El Banco de Japón ganará el juego de la gallina fiscal de Takaichi
La primera ministra quiere aumentar el gasto y que el banco central pause en su política de endurecimiento

Sanae Takaichi asumió el cargo de primera ministra de Japón con la promesa de combatir la inflación galopante, aunque sus ambiciones fiscales parecen más bien acelerar el aumento de los precios si tienen éxito. La preocupación de que la nueva primera ministra japonesa pudiera presionar al gobernador del Banco de Japón, Kazuo Ueda, para que frenara su impulso de normalizar los tipos tras años de política ultraexpansiva ya pesaba sobre el yen antes de que ella asumiera el cargo. En el inminente juego de la gallina fiscal, es probable que gane el banco central.
La inflación es el principal problema al que se enfrentan los hogares japoneses y el motivo de las recientes derrotas electorales del Partido Liberal Democrático de Takaichi, actualmente en el poder. Incluso la inflación subyacente, que excluye los costes de la energía y los alimentos frescos, alcanzó una media del 3 % en los primeros nueve meses de 2025. Y aunque la primera ministra y Ueda coinciden en que ambas partes deben ponerse de acuerdo en materia de política económica, el Gobierno aún tiene que comprobar si el banco central seguirá su ejemplo.
Esta elaborada estrategia política consistiría en que el Banco de Japón ralentizara o incluso detuviera las subidas de tipos, lo que permitiría al Gobierno emitir más deuda para financiar la política expansionista que Takaichi espera que alivie la inflación en Japón. Suponiendo que tenga éxito, la venta de más bonos del Estado servirá para impulsar los rendimientos, lo que aumentará los costes de financiación y, a su vez, amenazará con frenar el crecimiento y provocar una depreciación del yen.
Aunque el Banco de Japón se resista, aún puede haber margen para un mayor gasto público. Marcel Thieliant, de Capital Economics, prevé que el aumento de los ingresos hará que Japón registre un superávit en el ejercicio fiscal que finaliza en marzo, el primero desde 1992. Aunque se espera que ese aumento de los ingresos se disipe el año que viene, Thieliant prevé que el superávit “será un argumento de peso” para una política fiscal más flexible a corto plazo. Este aumento del gasto probablemente debilitaría el yen.
Sea cual sea el factor impulsor, una moneda débil aumentará el coste de los productos extranjeros y las importaciones netas de energía, que representan el 87 % del suministro anual de Japón, según la Agencia Internacional de la Energía. El aumento del coste del combustible probablemente se trasladaría a otros productos, lo que empeoraría la inflación en lugar de ayudar a frenarla.
Por lo tanto, el resultado probable del éxito de las ambiciones monetarias y fiscales de la primera ministra es un aumento de los precios. Y una inflación más rápida, especialmente si está impulsada por un yen debilitado, reforzaría seriamente los argumentos a favor de que el Banco de Japón suba los tipos de interés. Ante la perspectiva políticamente desastrosa de ser culpado por agravar la presión inflacionista sobre los hogares japoneses normales, Takaichi probablemente cederá.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Pierre Lomba Leblanc, es responsabilidad de CincoDías.