China lanza una misión para ayudar a los astronautas varados en la estación espacial Tiangong
El lanzamiento de la cápsula de rescate Shenzhou 22 ha sido un éxito y, por lo tanto, comienzan los preparativos para que todo vuelva a la normalidad en el proyecto especial del país asiático.


China ha protagonizado uno de los hitos más relevantes de su programa espacial hasta la fecha: el lanzamiento de la nave Shenzhou 22, una misión de emergencia destinada a garantizar la seguridad de los tres astronautas que permanecían sin vehículo de retorno en la estación espacial Tiangong. Este operativo, ejecutado en tiempo récord, marca la primera vez que el país activa un plan de contingencia de este calibre en su historia espacial. Y ha tenido éxito.
El origen del problema: un impacto de basura espacial
Todo comenzó el pasado 5 de noviembre, cuando el equipo encargado de la rotación de tripulaciones detectó una grieta en la ventana del módulo de descenso de la nave Shenzhou 20, atribuida al impacto de un fragmento de basura espacial. Aunque el daño parecía menor, los ingenieros determinaron que la cápsula no cumplía los estándares de seguridad para un reingreso atmosférico tripulado. Ante el riesgo, se decidió que los astronautas de la misión Shenzhou 20 regresaran a la Tierra utilizando la nave Shenzhou 21, que acababa de llegar con la nueva tripulación.
Esto, evidentemente, dejó a los tres miembros de la misión Shenzhou 21 -Zhang Lu, Wu Fei y Zhang Hongzhang- sin un vehículo operativo para evacuar la estación en caso de emergencia. Durante más de diez días, la estación operó sin una cápsula de retorno disponible, una circunstancia inédita que obligó a activar el protocolo de lanzamiento rápido.

Un lanzamiento adelantado… y sin tripulación
La solución llegó el 25 de noviembre, cuando la China Manned Space Agency (CMSA) ordenó el despegue anticipado de Shenzhou 22 -originalmente programado para la primavera de 2026-. La nave despegó desde el Centro de Lanzamiento de Satélites de Jiuquan, en pleno desierto del Gobi, a bordo de un cohete Long March 2F/G, exactamente a las 04:11 UTC (11:11 hora de Pekín). En apenas tres horas y media, la cápsula se acopló de forma automática al puerto frontal del módulo Tianhe, núcleo de la estación Tiangong. Todo un éxito.
A diferencia de las misiones habituales, Shenzhou 22 viajó sin tripulación y cargada con suministros esenciales: alimentos frescos, medicinas, repuestos para el mantenimiento del complejo orbital y herramientas para reforzar la estructura dañada, que seguirá acoplada a la estación para experimentos antes de su desorbitado controlado.
Un precedente en la historia espacial china
Este lanzamiento no solo garantiza la seguridad de los astronautas, sino que también demuestra la capacidad de reacción del programa espacial chino ante imprevistos. La agencia activó su plan de contingencia en apenas 20 días, un tiempo récord si se compara con situaciones similares en la Estación Espacial Internacional, donde reemplazos como el Soyuz MS-23 tardaron meses en llegar tras incidentes con fugas o impactos de basura espacial.
Hay que indicar que la tripulación de Shenzhou 21 continuará su misión de seis meses en la estación, con regreso previsto para 2026 a bordo de la propia Shenzhou 22, una vez que la próxima expedición, Shenzhou 23, llegue en abril del mismo año. Mientras tanto, la cápsula dañada Shenzhou 20 será reforzada internamente para evitar riesgos y utilizada como plataforma experimental antes de su retorno sin tripulación.

Impacto positivo para China
Este episodio pone de relieve la vulnerabilidad de las operaciones en órbita frente a la basura espacial, un problema creciente que afecta a todas las agencias. China ha instalado blindajes adicionales en Tiangong para minimizar riesgos, pero la amenaza persiste. La experiencia refuerza la importancia de mantener vehículos de emergencia listos para actuar, una práctica común en la ISS y ahora consolidada en el programa chino.
Además, la misión Shenzhou 22 marca un precedente para futuras operaciones de respuesta rápida, un concepto que podría extenderse a colaboraciones internacionales en caso de contingencias orbitales. Con la vista puesta en la Luna para 2030, China demuestra que su infraestructura no solo avanza en ambición, sino también en resiliencia operativa.

