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Preocupación de Cepyme por la ralentización del empleo y la productividad empresarial

CEPYME alerta sobre la ralentización del empleo y la urgente necesidad de fomentar nuevas habilidades

La Confederación Española de la Pequeña y Mediana Empresa CEPYME ha lanzado una advertencia clara sobre la ralentización del empleo en el primer trimestre, así como el debilitamiento de la productividad empresarial.

Según los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA), el número de personas ocupadas cayó en 139.700 respecto al trimestre anterior. Este descenso en el empleo se combina con una preocupante tasa de paro del 12,29%, sumado al problema generalizado de vacantes sin cubrir.

CEPYME considera urgente una revisión de las políticas activas de empleo para abordar esta situación. El desfase entre oferta y demanda ha generado una falta de personal en numerosos sectores, lo que resulta incoherente con el elevado índice de paro. Además, el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) ha mostrado una baja eficacia en la intermediación laboral, conectando oferta y demanda solo en el 2% de los casos.

Caída de la ocupación: un fenómeno que se agrava

A pesar de que el primer trimestre suele ser débil para el empleo, este año el descenso ha sido mucho más marcado que en 2022, cuando solo disminuyó en 11.100 personas. Incluso con el impulso de la Semana Santa, el mercado laboral no ha logrado repuntar.

Comparando con el mismo trimestre en 2019, el último año prepandémico, la situación es igualmente desfavorable, ya que en ese año la ocupación cayó en 93.400 personas. Esto evidencia una desaceleración significativa en la creación de empleo.

Productividad y problemas estructurales

El problema de la ralentización en el empleo se vuelve más evidente cuando se analizan los índices de productividad. Aunque España ha alcanzado un récord de 21,25 millones de personas ocupadas, la productividad sigue siendo baja. Además, las empresas encuentran dificultades para cubrir vacantes, lo que crea un impacto negativo en su capacidad para ejecutar proyectos y mantener la competitividad.

Esta situación afecta particularmente a las pymes, que representan el 99% del tejido productivo. Se enfrentan a un aumento en los costes laborales y cargas impositivas, al mismo tiempo que luchan con una burocracia que obstaculiza la inversión y la contratación.

Impacto en todos los sectores

A diferencia del año anterior, ningún sector ha escapado a esta ralentización. La construcción y los servicios, que el año pasado registraron aumentos, han experimentado caídas notables, reflejando un cambio en la tendencia laboral.

La Confederación ya había advertido sobre la desaceleración en el empleo, que ahora requiere medidas urgentes para revitalizar la inversión y la contratación. Se necesita proporcionar más seguridad jurídica y eliminar la burocracia que lastra las decisiones empresariales, así como reducir los crecientes costes fiscales y laborales.

Necesidad de cambios en la política laboral

Aunque el empleo crece en términos interanuales, el ritmo se ha moderado considerablemente, lo que podría ser perjudicial para una economía que ya enfrenta problemas de baja productividad. El crecimiento del empleo sin un correspondiente avance en la actividad económica podría agravar esta brecha.

Para CEPYME, la revisión de las políticas laborales es crucial. La eficacia de la intermediación laboral debe mejorar para asegurar una conexión más fluida entre oferta y demanda de empleo. A su vez, la creación de un entorno favorable para las pymes, con menor carga burocrática y fiscal, es fundamental para recuperar la productividad.

Fomentar el desarrollo de habilidades laborales

La falta de habilidades digitales avanzadas y competencias técnicas específicas está dejando a muchas empresas sin el talento necesario para abordar los desafíos del mundo moderno. Esto afecta especialmente a sectores en crecimiento, como el tecnológico, que demanda perfiles especializados para mantenerse competitivo.

Para enfrentar este desafío, es crucial que las instituciones educativas, los centros de formación y las empresas colaboren para identificar las habilidades más relevantes y proporcionar a los trabajadores las herramientas necesarias.

Esta colaboración podría tomar forma mediante programas de formación continua, iniciativas de reskilling (reaprender nuevas habilidades) y upskilling (perfeccionar habilidades existentes), así como con el establecimiento de rutas claras entre la educación y el mercado laboral.

Además, las políticas activas de empleo deben ajustarse para facilitar la inserción laboral de los trabajadores en áreas donde las empresas tienen más dificultades para encontrar personal cualificado. Esto incluye ofrecer incentivos a las empresas para que contraten a personas en riesgo de exclusión laboral y proporcionen programas de capacitación específicos.

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