obra Managers not MBAs.

En particular, el área de estrategia requiere una revisión profunda de los postulados teóricos. No basta con ampliar el diamante de Michael Porter, sino que debemos de pensar qué otras materias deben incluirse en el currículo académico de un estudiante de MBA. Hace unos meses que hablamos del auge de la diplomacia corporativa o de la necesidad de pensar en estrategias que incluyan la reputación como un activo tangible. El valor de la responsabilidad corporativa en la gestión tampoco se discute, sobre todo después de ver las medidas que se han tomado contra BP en Estados Unidos (en FT de pago o en Cinco Días) Por eso, es oportuna la publicación de "Geoeconomía. Las claves de la economía global" del empresario y profesor Eduardo Olier en Prentice Hall Según su propia definición, estamos ante "las estrategias de dominio económico ejercido por los estados directamente, o bajo su influencia por grandes compañías o ciertos grupos de interés económicos globales (políticamente constituidos o no)". El autor reconoce que le debe mucho a Edward Luttwak que ya definió este proceso en 1990 como "el mantenimiento de la antigua rivalidad existente entre naciones utilizando medios económicos en lugar de bélicos".

El libro plantea un abanico de nuevas cuestiones que afecta a la gestión y la administración de las compañías en un mundo crecientemente interconectado. Competimos de hecho en un mercado único, dividido por bloques comerciales de uno u otro calibre (América del Norte, Europa, Asia y las economías emergentes, por destacar las más relevantes desde el punto de vista comercial). Del cambio en el entorno estratégico, se deducen nuevos retos como son las crisis económicas, el impacto de los fondos soberanos en el desarrollo de iniciativas económicas, los movimientos migratorios, la diplomacia pública y el poder blando, la lucha por el acceso y el control de las materias primas (el petróleo y el gas merecen un capítulo propio) y los conflictos por el agua, el cambio climático y la sostenibilidad medioambiental. ¿De verdad hay que incluir todos estos temas en un programa de MBA? Evidentemente, no se pueden explicar en profundidad todos ellos en un módulo, pero sí es importante que se consideren parte de la formación del directivo global. Como bien explica Jorge Cachinero, en sus cursos de IE Business School, aquello que afecta a la cuenta de resultados tiene que ser responsabilidad directa del CEO. Poco importa que sean áreas que tradicionalmente había permanecido lejos de su campo de acción.

Bajo esa denominación u otras parecidas, encontramos iniciativas en las escuelas españolas. En ESADE, se ha creado ESADEgeo Center for Global Economy and Geopolitics, cuya misión es "provide organizations with the necessary tools to organize and strategize in a globalized world" y que aspira a convertirse en un centro de referencia entre las escuelas de negocios de todo el mundo. Se concreta en tres programas: sobre gobernanza, riesgos y economía global.

En IESE, la incorporación de Pankaj Ghemawat a la cátedra Anselmo Rubiralta ha enriquecido la discusión sobre los problemas globales y las posibles estrategias para competir. En su argumento, las compañías deben "alcanzar un equilibrio entre las economías de escala y la capacidad de respuesta a las condiciones locales". Estas ideas, recogidas en "Redefining Global Strategy. Crossing Borders in a World Where Differences Still Matter" y "World 3.0 Global Prosperity and How to Achieve it" son referentes en la materia.

En IE Business School, descubro a Milo Jones quien llega a afirmar que "lo que ha pasado por estrategia corporativa era en realidad táctica" en la medida en que se tomaban decisiones basadas únicamente en elementos del mercado sin tomar en consideración otros factores que inciden en los mercados pero cuya gestión no depende de las decisiones comerciales, operativas o financieras. Según explica "la geoestrategia analiza cómo los factores geopolíticos informan, limitan y afectan a la actividad empresarial a largo plazo". Esa perspectiva enriquece la posible creación de ventajas competitivas.

En mi opinión, la formación del directivo global requiere ya una aproximación sustancialmente diferente. Por eso, si seguimos discutiendo cuántas horas deben dedicarse a la gestión de operaciones, las finanzas o el control de costes sin levantar la vista y abrir los programas a nuevas materias estamos perdiendo el tiempo. El directivo global requiere una visión de los profundos cambios a los que estamos asistiendo en los ámbitos políticos, sociales, tecnológicos y económicos. Es preciso dotarse de un corpus teórico de lecturas y autores que faciliten la comprensión del mundo en que vivimos. Según Eduardo Olier, ese nuevo campo es la inteligencia estratégica, que abarca el liderazgo, el poder blando, la inteligencia competitiva, el entendimiento de la competencia global y la innovación. Hay mucho trabajo que hacer.

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