Efectos secundarios del tijeretazo
Dijo una cosa Mariano Rajoy en su discurso de investidura que me llamó la atención. Copiopego el párrafo: "A pesar de la atonía de nuestro crecimiento económico y la constante caída de nuestras inversiones, este año hemos necesitado apelar al ahorro proveniente del exterior en una cifra que superará los 37.000 millones de euros, para compensar el déficit de nuestra Balanza de Pagos. Bien es verdad, que si no fuera por el déficit del sector público, España tendría hoy un amplio superávit frente al exterior, porque al contrario de las Administraciones Públicas, que mantienen un fuerte déficit en sus cuentas, familias y empresas ya están en superávit frente al exterior".
Las cifras hechas públicas hoy por el INE muestran esta realidad. En el tercer trimestre los hogares tenían una capacidad de financiación de 3.593 millones en el trimestre, las sociedades no financieras de 2.914, las instituciones financieras de 2.126 y la administración pública una necesidad de financiación de 15.790 millones. Como esta cifra es superior a la sumas de las anteriores, España necesitó 7.0157 millones de euros en el trimestre, el 2,8% del PIB trimestral, una cuarta parte que en el peor momento de la crisis. La consolidación avanza a buen ritmo.
Digo que me llamó la atención el párrafo de Rajoy porque se dejó la segunda parte de la ecuación. Es decir, a medida que logre equilibrar las cuentas de la administración, ¿qué pasará con el resto? Teniendo en cuenta los sectores económicos antes citados y que los superávit de unos siempre se tienen que compensar con déficits de otros, hay dos posibilidades: que España se convierta en una máquina exportadora (opción harto improbable dada nuestra historia económica y la situación de nuestro entorno) o que el resto de los sectores de la economía alteren su comportamiento, aumentando de la necesidad de financiación de los demás sectores: hogares, bancos o empresas.
Esta mayor necesidad de financiación puede venir por dos vías, la buena y la mala. La buena, si se consume más y se invierte más; empresas y familias vuelven a endeudarse. La mala, si entramos en recesión (en realidad ya estamos en ella) y baja la renta disponible. Esto no se traduciría tanto en una bajada del consumo (que ya ha caído mucho) como en un descenso del ahorro. Y esta opción es la más probable, visto el estado de las expectativas económicas y del crédito. De hecho, es lo que lleva pasando desde principios de 2010. Si en las primeras etapas de la crisis los particulares aumentamos la tasa de ahorro hasta rondar el 20%, ahora ha caído hasta el 11%.
En otras palabras, el razonamiento de Mariano Rajoy sobre los superávit en todos los sectores salvo en las administraciones es correcto, pero el reequilibrio en este sector tendrá efectos en los demás. Cuadrar las cuentas públicas reducirá nuestra dependencia de financiación exterior, sí, pero en el corto plazo supondrá una nueva caída de las rentas de empresas y familias. Eso, salvo que nos convirtamos en exportadores de un día para otro. Avisados estamos.
Música contra la crisis. Audioslave, Like a Stone
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