Una guerra defensiva por Warner Bros
La competencia entre Netflix y Paramount supone un giro evidente en las jerarquías de poder de la industria del entretenimiento audiovisual


El acuerdo de Netflix con Warner Bros Discovery por sus activos de cine y streaming, pendiente del visto bueno de las autoridades de competencia, y de la opa hostil lanzada este lunes por Paramount, supone un giro evidente en las jerarquías de poder de la industria audiovisual, con un relativamente recién llegado aspirando a absorber buena parte de una firma histórica. Pero revela también que el cambio de fondo es aún más profundo, en el que plataformas de internet como YouTube son las que pueden gobernar el mercado en un futuro no muy lejano.
La apuesta de la compañía fundada por Reed Hastings pretende evitar que Paramount y Comcast se queden con el valioso archivo de Warner Bros, pero lo hace a un precio muy alto, 83.000 millones de dólares, incluida deuda, y planteando dudas de monopolio, así como el rechazo implícito de la Casa Blanca. Donald Trump tiene una estrecha relación con Larry Ellison, padre del CEO de Paramount, que ayer ofreció 108.000 millones por todo Warner, esta vez incluyendo cadenas como la CNN. En la operación participa Jared Kushner, yerno de Trump, quien ya había mostrado este lunes mismo su inquietud por el acuerdo de Netflix.
Esta argumenta que su competencia no se reduce a la televisión tradicional y a los estudios de cine, y que incluye TikTok o YouTube, que nacieron como redes sociales, y que se han convertido en la práctica en puros medios televisivos con infinidad de canales. Los usuarios usan poco ya las redes –Instagram incluida– con el fin de conocer gente o mantenerse en contacto con sus amigos (recurren a WhatsApp); para la mayoría, es un modo de seguir a famosos o de ver contenidos. Las empresas de medios compiten además por una cuota de atención que ha alcanzado su límite, y que puede estar incluso en declive, según los últimos datos de uso de las generaciones más jóvenes.
La guerra que se cierne sobre Warner Bros es, pues, defensiva, y puede redundar en una reducción del esfuerzo por ofrecer mejores contenidos, y en un aumento de los precios (aunque a los usuarios que ya pagan varias plataformas puede salirles a cuenta). Productores de películas, actores, guionistas y dueños de salas de cine han mostrado su preocupación por el empuje de Netflix. Es cierto que la competencia es mucho más amplia si contamos a creadores de contenido que emiten desde sus casas, con una producción mínima. Pero es entendible la preocupación por el futuro del séptimo arte cuando sus estudios más míticos caen en manos de plataformas con intereses distintos. También lo es el temor a que los grandes medios acaben en manos próximas al insaciable poder político

